Casi la mitad de los 300 alemanes que siguieron a Paul Schäfer hasta Chile en los años 60 estaban vinculados con la iglesia bautista evangélica de Gronau. Su actual Pastor sigue las pistas de esta historia.
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Colonia Dignidad no es sólo un caso criminal o político. Se trata de historias humanas y de familias, con heridas y secuelas que los marcan hasta hoy. A Michael Gordon, Pastor de la iglesia bautista evangélica de la ciudad de Gronau, en Nordrhein-Westfalen, lo toca en forma personal. Precisamente a esta comunidad pertenecían unos 140 adultos y niños que, a partir de 1961, emigraron al sur de Chile y fundaron la colonia.
El Pastor Gordon trabaja actualmente en un proyecto de investigación sobre los orígenes y primeros tiempos de Colonia Dignidad. "Estoy buscando documentos antiguos y protocolos de iglesias, cartas, material de revistas y libros y reuniendo información como para reconstruir un rompecabezas. Los escritos se complementan con informes testigos”, dice en entrevista con DW.
La partida de familias, amigos y miembros de esta iglesia dejó a la comunidad mermada y dividida. Uno de los objetivos del teólogo es que sepan lo que allí ocurrió y puedan lidiar con ese pasado. Esta investigación, que se convertirá en un libro, también puede ayudar a antiguos y actuales residentes del asentamiento "a comprender su propia historia y la de sus padres”. Una manera también de reconciliarse con ese pasado y enfrentar su futuro.
En los años 50, Schäfer viajaba por Alemania y Austria como predicador, aprovechando la necesidad de guía y consuelo en tiempos de postguerra. Había construido un hogar para niños y jóvenes en Siegburg, cerca de Colonia, que fue la fachada para atraer feligreses. Tras las denuncias por abuso de menores, escapó al otro lado del mundo, convenciendo o engañando a adultos y niños para que lo siguieran.
De la religión a la secta
En un apartado terreno, unos 300 km al sur de Santiago, Schäfer construyó una fortaleza. Nadie podía salir y nadie del exterior se enteraría de sus crímenes: trabajo esclavo, abuso sexual, medicación forzada, tortura y asesinato, entre otros.
Tras décadas de horror y cercado por las denuncias, escapó y finalmente fue encarcelado en 2005. Unos 25 colonos, de los más de 100 que regresaron a Alemania, volvieron a sus raíces en Gronau. Sus testimonios aportan importante y reveladora información para el proyecto de Gordon.
El año pasado, el Pastor viajó hasta la propia Villa Baviera, nombre actual de la colonia, donde pasó dos semanas. "He conocido a muchos antiguos residentes y estoy muy conmovido por su sufrimiento”, señala. Entre ellos, hay miembros de antiguas familias de Gronau que comparten recuerdos de antes de partir a Chile. "Son personas muy amistosas y amables. Estando allá pude entender mucho mejor la complejidad de este tema. Si bien la gente mayor no quiere contar su historia, algunos residentes quisieron hablar conmigo”.
Gordon conoció el fruto del trabajo de los alemanes, sus construcciones y la labor agrícola, así como los lugares de tortura y castigo. En el cementerio de la Villa encontró las tumbas de antiguos feligreses de la iglesia bautista. Una historia escrita en Chile que es también parte de la historia de su comunidad.
Una de las interrogantes es cómo pudo surgir una secta criminal a partir de una comunidad religiosa. Gordon sostiene que en principio no se trataba de un grupo criminal, "pero la creciente influencia negativa de Paul Schäfer fue decisiva. El núcleo central de los 300 residentes era de sólo 40 a 60 personas”. El Pastor observa que la mitad llegó a Chile cuando eran niños y algunos de los adultos fueron engañados para viajar o fueron sólo porque sus hijos o cónyuges querían ir: "La forma de vida en Colonia Dignidad no se correspondía con el deseo y el sueño de la gran mayoría de quienes emigraron”.
Deuda con las víctimas
Pero no sólo el pasado, también el presente y el futuro preocupa al Pastor, quien es crítico con el fondo de ayuda de diez mil euros para cada víctima, ofrecido por Alemania. Por ello escribió una carta al Ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, así como a tres parlamentarios de la comisión Colonia Dignidad. Sólo tuvo respuesta de la diputada Renate Künast, quien lo llamó personalmente y, en opinión de Gordon, muestra compromiso y preocupación por las víctimas.
