Lindner es un diplomático atípico que, aunque lleva traje de tres piezas, tiene una larga y abundante cabellera recogida en una coleta y en sus ratos libres toca jazz y graba discos.

Hoy se presentó a la última rueda de prensa del gobierno con una camiseta negra debajo de la chaqueta y esto alentó a un periodista a recordarle que, en alguna ocasión, había dicho que le gustaría poder hablar un día en una conferencia de prensa del gobierno con el pelo suelto.

El portavoz accedió a la petición del periodista y se soltó la melena negro-gris en medio de los silbidos y aplausos de los periodistas y los flashes de los fotógrafos.

Los últimos días de los rebeldes

El gobierno roji-verde (coalición del Partido Verde y lo socialdemócratas del SPD), con miembros como Fischer, que había sido militante callejero, o el canciller Gerhard Schröder, que oscila entre lo popular y lo glamoroso, supuso un gran cambio de estilo en la política alemana tras los años Kohl, representante por excelencia de la Alemania provinciana, ordenada y algo aburrida.

Al despedirse, Lindner dijo que había sido una suerte y un placer trabajar "con uno de los ministros más coloridos" de la Alemania moderna, refiriéndose al ministro de Exteriores Joschka Fischer, aunque no siempre había sido fácil.

"Han sido siete años movidos y emotivos", remató el portavoz del Gobierno Bela Anda.