Ley de inmigración: la realidad se volverá oficial
Richard Fuchs
Opinión
17 de agosto de 2018
Alemania ha debatido por muchos años si es o no un país de inmigración. Nunca hubo reglamentación, aunque siempre ha habido inmigración. La política ha sido superada por la realidad, dice Richard Fuchs.
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Durante muchas décadas se discutió aguerridamente sobre si Alemania era, debía o podía ser un país de inmigración. Pero todo se quedó en disputa, sin soluciones útiles.
La realidad ha sido otra: ha habido inmigración, a veces descontrolada. A través del derecho de asilo, cuando el refugiado ha logrado vencer los obstáculos burocráticos, se ha convertido en inmigrante. Pero lo que Alemania nunca ha hecho es una oferta buena, accesible y practicable a artesanos o profesionales extranjeros.
El freno se convierte en acelerador
Ahora, las cosas están cambiando aceleradamente: Alemania será oficialmente un país de inmigración, gracias a que Horst Seehofer, el ministro Federal del Interior de la Unión Social Cristiana de Baviera, presentó un documento que será debatido como proyecto de ley de inmigración. Hasta hace solo pocas semanas, el mismo político se oponía a aceptar la inmigración de profesionales a Alemania. Eso, a pesar de que el partido socialdemócrata lo había plasmado en el acuerdo de coalición del nuevo gobierno.
No sólo los gremios de la industria y el comercio han demandando desde hace años que una potencia económica como Alemania necesita una moderna ley de inmigración para elevar su competitividad, con la ayuda de los mejores profesionales del mundo. Después de años de negación, ahora parece avanzarse en el tema. Incluso aquellos que aún no apoyan la idea de la afluencia de trabajadores cualificados, reconocerán que las ventajas de una inmigración con reglas claras, transparentes y comprensibles.
En varias ocasiones, la canciller Angela Merkel se ha mostrado abierta a una ley de inmigración, a pesar de que su propio partido cristianodemócrata ganó elecciones en el 2000 con un eslogan de rechazo a la inmigración. Ahora esa postura la ha asumido el partido de extrema derecha AfD. Los socialdemócratas, por su parte, creen que la propuesta de Seehofer debería ir más allá. Los liberales y Verdes abogarán por una mayor apertura a profesionales de todo el mundo. Falta mucho por acordar.
Pero una vez que la ley esté en vigor, debería facilitar la afluencia de artesanos, académicos y profesionales. Esto es inteligente, especialmente, debido a la escasez de mano de obra en el sector artesanal, de salud y el cuidado de ancianos.
La integración de los refugiados a la sociedad y el trabajo no se logrará mediante dicha ley. Eso debe hacerse en otro lugar, y esa no es una deficiencia de este proyecto. Los criterios para la inmigración calificada pueden y deben ser educación, edad, dominio del idioma alemán y una oferta de trabajo concreta. Los detalles tomarán su tiempo.
Examen de prioridad, una reliquia del pasado
Hasta ahora, antes de ocupar una vacante, en Alemania se tiene que verificar si no hay un alemán u otro ciudadano de la Unión Europea con la misma cualificación. Los extracomunitarios quedaban en lista de espera, y preferían irse a otro país con una mejor oferta.
Ese obstáculo está mandado a recoger. Este es uno de los muchos pasos que harán que la ley de inmigración sea más transparente, comprensible y justa, para todos. Todavía puede tomar algo de tiempo, antes de que Alemania tenga una ley de inmigración apropiada. Pero la dirección en que se mueve es la correcta. Eso ya es algo.
Richard Fuchs (jov/er)
Alemania, país de inmigración
Alemania es, después de EE. UU., el segundo país con mayor afluencia de inmigrantes. Una muestra en la Casa de la Historia de Bonn ofrece una sinopsis de las corrientes inmigratorias de los últimos 60 años.
