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''Lampedusa en Hamburgo'': los refugiados se defienden

Julian Bohne/ CP24 de octubre de 2013

La reciente catástrofe en el Mediterráneo volvió a avivar el debate acerca de la política europea para los refugiados. También en Hamburgo, un grupo de refugiados lucha por su derecho a permanecer en Alemania.

Imagen: picture-alliance/dpa

Asuquo Udo espera sentado en un banco de la iglesia de St. Pauli, en Hamburgo, y cuenta la historia de su huída. Udo nació en Nigeria, pero vivió ocho años como trabajador temporario en Libia. Cuando allí estalló la guerra civil, en 2011, de pronto estuvo entre dos frentes y se vio obligado a huir. Junto con muchos otros refugiados, Udo partió para Europa en un pequeño bote. “Cruzar el Mar Mediterráneo fue el peligro más grande al que me arriesgué en mi vida”, cuenta. “Durante horas y horas no sabía lo que iba a pasar en el minuto siguiente. Pero sobreviví con la ayuda de Dios.”

Sin perspectivas de futuro

Como otros miles antes que él, Udo llegó a la costa de la isla italiana de Lampedusa. Desde allí, su camino lo llevó por diferentes campamentos de refugiados, cuya situación califica de catastrófica: “La gente pedía limosna en las calles, había drogas y prostitución. Ese entorno influyó muy negativamente en los refugiados. No había nada que hacer, ninguna perspectiva. Era terrible.”

Asuquo Udo, de Nigeria.Imagen: DW/J. Bohne

Cuando se dio por finalizada la crisis en Libia, a comienzos de 2013, las autoridades italianas cerraron el campamento de refugiados del norte de África en el que vivía Udo. Se le entregaron documentos válidos y 500 euros, y se lo abandonó a su suerte. En marzo, Udo llegó a Hamburgo, y no era el único: otros 300 refugiados arribaron a la ciudad hanseática desde países como Ghana, Togo y Costa de Marfil, y todos habían vivido circunstancias similares a las suyas.

La dureza de las autoridades

Durante un período, los refugiados vivieron en la calle, y con el tiempo encontraron refugio en diversas instituciones. Ochenta de ellos viven desde entonces en la iglesia St. Pauli. Su mayor deseo es terminar con la incertidumbre: quieren quedarse en Alemania. Bajo el nombre de “Lampedusa en Hamburgo”, el grupo exige que se otorguen permisos de estadía y de trabajo a cada uno de los 300 miembros del mismo.

Iglesia de St. Pauli, en Hamburgo.Imagen: DW/J. Bohne

Pero las autoridades de Hamburgo no dan el brazo a torcer tan fácilmente. Desde hace seis meses, el Senado de esa ciudad pide que el grupo se registre, señala el senador Michael Neumann, del Partido Socialdemócrata: “Hasta ahora se han negado a hacerlo, lo cual lamento profundamente. Los invito a que nos revelen sus nombres y sus historias”. Solo de ese modo, dice Neumann, se podrá hallar una solución al problema.

“Los refugiados no tienen paz”

El reglamento europeo "Dublín II" establece que los refugiados solo pueden pedir asilo en el país de la UE en el que primero ponen pie. Por eso, los miembros del grupo Lampedusa en Hamburgo temen que se los pueda deportar a Italia si dan a conocer sus nombres. Sin embargo, las autoridades creen que es posible que sus documentos de identidad estén vencidos y que por esa causa estén viviendo en Alemania de manera ilegal. Desde hace semanas, la Policía realiza controles exhaustivos: “No tienen paz. Sobrevivieron la guerra en Libia y cruzaron el Mediterráneo, y también salieron ilesos del campamento de refugiados en Italia, para tener que volver a enfretar esas circunstancias”, dice Udo.

Ayuda de la Iglesia

Cerca de 80 miembros del grupo encontraron albergue en la iglesia de St. Pauli, cerca del puerto de Hamburgo. Debido a los controles policiales, pasan la mayor parte del tiempo dentro del templo, ya que no pueden moverse libremente, como otras personas. Para Constanze Funck, diácono de la Iglesia Protestante Luterana del Norte de Alemania y coordinadora del grupo Lampedusa, la situación en las fronteras exteriores de la Unión Europea demandan soluciones, y ya es tiempo de encontrar un concepto más eficaz para acoger a los refugiados. “Sería adecuada una política para toda Europa que reciba mejor a los refugiados. Sería verdaderamente una meta importante cambiar eso desde el punto de vista humano”, subraya.

Constanze Funck, diácono de la Iglesia Protestante Luterana del Norte de Alemania y coordinadora del grupo Lampedusa.Imagen: DW/J. Bohne
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