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Lecciones italianas que deja la cuarentena

29 de abril de 2020

La cuarentena ha puesto a prueba a las sociedades de Occidente. Los criminales más peligrosos presionan para salir de las cárceles. Los gobiernos de América Latina no deben cometer los errores de Italia.

Un acusado de ser miembro de la Cosa Nostra en Palermo, Italia.
Un acusado de ser miembro de la Cosa Nostra en Palermo, Italia. Imagen: picture-alliance/AP Photo/I. Petix

El sábado 25 de abril luego de decenas de días de cuarentena a causa del coronavirus, mi hijo y yo tuvimos una pequeña prueba de libertad. Pudimos caminar hasta el malecón y, por primera vez, desde el 9 de marzo que el gobierno de Italia declaró el "lockdown” nacional, pudimos ver el azul del mar, sentir la brisa en el rostro y su tenue rumor en el oído como un suspiro. Con mascarillas cubriéndonos casi todo el rostro, con un metro de distancia entre nosotros, nos abrazamos con la mirada y pensamos que nuestras vidas, que como la de millones de personas en el planeta, no volverán a ser igual luego de la pandemia que puso en entredicho casi todas nuestras certezas, pero afianzó las más importantes.

Es curioso. Ese mismo día, Italia festejó el 75 aniversario de la liberación del fascismo. Esa tarde de manera espontánea todos los que habitamos en la casa donde vivo, incluyendo mi hijo, entonamos ¡Bella Ciao! Un himno que conmemora el llamado "día de la liberación” dedicado al "partigiano” que luchó en la resistencia, pero que evoca al guerrero, al revolucionario, a los que luchan por la libertad en cada parte del planeta, en todos sus sentidos y formas colectivas.

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"Esta mañana, me he despertado,  O Bella, ciao! Bella, ciao!, Bella ciao, ciao, ciao! Esta mañana, me he despertado, y he encontrado al invasor…”  En tiempos del coronavirus la melodía no podía ser más actual y conmovedora. Más entonándola en el país que ha tenido a 60 millones de habitantes en la cuarentena más larga de Europa en donde la COVID-19 ha sido más letal, superado sólo por Estados Unidos. El saldo de muertos en Italia hasta el 27 de abril es de al menos 26.977 aunque expertos señalan que la cifra puede ser mucho mayor porque al igual que en otros países a la par del coronavirus se multiplicaron las muertes, pero no fueron atribuidas directamente al virus porque nunca se les practicó un test de diagnóstico ni se les hizo necropsia.

Aún no hay claridad de cómo será el futuro, excepto la que cada uno haya podido encontrar en este largo periodo de incubación de dolor, angustia, miedo, pero también de sueños, valores, y conciencia de nuestra fragilidad como especie e individuos. Todo esto en contraste con la fuerza de nuestro espíritu para elegir ser partigiano en una nueva era donde el egoísmo, abuso y temor hacia el otro pueden hundir aún más a la humanidad.

Pero esto aún no termina. El Presidente del Consejo de Ministros, Giuseppe Conte, al anunciar las reglas de la reapertura económica y social del país que se pondrán en marcha el 4 de mayo, advirtió que deberemos  aprender a convivir con el fatal virus mientras no exista una cura o vacuna.

"…debemos ser claros que en esta nueva fase, la fase 2, la curva del contagio podrá aumentar en algunas zonas del país. Debemos decirlo claramente, este riesgo existe y debemos asumirlo y debemos afrontarlo pero con método y rigor…”, dijo el hombre, cuya sobriedad y firmeza durante la Pandemia, le ha ganado el 66 por ciento de aprobación de los italianos. Un hombre que hasta hace un año y once meses era un profesor universitario de derecho civil que jamás había participado en la política pero que la circunstancia de una coalición de gobierno lo colocó en la posición que tiene ahora.

Anabel Hernández, columnista de DW.

Pienso que, aunque seguramente Conte pudo haber hecho mejor algunas cosas, como todo en la vida, al final, el balance le será positivo en la historia. No así para otros actores e instituciones que han generado situaciones que tendrán impacto de largo aliento. Me permito enumerar, por ahora, solo tres ejemplos como un ejercicio para alertar a países que apenas están iniciando la fase más grave como México para que no se repitan.

1. La masacre de personas de la tercera edad. El caso lo abordé ya en una colaboración anterior hace dos semanas en donde señalé que inexplicablemente muchas personas de ese sector habían perdido la vida, no debido a que la COVID-19 se había ensañado con ellos en particular, sino por un factor humano. De acuerdo a las cifras oficiales, ahora se sabe que al menos veinte por ciento del total de decesos ocurridos a causa del coronavirus sucedieron en las residencias de reposo para ancianos de Italia en el marco de lo que la Procuraduría de Milán investiga como "homicidio culposo”. La propia Organización Mundial de la Salud señaló días después que al menos el 40 por ciento de personas muertas por el virus en el mundo estaban en asilos.