Para el Pastor, resulta hipócrita que Alemania elogiara su actuación en las embajadas en Praga, Budapest y Varsovia, que fueron refugio para ciudadanos de la RDA dispuestos a abandonar el país, mientras que en Chile algunos colonos tuvieron que huir a la legación de Canadá o a Argentina, "porque la embajada alemana en Santiago había sido fuertemente influenciada e infiltrada por Paul Schäfer durante décadas”.
Gordon recuerda que, ya desde comienzos de la secta y en repetidas ocasiones, las cartas enviadas a autoridades y a la justicia, los informes de prensa y las peticiones de familiares alertando sobre la secta no tuvieron respuesta: "No pasó nada. Ahora decir "lo siento” son palabras vacías, y como parche de consuelo entregan diez mil euros”.
"Hay una deuda pendiente de parte de Alemania y, por supuesto, también de Chile. Del mismo modo, la industria del cine no solo debe informar sobre la historia y la miseria, sino que también debería participar en un fondo de ayuda y mostrar una forma en que los espectadores puedan ayudar a las víctimas”, estima el teólogo, en referencia a varios proyectos documentales y de ficción, en cine, televisión y por streaming, en torno a Colonia Dignidad.
El fondo ofrecido por Alemania es una ayuda puntual que no resuelve el problema de la jubilación, subraya: "Todas las victimas con las que he hablado me han dicho que necesitan una seguridad para la vejez. Quienes llegaron de niños a la colonia han trabajado 30 a 40 años. Sería de una gran ayuda y alivio ante esa injusticia, que tuvieran una renta”.
No obstante, advierte que en este tema complejo no todas las preguntas se resuelvan a través de una indemnización. La creación de un museo, sitio de memoria y centro de documentación, la responsabilidad de Chile y las necesidades de las víctimas chilenas, también son temas pendientes.
(jov)
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Colonia Dignidad: crónica de una secta
Durante más de cuatro décadas, un asentamiento alemán en el sur de Chile fue escenario de brutales crímenes, sin que este país ni Alemania intervinieran para detenerlos. Esta es la historia de Colonia Dignidad.
Imagen: Picture alliance/dpa/M. Hernandez
El líder, Paul Schäfer
Todo comenzó en Siegburg con la Misión Social Privada, una obra benéfica surgida en la Alemania de post guerra. Su líder espiritual, Paul Schäfer (1921-2010), atrajo a cientos de seguidores. Huyendo de acusaciones de pedofilia, abandonó Alemania en 1961. Lo acompañaron más de 200 personas, entre ellas varios niños cuyos padres fueron engañados para autorizar el viaje.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/N. Pisarenko
Una colonia alemana en el sur de Chile
El grupo viajó a Chile, donde compró un terreno cerca de Parral, unos 300 km al sur de Santiago, y fundó la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad. Así nacía Colonia Dignidad, una comunidad dedicada a labores agrícolas, que construyó casas, una escuela, un hospital y también cercos y un férreo sistema de vigilancia para impedir el contacto con el exterior.
Imagen: Picture alliance/dpa/M. Hernandez
Vida de secta
Pronto se sumaron nuevos seguidores llegados de Alemania, atraídos por el sueño de una tierra próspera donde comenzar una nueva vida. La colonia llegó a tener unos 300 miembros. Allí las familias eran separadas: hombres, mujeres y niños vivían en casas diferentes. Se trataba de un sistema altamente jerárquico y dominador, en que cualquier disidencia era castigada.
Imagen: picture-alliance /dpa/Villa Baviera
Riqueza construida con trabajo esclavo
La vida estaba dedicada al trabajo, sin derecho a sueldo, descanso ni vacaciones. Los colonos sufrían castigos físicos y sicológicos, y quienes se rebelaban eran drogados para que se mantuvieran sumisos. Con las ganancias, Schäfer y sus cercanos compraron más propiedades, maquinaria y sofisticados sistemas de seguridad. El patrimonio incluía 16 mil hectáreas y cuentas en el extranjero.
Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/EFE/M. Ruiz
Abuso sexual
Para los chilenos, la colonia representaba el ideal del alemán esforzado y trabajador. Al interior de la secta, en tanto, Schäfer instauró un macabro sistema para dominar las voluntades y abusar sexualmente de niños. Cuando los alemanes crecieron, comenzó a invitar al internado o actividades de fin de semana a niños chilenos de familias pobres de la zona, de quienes continuó abusando.
