Por toda América Latina se siguen haciendo estos dulces cuya tradición se remonta a la época colonial. Son sencillos: un maní o una almendra se va envolviendo en almíbar, con paciencia, capa tras capa sobre una paila caliente. El secreto está en el fuego y el aroma que proporciona. En su pequeño negocio en Quito, Juan Banda mantiene viva esta tradición.