Ahora también se sabe que la región de Lombardía, el foco con más infectados y muertes de todo el país, presuntamente habría dado directivas para no dar atención hospitalaria a personas mayores a 75 años y dejarlos en ‘recuperación' en las Residenza Sanitaria Assistenziale (RSA). Algo similar al plan sanitario que oficialmente el gobierno de México pensaba aplicar a la población mayor de 60 años en la "guía bioética” de la que finalmente hace una semana el presidente Andrés Manuel López Obrador reculó. Finalmente dijo que su gobierno daría camas de terapia intensiva y respiradores a toda la población, sin importar la edad. Veamos que así ocurra. 

2.Oportunistas. Políticos de dudosa reputación usaron la desgracia de la pandemia para limpiarse la cara, como el ex Primer Ministro italiano Silvio Berlusconi condenado por corrupción, aunque el delito había prescrito, y condenado a cuatro años de prisión por evasión fiscal de 300 millones de euros. Además de que su nombre ha aparecido implicado en expedientes relacionados con la mafia. El aún político y empresario en activo donó 10 millones de euros a la región de Lombardía para reforzar la atención hospitalaria en medio de la crisis. 

3.  Liberación de capos. Tras los primeros días del lockdown en diversas cárceles de Italia hubo conatos de motín, los prisioneros se quejaban de condiciones que podían ocasionar grandes focos de COVID-19. Algunos miembros de la mafia de baja escala comenzaron a obtener excarcelaciones por Tribunales de Vigilancia, justificando situaciones de salud frágiles que los hacía supuestamente vulnerables al virus. Y ahora que está por terminar la cuarentena capos de alto nivel de la Cosa Nostra y la  Camorra sentenciados a cárcel y medidas de máxima seguridad, han comenzado a obtener de manera simultánea los mismos beneficios. Los abogados presionan con urgencia resoluciones antes de que se cierre la ventana de posibilidad. 

Instrumentalización de la pandemia y el hambre por la familia del Chapo GuzmánImagen: Getty Images/AFP/U. Ruiz

Entre los capos liberados están Francesco Bonura, de 78 años, quien fuera mano derecha del sanguinario Bernardo Provenzano. De acuerdo al documento del Tribunal, no fue el cáncer o hipertensión que sufría desde hace tiempo la justificación para enviarlo a su casa, sino tomando en cuenta "la actual emergencia sanitaria y el riesgo de contagio indudablemente en un ambiente de alta densidad de población como es una cárcel”, aunque en realidad, Bonura estaba totalmente aislado de los demás en una celda de máxima seguridad por su peligrosidad. Ahora ya está en Palermo, Sicilia, con el permiso incluso de poder asistir a bodas, bautizos, velorios y otras actividades. Si hay quien piensa que ya es muy anciano para ser capo, las autoridades identifican a Bonura como uno de los actuales principales capos de Cosa Nostra, a pesar de que supera los 80 años de edad.

Otro beneficiado es el jefe de la Camorra, Pasquale Zagaria, del clan Casalesi. A sus 60 años aún debía estar en cárcel hasta el 2025 pero un Tribunal de Vigilancia de Nápoles  lo puso en libertad el 23 de abril porque según el documento, del cual tengo copia, certificados médicos enviados por su cáncer de vejiga estaba en "elevado riesgo” si se contagiaba de COVID-19. Irónicamente, le permitieron ir a su casa por cinco meses en Brescia, en la región de Lombardía,  con su familia. Y si como dijo Conte, uno de cuatro italianos ha sido contagiado en su domicilio por otro familiar, ni Bonura ni Zagaria estarán más protegidos de la pandemia pero si tendrán la oportunidad de retomar las riendas de su clan criminal.

Para hacer un parangón es como si a Joaquín Guzmán Loera, "El Chapo”, miembro de la cúpula del Cartel de Sinaloa, preso en Nueva York condenado a cadena perpetua, le permitieran volver de forma permanente o por cinco meses a Sinaloa. O como si el Juez Brian Cogan el 20 de abril pasado hubiera autorizado al ex Secretario de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna, acusado de tráfico de drogas y de trabajar para el Cartel de Sinaloa,  salir de prisión porque según sus abogados su salud estaba en peligro.

Por fortuna, el gobierno de Estados Unidos hasta ahora no ha mandado a sus casas a los grandes capos que tiene en prisión, menos mal, porque muchos son mexicanos. Ojalá que el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador tampoco ceda a las presiones que seguro habrá, ni conceda las peticiones de las mamás de los capos por mucho que lo ‘conmuevan'.

(jov)

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