Imagen: picture-alliance/dpa/O. Schmid
Prisión infranqueable
Escapar de Colonia Dignidad era casi imposible. Implicaba superar altas rejas, el río, los perros y férreos sistemas de vigilancia. Además, los colonos habían entregado sus pasaportes, no sabían español ni conocían la zona. Quienes lograban llegar a la embajada alemana en Santiago, eran devueltos a la colonia. Algunos se retractaban bajo engaños o amenazas, o se les atribuían problemas mentales.
Imagen: picture-alliance/dpa/epa/M. Ruiz
Wolfgang Kneese, el primer fugado
El primero en lograr huir de la secta, después de tres intentos que le valieron torturas y persecución judicial, fue el joven Wolfgang Kneese. En 1967 regresó a Alemania, donde denunció los crímenes que se cometían en la colonia. En 2008 recibió la Cruz Federal al Mérito (Bundesverdienstkreuz) por su infatigable búsqueda de justicia y respeto a los derechos humanos de las víctimas de la secta.
Imagen: picture-alliance/dpa/J.Carstensen
Fachada idílica
A pesar de las tempranas denuncias y del revuelo en la prensa, las autoridades de Chile y Alemania no reaccionaron. La colonia proyectaba una idílica imagen con su hospital benéfico, el coro y el restaurant externo en la localidad de Bulnes, con cecinas y pastelería alemana. Al interior, los crímenes continuaron y se agregaron nuevos, como la fabricación y el tráfico de armas.
Imagen: Archivo Villa Baviera
Adopciones irregulares
Con engaños como darlos por muertos ante sus padres, unos 20 niños chilenos fueron adoptados en forma irregular. Recibieron nombres alemanes, aprendieron el idioma de los colonos y debieron trabajar como esclavos. A la izquierda, Rafael Labrín, quien creció como Dieter Scholz. Junto a él otras víctimas: la ex colona Astrid Tymm y Johan Cisternas, quien de niño asistía a actividades en la colonia.
Imagen: FDCL/J. Stehle
Colaboración con la dictadura
Colonia Dignidad cooperó con la DINA, la policía secreta de la dictadura de Augusto Pinochet, de varias formas. Según consta en expedientes judiciales, aquí fueron detenidos, torturados y asesinados prisioneros políticos. Se calcula que los cuerpos de unas 100 personas habrían sido enterrados en fosas, luego exhumados y hechos desaparecer definitivamente. Los familiares continúan la búsqueda.
Imagen: AFDD Talca
El fin de Schäfer
Con la vuelta a la democracia, en 1991 el presidente Aylwin le quitó la personalidad jurídica a Colonia Dignidad, la que comenzó a llamarse Villa Baviera. Vinieron denuncias de abuso sexual de chilenos contra Schäfer y se destaparon los crímenes. Varios jerarcas fueron condenados; Schäfer huyó en 1997 y se escondió en Argentina. Fue detenido en 2005, condenado en Chile y murió en prisión en 2010.
Imagen: picture-alliance/dpa
El médico de la colonia
Mano derecha de Schäfer, el Dr. Hartmut Hopp era el ministro de relaciones exteriores de la colonia. Un privilegiado que fue enviado a estudiar a Estados Unidos y dirigía el hospital. Condenado como cómplice de abuso de menores, huyó a Alemania y vive libremente en Krefeld. La justicia alemana rechazó ejecutar la condena chilena y cerró investigaciones propias por no encontrar prueba de delito.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Agost
Culpas, castigos y compensaciones
Junto con reconocer su responsabilidad moral, Alemania ha ofrecido un fondo de ayuda de hasta 10 mil euros para cada ex colono afectado, lo que las víctimas consideran insuficiente. En Chile, donde sí ha habido condenas a victimarios, un grupo de afectados anunció una demanda contra el Estado en la que exige cada uno un millón de dólares de reparación.
Imagen: FDCL e.V.
El futuro y la memoria
Después de la partida de Schäfer comenzó un proceso de apertura. Unos 200 miembros abandonaron el enclave; algunos se quedaron en Chile y muchos regresaron a Alemania. Junto con justicia y reparación, los afectados exigen que Villa Baviera deje de ser un centro turístico, con hotel y restorán, y se convierta en sitio de memoria, donde se conozca la verdad y se honre a las víctimas.