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Las elecciones en Austria no cambian nada en el país

Norbert Mappes-Niediek
30 de septiembre de 2019

El conservador ÖVP de Sebastian Kurz y los Verdes mejoraron sus resultados en las elecciones. El ultraderechista FPÖ retrocede. Pero eso no significa que la situación vaya a cambiar mucho, opina Norbert Mappes-Niediek.

Karikatur zur Österreich-Wahl von Celine Rübbelke

A quien se le den bien los números le parecerá que en Austria se ha producido un ligero giro a la izquierda después de las elecciones parlamentarias de este domingo (29.09.2019), o al menos un intento de alejarse de la extrema derecha. Pero para los que han seguido la campaña electoral, una mirada más detallada ofrece una conclusión diferente. Hace dos años, la coalición del conservador Partido Popular Austríaco (ÖVP) y del ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) obtuvo en conjunto 4 puntos porcentuales más que en esta ocasión. Mientras tano, los Verdes, cuyo miserable 3,8 por ciento los dejó fuera del Parlamento, obtienen ahora el mejor resultado de su historia. Pero la tendencia del electorado no ha cambiado.

La victoria del excanciller Sebastian Kurz representa un amplio consenso conservador: a "nosotros" los austríacos nos va bien, sin refugiados, con un número modesto de extranjeros y un gran sentimiento de orgullo e identidad nacional. Kurz representa el retorno a la política anterior a 1968 y una Unión Europea que no interfiere. Los electores no quieren desafíos. La cifra más citada durante la campaña electoral fue el supuesto 0,2 por ciento que este pequeño e inocente país aporta al calentamiento climático global. Para los austríacos, los precios del combustible son un factor decisivo. Es mejor dejar a los países grandes preocuparse por el planeta.

Los partidos deben permanecer equidistantes

El hecho de que Kurz obtuviera el 37,5 por ciento de los votos y no el 60 por ciento se explica por la mentalidad política austríaca. A pesar de enfrentarse en asuntos menores, los partidos evitan chocar en las cuestiones fundamentales. El votante espera que la distancia entre los partidos siga siendo más o menos la misma. Si la gente vira a la derecha, todos los partidos acompañan este movimiento. Que los Verdes fueran tan débiles hace dos años se explica por su oposición a la estricta política de refugiados de la derecha. Ahora han tenido cuidado en evitar el tema. La cuestión de moda, la del cambio climático, por el contrario, les está funcionando. Siempre que no conlleve una amenaza real de medidas dolorosas. Un voto por este partido tranquiliza la conciencia.

Norbert Mappes-Niediek, corresponsal en Viena.Imagen: L. Spuma

Los socialdemócratas de centroizquierda, por otro lado, fueron castigados este domingo. Evitar el delicado tema de la inmigración no fue suficiente para ellos. Tampoco su enconada oposición a la reestructuración de la seguridad social, un tema para especialistas y funcionarios. Y la protesta contra nuevas leyes de trabajo, que permiten jornadas de 12 horas y semanas de 60, no le interesó a su base de electores. Para la clase trabajadora, el modelo clásico familiar está a favor en este momento: papá trabaja horas extra, mientras mamá se dedica a las tareas del hogar y hace un poco de dinero paralelamente.

Para empeorar las cosas, con Pamela Rendi-Wagner los socialdemócratas presentaron una candidata débil e insegura que en la falta de perspectivas en sus propias filas solo pudo apelar a la "humanidad" y la "cohesión". Pero los votantes quieren hombres fuertes y  actitudes duras en este momento, y los socialdemócratas no estaban preparados.

¿Indignación tras el video de Ibiza? ¡De ninguna manera!

El resultado de las elecciones, en particular la caída de 10 puntos del ultraderechista FPÖ, sugiere otra interpretación errónea: que los votantes expresaron su disgusto por el infame vídeo de Ibiza en el que el entonces vicecanciller de ese partido, Heinz-Christian Strache, negocia con una mujer que aseguraba ser la sobrina de un magnate ruso. El público tuvo cuatro meses para mostrar su rechazo y castigar severamente al partido. Al final, el FPÖ quedó tercero con cerca de 16 por ciento de los votos. El mensaje era: así son los políticos. Y si están haciendo negocios sucios, al menos deberían comportarse con elegancia y no dejarse atrapar.

Sebastian Kurz ahora tiene todas las opciones para hacer cumplir su política. Incluso con los Verdes tendría una mayoría absoluta. Pero enfrenta oposición desde la delegación de Viena. Sería más sencillo asociarse a Neos, un pequeño partido liberal apoyado por citadinos cultos y adinerados.

El FPÖ también sería una opción, aunque su secretario general, Harald Vilimsky, dijera la noche de las elecciones que no veía "ningún mandanto" de los electores para reeditar la coalición de gobierno con el ÖVP. A pesar de su debilidad, el partido sigue siendo importante. Durante la campaña, el FPÖ trató de volver a acercarse a Kurz. Ahora podría cambiar las tornas y subir su precio. El partido también podría ser clave si pasara a la oposición, un escenario que a un canciller Kurz le gustaría menos. Así que habrá que prepararse para una partida de póker político de varias semanas todavía.

(lgc/rrr)

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