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Latinoamérica: objeto de los deseos europeos

Luna Bolívar Manaut4 de septiembre de 2006

Los inversionistas europeos vuelven con interés la mirada hacia Latinoamérica y el atractivo negocio de los recursos naturales: desde Rusia hasta España, la energía es un pastel suculento del que todos quieren un pedazo.

Un continente rico en recursos: preservarlos y venderlos no es siempre fácil combinación.Imagen: AP


En los próximos 25 años, la demanda mundial de energía aumentará en promedio un 1,7% anual . El dato proviene de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y no es nada despreciable. Sobre todo para América Latina, que concentra el 10% del petróleo y el 4% del gas almacenados en las entrañas de todo el planeta.

A remolque de China y sus necesidades, la energía se cotiza alto en los mercados internacionales, lo que ha permitido a Latinoamérica vivir un periodo de crecimiento económico que alcanza una media del 4% anual. Si las predicciones de la AIE no fallan, la región podrá seguir disfrutando de la ventajosa fase por lo menos durante el cuarto de siglo que queda por venir: una situación que no pasa desapercibida para los inversores. Las políticas de nacionalización emprendidas por algunos países son obstáculos a solventar, pero bajo ningún concepto motivo de abandono.

España: del olvido al interés repetido

Las empresas españolas siguen interesándose por América Latina.Imagen: AP

Durante un tiempo, España pareció haber olvidado a América Latina. Siguió ejerciendo de Madre Patria, pero sólo en sus sueños teóricos. España vendió su ingreso en la Unión Europea como el "puente" que los países del norte necesitaban para cruzar el Atlántico. Ignorando que en sus años de letargo, el resto de los Estados europeos habían construido autopistas flotantes que los conducían a sus viejos dominios sin pasar por Madrid.

Durante una década, entre 1990 y 2000, España se esforzó por recuperar los lazos perdidos y fomentar las relaciones económicas con resultados muy positivos para las empresas hispanas. Ahora, España piensa en una segunda fase de fuertes inversiones, al amparo de la bonanza económica y bajo la bandera de insignias como el Banco Santander, el BBVA, Telefónica y, por supuesto, las energéticas Repsol YPF y Endesa.

Repsol YPF vs. Bolivia

Los intereses de Repsol YPF se extienden por toda América Latina. La compañía cuenta con filiales en 12 países de la región y es una de las principales en lo que a extracción, producción y comercialización del crudo se refiere. Pero Repsol choca a veces con resistencias: culturales, por el miedo a la "segunda colonización", y políticas, por lo que tiene de multinacional que negocia con recursos clave.

Las nacionalizaciones de Evo Morales dejan aún problemas por resolver.Imagen: AP

Junto con la energética brasileña Petrobras, Repsol YPF gestiona a través de su filial Andina los mayores centros de explotación petrolífera de Bolivia. En mayo pasado, Evo Morales decretó la nacionalización de los hidrocarburos, lo que suponía renegociar la situación en la que estas empresas, más la gala TotalFina Elf, procedían en Bolivia.

Las cuentas daban como resultado un saldo positivo a favor del Estado boliviano de, para empezar, 32,2 millones de dólares: suma que ya ha sido pagada y que se destinará a mejorar la situación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), la compañía petrolera estatal. Según Evo Morales, las ganancias de las multinacionales han superado ya la inversión realizada en el país y es el momento adecuado para trazar un reparto más equitativo de los beneficios.

Pero con el pago no llegó la paz a las relaciones entre Repsol YPF y el Gobierno de Bolivia. La compañía se queja de "falta de seguridad jurídica" y "persecución judicial" porque las autoridades del país han registrado varias de sus oficinas y detenido a su principal directivo, acusado de firmar un contrato ilegal que habría ocasionado pérdidas al Estado andino de 160 millones de dólares. Repsol amenaza con denunciar a Bolivia ante los Estados internacionales, a lo que el Gobierno de Morales ha respondido hablando de "bravuconadas" y "saqueadores".

Más estrategias que la española: otros inversores buscan su hueco en Latinoamérica. ¡Siga leyendo!

No sólo hablando español se llega lejos

En tan adversas condiciones construye Gasprom sus gaseoductos.Imagen: dpa

Tradicionalmente, los españoles han sostenido la teoría de que el idioma abre las puertas que se cierran para otros. Pero si los rusos ponen buenas ofertas sobre la mesa, hasta el frío y distante Moscú logra hacerse camino con más agilidad que el cercano ibérico y toda la carga del pasado histórico.

El gigante estatal ruso Gasprom es un ejemplo de ello. Con Wladimir Putin como embajador principal, el consorcio ha sabido aunar política y negocios para implantar una eficiente táctica: aliarse con otras empresas estatales. Petrobras, YPFB, la argentina TGS y la venezolana PdVSA son los socios latinoamericanos de Gasprom.

Gasprom quiere ser, además de gigante, internacionalmente influyente y para eso ha emprendido la labor de extenderse en el mercado latinoamericano. Para los latinos, la compañía de Gasprom tiene muchas ventajas: su experiencia en la explotación del gas, en la construcción de gaseoductos, en el tendido de piperlines bajo mar y en el desarrollo de sistemas integrados de abastecimiento energético.

La petrolera PdVSA es socia de Gasprom en Venezuela.Imagen: AP

El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, parece mantener buenas relaciones con Evo Morales, y su vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, se esfuerza por calmar los ánimos en relación al conflicto de Repsol YPF con la fiscalía boliviana. La estrategia de Putin es quizás menos florida en palabras, pero bastante efectiva.

De Hugo Chávez, el presidente ruso ha recibido la garantía de que las inversiones de su país en el gas y el petróleo venezolanos no correrán peligro y, aunque oficialmente nada se haya concretado, se presenta prácticamente como un hecho que Gasprom recibirá el encargo de construir el mega-gaseoducto entre Venezuela, Argentina, Bolivia y Brasil. Este gaseoducto recorrerá 8.000 km, transportará al día 150 millones de m³ de gas y su construcción costará 15.000 millones de dólares: un suculento pedazo de pastel para los rusos.

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