Imagen: DW/J. Hennig
Segundo mayor país de inmigrantes
Solo en 2013, la inmigración neta a Alemania fue de 437.000 personas. A partir de los años 50, La RFA y la RDA atrajeron a trabajadores extranjeros. Hoy los inmigrantes provienen principalmente de los nuevos países miembros de la Unión Europea, quienes enriquecen la cultura y las tradiciones alemanas. En el museo Casa de la Historia, en Bonn, se puede ver una retrospectiva de los últimos 60 años.
Imagen: DW/J. Hennig
Los "trabajadores del extranjero"
En los años 50, la República Federal de Alemania vive un boom económico, y para abastecer el mercado laboral, el gobierno se esfuerza en atraer trabajadores extranjeros. La mayoría de ellos llegan con muy poco, dejando atrás una vida en su país de origen.
Imagen: DW/J. Hennig
Búsqueda de empleo
Entre 1955 y 1968, Alemania firma nueve acuerdos de inmigración con otros países: España, Grecia, Turquía, Marruecos, Corea del Sur, Portugal, Túnez y Yugoslavia. Quienes buscaban empleo podían postularse desde su país de origen en las “Oficinas de enlace”.
Imagen: DW/J. Hennig
Controles de salud
Antes de que un inmigrante pudiera trabajar en Alemania se le realizaban estudios médicos. Los análisis se llevaban a cabo en el país de origen. Solo quien estaba sano y era capaz de desempeñarse en sus tareas obtenía un puesto en Alemania Occidental.
Imagen: DW/J. Hennig
El inmigrante número 1 millón
En 1974 llegó a Alemania el inmigrante 1.000.000. era Armando Rodrigues de Sá, de Portugal, un carpintero de 38 años, quien recibió como premio un ciclomotor. Cuando fue nombrado por altoparlante en una estación de tranvía de Colonia con motivo de su llegada, creyó que querían deportarlo.
Imagen: DW/J. Hennig
Recorriendo Europa con un Ford Transit
El turco Sabri Güler recorrió Europa con este Ford Transit. El comerciante compró ese automóvil para viajar de Alemania a Turquía. Era un modelo muy cómodo y popular entre los trabajadores provenientes de Turquía.
Imagen: DW/J. Hennig
Trabajadores para Alemania Oriental
También en la RDA se atrajo a inmigrantes a mitades de los años 60. Se los llamó “contratados” y trabajaban, sobre todo, en la industria textil. Llegaban de países comunistas como Vietnam, Cuba y Argelia. En la RDA había, sin embargo, menos inmigrantes que en la RFA. En 1989 sólo eran 190.000, mientras en el oeste alcanzaban los cinco millones.
Imagen: DW/J. Hennig
Comida multicultural
Muchos inmigrantes trabajaban para luego recoger a sus familias y llevar una vida juntos en Alemania. Trajeron con ellos gran número de tradiciones, entre ellas, sus hábitos culinarios, que hoy forman parte de la cocina alemana, como, por ejemplo, el Döner, hecho de láminas de carne de cordero o pollo.
Imagen: DW/J. Hennig
Aumento de delitos xenófobos
Durante los años 80 y 90, se comenzó a generar una atmósfera de crítica a la inmigración en la opinión pública alemana, y en los medios se debatía el temor a la criminalidad de jóvenes, hijos de extranjeros. El resultado fue una ola de actos violentos xenófobos y racistas contra inmigrantes.
Imagen: DW/J. Hennig
Tradición vs. multiculturalidad
También dentro de muchas familias de inmigrantes se produjeron conflictos culturales. En su film “Contra la pared”, el cineasta alemán Fatih Akin, de origen turco, trata el choque de la educación tradicional musulmana con la vida occidental. En la Berlinale de 2004, la película fue la primera cinta alemana en recibir un Oso de Oro después de 17 años.
Imagen: DW/J. Hennig
Príncipe Balam I.
La asociación de carnaval “Koe Jonge e.V.” nombró príncipe de su desfile a Balam Byarubanga en 2011. Balam I es el primer príncipe afroalemán de carnaval. Los responsables de la asociación enviaron una clara señal contra el racismo y a favor de la integración. Su traje puede verse en la exposición en la Casa de la Historia, en Bonn.