Desde hace dos meses, los habitantes de Hong Kong manifiestan en las calles para defender su institucionalidad democrática de la injerencia autoritaria de Pekín. Las de esta región administrativa especial son las protestas más extensas en China desde las concentraciones de la plaza de Tiananmén, en la capital, lideradas por estudiantes a partir del 15 de abril de 1989 y dispersadas violentamente el 4 de junio siguiente. 

La magnitud y la longevidad de las movilizaciones civiles hacen que a algunos representantes de la economía alemana en Hong Kong se les dificulte asumir una posición clara al respecto. Una solicitud de entrevista de DW fue denegada por la Comisión para Asia y el Pacífico; ninguno de sus directores tenía tiempo para responder. También la Asociación Federal de la Industria Alemana (BDI) rechazó la invitación a comentar el asunto.

La BDI remitió, eso sí, a un comunicado que ya tenía preparado. “La libertad de expresión, el Estado de derecho y la seguridad jurídica en el marco de la ‘ley básica’ redactada para esta región administrativa especial son percibidas, en nuestras empresas, como fortalezas particulares de Hong Kong”, reza una parte del documento, firmado por Dieter Kempf, presidente de la BDI. Otro segmento insta a solucionar el conflicto pacíficamente.

¿Respuestas tibias?

¿Es la postura de Kempf demasiado ambigua? ¿Es ella una evidencia del “silencio de la economía alemana”, denunciado recientemente desde las páginas del diario especializado Handelsblatt? Las respuestas a estas preguntas varían, dependiendo de quien las conteste y de sus expectativas. Tanto el Gobierno de Alemania como su empresariado han tendido a propiciar cambios políticos a través de las dinámicas mercantiles.

El lema de los alemanes es no ofender a sus socios comerciales, ni siquiera cuando éstos son Estados que no respetan ni el Estado de derecho ni los derechos humanos en sus respectivos territorios. Los negocios siempre son lo primero. Por otro lado, hasta esta forma de tolerancia tiene un límite... Se sabe que algunas compañías han impedido que sus empleados protesten en Hong Kong. Pero, ¿cuáles? ¿Son éstas alemanas?

Y, si lo son, ¿se han excedido en su tolerancia hacia las presiones de Pekín? Hasta ahora, sólo se ha confirmado que la línea aérea hongkonesa Cathay Pacific, entre cuyos accionistas se encuentra el Estado chino, ha despedido a trabajadores por protestar y amenazado a otros para disuadirlos de hacerlo. Las empresas alemanas en Hong Kong aseguran no haber restringido la libertad de expresión de sus empleados.

“Nosotros somos huéspedes aquí”

“Nosotros no les hemos hecho recomendación alguna, en lo que respecta a su participación en las manifestaciones”, informó la sucursal hongkonesa del consorcio químico alemán BASF. “Nosotros somos huéspedes aquí. Nadie les dice a sus empleados si pueden protestar o no”, subraya Wolfgang Niedermark, director ejecutivo del capítulo hongkonés de la Cámara Alemana de Comerciantes en el Extranjero (AHK).

La AHK de Hong Kong tiene alrededor de 450 miembros y, en total, hay unas seiscientas empresas alemanas en esa región administrativa especial de China. Niedermark subraya que ningún afiliado de la AHK se ha quejado de recibir presiones de Pekín. Pero, ¿acaso lo admitirían si al hacerlo pusieran en peligro sus negocios? La próxima vez habría que entrevistar directamente a los empleados hongkoneses de las empresas alemanas.

(erc/jov)

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