La crisis energética mundial y la elevada inflación causan dolor e incertidumbre a los consumidores, pero suponen un buen negocio para las mayores petroleras del mundo.

El martes, BP se convirtió en la última de las grandes petroleras en anunciar un enorme aumento de los beneficios en el segundo semestre, con 8.500 millones de dólares (8.400 millones de euros), lo que supone más del triple de lo registrado en el mismo periodo del año anterior y su mayor beneficio trimestral en 14 años.

Los gigantes energéticos estadounidenses ExxonMobil y Chevron también anunciaron recientemente ganancias trimestrales récord. Exxon se embolsó 17.900 millones de dólares, superando con creces su anterior récord en 2.000 millones.

Cuestión de impuestos

Los beneficios récord se deben a la subida de los precios de la energía y a las turbulencias en los mercados de materias primas provocadas por la guerra de Rusia en Ucrania.

"Los beneficios están impulsados en gran medida por los ciclos del precio del crudo", afirma Bob McNally, presidente de Rapidan Energy Group, una consultora con sede en Washington DC.

"La industria petrolera incurre en la mayor parte de sus gastos al principio, cuando encuentra y desarrolla activos de producción", dijo a DW. "Después, los costes de explotación son bastante bajos. Así que cuando los precios se disparan, también lo hacen los beneficios".

Los enormes beneficios -que se producen al mismo tiempo que un enorme repunte de la inflación en todo el mundo- han llevado a pedir a los gobiernos que impongan mayores impuestos a las compañías petroleras.

En mayo, el Reino Unido anunció un impuesto del 25% sobre los beneficios de los productores de petróleo y gas. Italia ha presentado un proyecto de ley similar. En Estados Unidos, el presidente Joe Biden ha recibido presiones de miembros de su propio partido para que introduzca una ley sobre el impuesto a las ganancias inesperadas, aunque dicha medida se enfrentaría a importantes obstáculos.

En Alemania, el ministro de Hacienda, Christian Lindner, ha rechazado sistemáticamente las peticiones de un impuesto de este tipo, aunque sus socios de coalición en el gobierno tripartito están a favor. Lindner es miembro del partido Liberaldemócrata (FDP), proempresarial, que comparte el poder con los Verdes y los socialdemócratas (SPD).

Inversión verde

Las compañías petroleras se han mostrado firmemente en contra de los impuestos sobre los beneficios extraordinarios, proponiendo en su lugar aumentar la inversión en energías más ecológicas como forma de lograr la descarbonización del sector.

El anuncio de los beneficios de BP se produjo junto a las promesas de invertir en energía eólica y en la recarga de vehículos eléctricos. El director ejecutivo de Shell, Ben van Beurden, se ha pronunciado a favor de la inversión verde como alternativa a los impuestos.

"Ganar dinero conlleva una responsabilidad y esa responsabilidad es que sigamos invirtiendo en seguridad energética... y en la transición energética", dijo. "En última instancia, eso hará que la sociedad sea menos dependiente de la volatilidad del petróleo y el gas".

"Las empresas son conscientes de que están entrando en un periodo extremadamente difícil e incierto debido a la extrema volatilidad de los precios del petróleo y de los beneficios, así como a las presiones políticas para financiar el gasto público al tiempo que se acelera la descarbonización", afirma.

Sin embargo, parece que los precios no van a bajar pronto. McNally afirma que mientras el precio del petróleo siga siendo tan alto como lo es -principalmente impulsado por la incertidumbre provocada por la guerra en Ucrania- las empresas energéticas seguirán registrando esos beneficios.

(ies/ers)