La crítica al colonialismo también se da en Alemania, cuyo pasado tiene muchos episodios sangrientos. Sus símbolos se han vuelto controvertidos. ¿Qué hacer con ellos?
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La estatua del comerciante de esclavos inglés Edward Colston fue arrojada al agua desde el puerto de Bristol. La figura de Cristóbal Colón fue decapitada en Boston, EE. UU. Las autoridades de Amberes, en Bélgica, removieron por mano propia una escultura del rey Leopoldo II –a quien se responsabiliza de las peores crueldades en su colonia "privada" en el Congo– por temor a que fuera destruida. Los símbolos coloniales representan el racismo ejercido por personas blancas, y están en la mira. Durante mucho tiempo, nadie se interesó por ellos, pero ahora se han vuelto más actuales que nunca. Sobre todo, luego de la muerte del afroestadounidense George Floyd a manos de la policía, en Nueva York.
Alemania tiene una breve pero brutal historia colonial, que se extiende desde 1884 hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, cuando tuvo que devolver sus colonias en África, Oceanía y Asia Oriental. En su apogeo, el reino colonial alemán era el cuarto en importancia en el mundo, y las huellas de esa época siguen estando presentes en todo el país.
Calles y plazas con nombres de colonizadores
Muchas calles y plazas de Alemania llevan nombres de colonizadores, como el de Karl Peters, Adolf Lüderitz y Gustav Nachtigal. Hasta hace poco, escuelas y cuarteles militares llevaban el nombre del comandante de las tropas de protección en África Oriental, Paul von Lettow-Vorbeck. Igual que en tiempos pasados, una estatua de Hermann von Wissman, un exgobernador de la Colonia, decora aún las calles de Bad Lauterberg, en la región del Harz, y un busto de Gustav Nachtigal –quien fue comisario del reino alemán en África Occidental, hoy Camerún y Tongo– se erige en la ciudad de Stendal, en Sajonia-Anhalt.
La discusión sobre el manejo de los resabios del pasado colonial alemán está en marcha. ¿Qué hacer con las estatuas y calles, y con el delito del robo de obras de arte en tiempos de la colonia? Finalmente, la pregunta sobre si Alemania debe disculparse con las víctimas de los crímenes perpetrados por los colonizadores durante la rebelión de los herero y los nama en África Occidental, e indemnizar a sus familiares, y hacerlo también con las del levantamiento de los maji-maji en África Oriental, actos sangrientos que dejaron cientos de miles de muertos, son sombras que se ciernen sobre este país desde hace 100 años.
Resistencia contra nuevos nombres
En el llamado "Barrio Africano" de Berlín circula desde hace tiempo un debate sobre el cambio de nombre de calles. La asamblea de representantes del distrito resolvió hace casi dos años renombrarlo en homenaje a quienes lucharon en la resistencia contra el dominio colonial alemán. Pero muchos vecinos y dueños de negocios están en contra, a menudo no solo por motivos políticos, sino porque no quieren asumir los costos de un cambio de nombre. Otros, porque se han acostumbrado a ellos. La iniciativa Pro Barrio Africano encontró una manera creativa de cómo preservar los nombres. La calle Lüderitz seguiría teniendo ese nombre, ya que es el de una ciudad en Namibia. La plaza Nachtigal ya no llevaría ese apellido por Gustav Nachtigal, sino por Johann Nachtigal, un teólogo alemán. Y la Petersallee no recuerda, desde 1986, oficialmente al brutal colonizador de África Oriental Carl Peters, sino a Hans Peters, un luchador de la resistencia contra el nazismo. Algunos piensan que con eso se acaban los problemas, pero la disputa por los nombres continúa.
"Contramonumentos" podrían ser la solución
La asociación "Postkolonial", activa en 20 ciudades alemanas, trabaja para lograr una "descolonización abarcadora del espacio público de Hamburgo (…) y una representación de la historia de la resistencia anticolonialista, así como para honrar la memoria de las víctimas del colonialismo y del racismo". Para esta asociación, no se trata de borrar todas las huellas de la época colonial. Según Christian Kopp, su portavoz en Berlín, también se está evaluando erigir "contramonumentos", ya que colocar solamente un afiche crítico con informaciones delante de la estatua de un colonizador le parece demasiado poco. "Como historiador tengo interés en que los monumentos se conserven como fuentes históricas", dice a DW Jürgen Zimmer. "Sin embargo", añade, "deben ser radicalmente deconstruidos y desheroizados, de modo que se anule su función glorificadora. Se podría colocarlas de cabeza, o tiradas en el suelo", propone.
Medir con la vara actual de nuestros valores
Un ejemplo de silenciamiento de los crímenes cometidos es la tumba de Lothar von Trotha, en Bonn. Debido a su "orden de exterminio" fueron asesinados en 1904 cientos de miles de herero y nama que se rebelaron contra la esclavitud y el brutal dominio alemán en África Occidental. Sin embargo, no hay un solo indicio de sus crímenes en su lápida.
Así las cosas, surge la pregunta de si se puede juzgar a personalidades históricas a partir de las normas actuales. Jürgen Zimmer dice claramente que sí se puede. "De otro modo, no podríamos distanciarnos ni juzgar a personalidades como Hitler, Himmler y Cía.", subraya. Pero en el debate actual se trata, sobre todo, de analizar críticamente "si las personalidades históricas son adecuadas como modelo ejemplar de hoy, y para eso, nuestras normas actuales son clave. En los monumentos también se juegan nuestros valores e ideas", sostiene.
