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Las Olimpiadas: un negocio de miles de millones

pk17 de agosto de 2004

El mundo de los negocios apuesta por los Juegos: las Olimpiadas son un negocio de miles de millones, una gigantesca máquina de hacer dinero para las empresas, los deportistas, los organizados e incluso el COI.

Coca Cola: paga 40 millones de euros.Imagen: AP

La tarea más importante el Comité Olímpico Internacional es comercializar los Juegos. Importantes son sobre todo los ingresos por concesión de derechos televisivos. Las telemisoras están dispuestas a pagar sumas cada vez más considerables.

El canal norteamericano ABC pagó en 2000 en Sydney 705 millones de dólares; en Atenas, 793 y en Pekín serán nada más ni nada menos que 894 millones. Los mil millones ya no están muy lejos.

Más de 1.000 millones

Jacques Rogge, presidente del COI: un negocio redondo.

Más de mil millones incluso, exactamente 1.180 millones de dólares pagará el canal, también norteamericano, NBC por los Juegos de Verano 2012 y por los de Invierno en Vancouver 2010 unos 2.200 millones.

También los canales públicos europeos sienten el aumento de los precios. Los derechos de emisión para Europa aumentaron de 350 millones en Sydney a casi 400 milllones en Atenas y pasarán a 450 millones en Pekín.

Las Olimpiadas de Invierno y Verano 2010/2012 les costarán a las emisoras públicas europeas en total 746 millones de dólares. Thomas Bach, del COI, opina incluso que en los futuros contratos, esas sumas pueden aumentar aún más.

Toda una jerarquía de avisadores

El COI ha creado toda una jerarquía de avisadores. Existen "socios de primera", "copatrocinadores nacionales", "abastecedores" y "tomadores de licencias". Todos tienen algo en común: hacen aumentar los ingresos del COI.

Un "socio de primera" como Coca Cola paga unos 40 millones de euros por la comercialización de todos los símbolos olímpicos. Abastecedores como Adidas, que es equipador oficial, deben pagar 20 millones. El título de "socio olímpico", que lucen las empresas alemanas OBI y Bitburger cuesta 800.000 euros.

Para las empresas vale la pena. Al fin y al cabo, miles de millones de personas en todo el mundo seguirán los Juegos. Sólo la ceremonia de apertura fue seguida por cuatro mil de millones de telespectadores.

Comercialización total

Los Juegos Olímpicos, dice Jacques Rogge sin falso pudor, dependen hoy de las empresas. Sin su apoyo "no podrían tener lugar". Ello se debe en gran parte al déficit registrado en Montreal.

Los Juegos de 1976 fueron un fracaso económico y le dejaron a la ciudad deudas que debe pagar todavía hasta 2006. El COI se hallaba a punto de declararse en bancarrota.

Su nuevo presidente, Juan Antonio Samaranch, apostó en 1984 en Los Ángeles por la comercialización total. Los profesionales, que hasta 1980 habían sido excluidos rigurosamente de los Juegos, pasaron a competir como cualquier amateur.

Las ciudades poco se benefician

No está claro que los Juegos beneficien a las ciudades que los organizan. Las cifras indican que Los Ángeles, Atlanta y Sydney muy poco han obtenido de ellos.

Quienes sí se benefician son los canales de TV, los patrocinadores, los tomadores de licencia... y el COI. En Sydney, el COI facturó la bonita suma de 2.600 millones de dólares. En Atenas serán más y en Pekín más aún.

La mayor parte de esos ingresos, un 60%, van para los organizadores; el 32% va para las asociaciones nacionales y un 8% queda en la caja del COI, en Lausanne. Qué hace exactamente el COI con ese dinero, no se sabe. Una rendición de cuentas, no existe.

Maniobras y amigocracia

Todo parece indicar que el nuevo presidente del COI, Jacques Roge, se distancia de las dudosas prácticas económicas de su predecesor Samaranch y persigue también más consecuentemente el dopaje.

No obstante, los críticos acusan al comité ejecutivo del COI, integrado por 15 hombres, de comportarse más como un club exclusivo que como una empresa económica. Una prueba de ello podrían ser los repetidos escándalos de corrupción en que se han visto envueltos.

Sólo este año, tres miembros del comité fueron excluidos del selecto círculo por corrupción. La exclusividad del COI prueba así una vez más ser un suelo nutricio para maniobras y amigocracias.

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