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Las tribulaciones de Bush

20 de febrero de 2003

La aprobación turca al emplazamiento de soldados estadounidenses en su territorio sigue haciéndose esperar, causando un contratiempo más al cronograma previsto por Washington para una incursión militar contra Irak.

El presidente George Bush, recibe al Secretario General de la OTAN, George Robertson.Imagen: AP

Los engranajes políticos giran por estos días a todo dar, y no precisamente en la dirección que Washington desearía. En vista de que la resistencia internacional a una guerra contra Irak está resultando más amplia de lo previsto inicialmente por la Casa Blanca, como quedó de manifiesto en el debate abierto de la ONU, el gobierno estadounidense se está tomando su tiempo para presentar un nuevo proyecto de resolución, que habría de legitimar sus proyectos de intervención militar. El problema consiste en encontrar apoyo suficiente en el Consejo de Seguridad, que hasta ahora se inclina mayoritariamente por seguir apoyando el trabajo de los inspectores de armas dirigidos por Hans Blix.

Propuesta canadiense

Canadá saltó a la brecha con una propuesta dirigida a tender puentes entre las posiciones antagónicas y, según informaciones de prensa, sugiere plantear un ultimátum a Bagdad para que satisfaga todas las demandas de desarme hasta mediados de Abril. Lo del ultimátum probablemente coincida con los propósitos del presidente estadounidense, George Bush, pero no así el plazo mencionado.

Mientras tanto, el gobierno de Washington tiene que batírselas también con problemas en el frente de su estrategia militar. Apenas resuelto el impasse de la OTAN y aprobado el envío de aviones de esclarecimiento Awacs y cohetes Patriot para la defensa de Turquía, es precisamente Ankara la que está provocando nuevos dolores de cabeza a Bush.

El precio de Turquía

La Casa Blanca espera con impaciencia que el parlamento turco dé luz verde al emplazamiento de varios miles de soldados estadounidenses en su territorio, que desde allí podrían incursionar en Irak en caso de guerra. Pero Ankara ha aplicado el freno. Por lo visto no son consideraciones de fondo las que motivan la demora turca, sino lisa y llanamente la falta de acuerdo en torno al precio que ha de pagar Washington.

A cambio de su respaldo, Estados Unidos había ofrecido a Turquía ayuda financiera por un monto de 26 mil millones de dólares. Ankara aspira a más: 30 mil millones es la suma que solicita, argumentando que una guerra contra Irak provocará graves daños en su economía, particularmente en el sector del turismo. Además desea un compromiso por escrito. Tanto regateo está resultando en extremo molesto al gobierno de Bush, que presiona por una pronta decisión. Por lo pronto, Washington ha optado por ponerse el parche antes de una eventual herida y ya ha indicado que el respaldo de Turquía sería deseable desde el punto de vista estratégico, pero no imprescindible. De paso, cabría recordar que algo muy similar sostiene el gobierno estadounidense en cuanto a una nueva resolución del Consejo de Seguridad que legitime un ataque contra Bagdad.

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