(cp/few)
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Monumentos polémicos en América Latina
El debate sobre historia, memoria y emplazamiento o remoción de estatuas, reavivado por protestas mundiales contra el racismo y el colonialismo, tras el asesinato de George Floyd, no es nuevo en América Latina.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Lavoz
Cuba: "¡Y no me digan que eso es patrimonio!"
En Cuba, el actual debate antirracista recuerda el abierto en 2011 por "El Disco Negro de Obsesión": el dúo de rap pide remover la estatua de José Miguel Gómez, mayor general independentista y segundo presidente de la República, que masacró el alzamiento de los "Independientes de Color" (1912). Su propuesta: sustituirlo por el paradigma de luchadora independentista cubana, Mariana Grajales.
Imagen: picture-alliance/Design Pics/M. Thornton
Colombia: "Quítenle el nombre a esa universidad"
En Colombia, según el catálogo del Banco de la República, Sergio Arboleda y Pombo fue "un hacendado, esclavista, periodista, militar y político (…). Ideólogo del Partido Conservador." Su condición de "esclavista" impulsa hoy pedidos en redes sociales para renombrar la Universidad Sergio Arboleda, en Bogotá, de la que se graduó el actual presidente de Colombia, Iván Duque (2do, izq.).
Imagen: picture-alliance/ZUMAPRESS/H. F. Zamora
Chile: contra colonizadores y militares
En Santiago de Chile, la Plaza Baquedano, conocida como Plaza Italia, se adelantó un año al actual revuelo. Allí, en el epicentro del estallido social de 2019, la estatua de Manuel Baquedano, general chileno que representa la victoria en la Guerra del Pacífico, fue rayada, pintada y vestida como parte de protestas antisistémicas que arremetieron contra colonizadores europeos y militares chilenos.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Lavoz
Ofrenda a Caupolicán
En varias ciudades chilenas, fueron removidos bustos del conquistador Pedro de Valdivia, fundador de Santiago. En Temuco, al sur de la capital, con gran parte habitantes de origen mapuche, no solo le tocó a Valdivia, sino también al piloto de la fuerza aérea chilena Dagoberto Godoy: su cabeza terminó colgada de una mano del guerrero Caupolicán, ícono de la resistencia ante el imperio español.
Imagen: imago images/Agencia EFE/C. Tapia
Perú: cada vez más lejos del centro de Lima
En Lima, la escultura del conquistador Francisco Pizarro, objeto de controversias con detractores varios desde su primer emplazamiento en 1935, ha ido cabalgando "hacia el olvido", según la prensa local: del atrio de la Catedral al costado del Palacio de Gobierno, a una plazoleta de la Plaza de Armas y, finalmente, al Parque de la Muralla, en la ribera del río Rímac.
Imagen: picture-alliance/El Comercio
Argentina: Cristóbal Colón, "el monumento de la discordia"
El monumento porteño a Cristóbal Colón, hoy en el Paseo de la Costanera, en Buenos Aires, estuvo antes frente a la Casa Rosada (foto), sede del Gobierno argentino. En 2013, la entonces presidenta Cristina Kirchner decidió sustituirlo por uno a Juana Azurduy. Pero el Gobierno de su opositor y sucesor, Mauricio Macri, garantizó a Colón su nueva vista privilegiada junto al río La Plata.
Imagen: picture-alliance/ZB/J. Woitas
¿Héroe nacional o genocida?
Uno de sus primeros presidentes de Argentina, Julio Argentino Roca (1880-1886 y 1898-1904), es considerado por muchos un héroe nacional. Hay estatuas suyas, calles con su nombre, y el billete de 100 pesos llevó su cara hasta 2015. Sus detractores le niegan cualquier homenaje. Lo acusan de genocidio contra miles de indígenas mapuches y tehuelches durante la llamada Campaña del Desierto.
Imagen: picture-alliance/dpa/H. Hollemann
Ecuador: "símbolo de la corrupción" en Argentina
Esta estatua del expresidente argentino Néstor Kirchner presidió la entrada a la sede de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en Pichincha, al norte de Quito, Ecuador, hasta que el Parlamento ecuatoriano la hizo retirar en 2019, por considerarla "símbolo de la corrupción". Kirchner fue el primer secretario general de Unasur, y la estatua, un regalo de su esposa y sucesora, Cristina.
Imagen: picture-alliance/AP/D. Ochoa
Bolivia: del "apoyo incondicional" al rechazo
En 2013, el presidente Evo Morales inauguró en Riberalta, Beni, una estatua de su aliado, el difunto presidente venezolano Hugo Chávez: "por su apoyo incondicional a esta región amazónica, a través de la refacción e implementación de avenidas y carreteras". Tras las polémicas elecciones generales de octubre de 2020, un grupo de personas derribó el monumento, en protesta contra el conteo de votos.
Imagen: AFP/J. Bernal
Venezuela: ¿"Tirofijo" o Fidel Castro?
También en 2013, el líder opositor venezolano Leopoldo López participó del derribo de una supuesta estatua del líder fundador de las FARC, alias "Tirofijo", en la localidad fronteriza de El Amparo, por considerarlo "enemigo de la paz" de Colombia y Venezuela. Pero la efigie resultó ser del expresidente cubano Fidel Castro, erigida allí junto a las de Simón Bolívar, "Che" Guevara y Hugo Chávez.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Gutierrez
"Tirofijo"
No obstante, el exjefe de la mayor guerrilla de Colombia, Pedro Antonio Marín, alias "Manuel Marulanda Vélez" o "Tirofijo", sí cuenta con un controvertido monumento en su honor en el barrio 23 de Enero, en Caracas, la capital venezolana. Cuando fue develado, en 2008, el Gobierno del expresidente colombiano Álvaro Uribe lo calificó de "provocación" y grave "afrenta" contra la democracia.