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Latinoamérica se queda sin “amigo” en la FIFA

Daniel Martínez (ER)2 de junio de 2015

La forma en la que Joseph Blatter gobernó la FIFA estuvo marcada por Latinoamérica: su tutor fue un brasileño, su máximo aliado un argentino, y su sucesor designado era un caribeño.

Imagen: Reuters/R. Sprich

El dato sorprende cuando se revisa con detenimiento: al momento de renunciar a su cargo como presidente de la FIFA, Joseph Blatter completó exactamente 40 años dándole forma al fútbol internacional. Con su trabajo el suizo moldeó el deporte más popular del mundo hasta convertirlo en la lucrativa empresa del entretenimieto que es hoy.

A la FIFA Blatter llegó en 1975 como director de los programas de desarrollo. Graciás a él se amplió el negocio del balón al crear los Mundiales de fútbol juvenil, femenino y de salón. Luego, en 1981, ascendería al puesto de Secretario General, y desde 1990 sería el encargado de todos los hilos estratégicos y empresariales de la FIFA como Director Ejecutivo.

El siguiente peldaño lo alcanzaría Blatter en 1998, cuando fue elegido por primera vez como presidente de la FIFA, puesto en el que la semana pasada había iniciado su quinto periodo, en el que permanecerá hasta por lo menos el próximo mes de diciembre de acuerdo con lo que dejó entrever al presentar su renuncia.

Discípulo de Havelange, compadre de Grondona

La fulgurante y sólida carrera de Joseph Blatter en la FIFA es prácticamente inconcebible sin sus estrechos nexos con Latinoamérica. Tras su llegada a la FIFA, su mentor Horst Dassler, hijo del fundador de Adidas y cabeza de la compañía de implementos deportivos, tendió el puente para estrechar el contacto con otro amigo suyo: Joao Havelange, presidente de la organización.

El jefe brasileño del fútbol internacional hizo del funcionario deportivo suizo su alumno y mano derecha. Blatter no solo ayudó a Havelange a tejer la intrincada red de manejo de poder que reside en la FIFA, sino que también aprendió de él cómo se manejan los hilos de la organización, y de qué punta hay que tirar para asegurar el respaldo necesario a sus propósitos.

Joao Havelange (2010)Imagen: picture-alliance/dpa

Desde su primera elección como presidente de la FIFA, tras recibir el guiño oficial de Havelange como su sucesor, Blatter fue acusado de “comprar” votos a su favor. Según las acusaciones de Diego Armando Maradona, el encargado de hacerle el trabajo sucio era un amigo muy especial de Blatter en Latinoamérica: Julio Grondona.

El fallecido expresidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Julio Grondona, “era el que le compraba los votos a Blatter, el que le llevaba la valija”, declaró Maradona a Radio Continental. En la FIFA, Havelange, Grondona y Blatter se erigieron como jefes máximos durante décadas. El brasileño presidente, el suizo asistiéndolo con su dones de “hombre de mundo”, y el argentino ocupándose de los principales aspectos operativos del negocio del fútbol en su calidad de vicepresidente senior y jefe de la poderosa Comisión de Finanzas y del Consejo de Mercadotecnia y Televisión.

La alianza en la CONCACAF

Con los mismos mecanismos de la clase política del continente de sus dos principales guías suramericanas, Joseph Blatter se acercó a la aledaña y culturalmente afin confederación de Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, CONCACAF. Allí encontró a Jeffrey Webb, el funcionario de las Islas Caimán al que favorecáa como su futuro sucesor en la FIFA, y de quien dijo “él es un líder de verdad, y es mi colega, mi amigo, y mi hermano”.

Jeffrey WebbImagen: Getty Images/AFP/M. Bradley

Estas palabras las pronunció Blatter en las Bahamas pocos días antes de que Webb, presidente de la CONCACAF, fuera detenido en Suiza a petición de la justicia de Estados Unidos bajo cargos de lavado de dinero y fraude, junto a otras varias cabezas directivas del fútbol Latinoamericano, que ahora se queda también sin el amigo que tenía en la FIFA, el presidente Jospeh Blatter.

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