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“Ley Justina”: desconfianza hasta en la muerte

María Santacecilia
9 de julio de 2018

En entrevista con DW, el nefrólogo español Eduardo Martín Escobar, secretario del Consejo Iberoamericano de Trasplantes, explica el malestar en Argentina tras la aprobación de la "Ley Justina" de donación de órganos.

Imagen: picture-alliance/dpa/T. Hase

Deutsche Welle: ¿Aumentarán las donaciones en Argentina con la aplicación de la "Ley Justina"?

Eduardo Martín Escobar: Cambiar la ley no soluciona el problema de la donación en ningún país. Si la ley no va acompañada de otras medidas, no es la solución para que aumenten las donaciones. La "Ley Justina” apareja también medidas de carácter organizativo y en eso tendrá que trabajarse en aquel país. Aquí en España no ha sido la ley la que ha permitido el éxito en la donación de órganos, sino nuestra organización, la implicación de los profesionales sanitarios y el estar tratando siempre de mejorar. 

¿Y respecto al donante? ¿Qué cambia la ley?

Al parecer, la nueva ley define mejor las circunstancias para ser donante. Se crea un registro para decir que no se quiere ser donante. También se contempla la donación de menores y la donación en parada cardiocirculatoria. En Uruguay también se puede donar tras parada cardiocirculatoria. En general, los países del Cono Sur son los que están más avanzados y están más estructurados organizativamente.

Ha causado malestar social y en la propia Sociedad Argentina de Trasplantes el hecho de que la "Ley Justina" prescinda del consentimiento de la familia para realizar la donación.

Entiendo que la Sociedad Argentina de Trasplantes haya protestado, porque eso solo crea desconfianza en la población. Y tampoco va a mejorar las cifras de donaciones. Los ciudadanos sienten que se les fiscaliza hasta los cadáveres, como si todo el mundo tuviera la obligación de donar. Es la sensación de sentirse obligado a ser donante, como si uno tuviera que pagar impuestos también con su propio cadáver. Pero creo que es una cuestión más de sentimientos que de realidades, porque, por lo que he leído en prensa, tampoco se va a obviar del todo la voluntad de la familia.

Operación de trasplante de pulmón en Hannover. Imagen: picture-alliance/dpa/MHH/Junge

Otro argumento es que quienes tienen menos recursos y no saben que pueden negarse en vida a donar, sean utilizados a su muerte sin consultar con sus familias.

Yo pienso que eso no va a suceder en la práctica. La ley está para proteger al ciudadano y garantizar la equidad y la no discriminación.

En países como Perú, con una tasa bajísima de donaciones, hay gente que consigna en vida su voluntad de ser donante, pero sucede que, cuando fallece, la familia se opone a la donación.

En muchos países de Latinoamérica hay desconfianza de la población hacia el Estado y a la organización sanitaria. Los sistemas sanitarios están fragmentados y hay descoordinación entre ellos. La gente no se cree que los ricos no vayan a beneficiarse en detrimento de los pobres. De hecho, donde donde hay más donaciones es en los hospitales públicos, pero los trasplantes se hacen en los hospitales privados. Eso crea desconfianza.

¿Cómo es el caso de Uruguay, líder de la región en donaciones?

Uruguay tiene un sistema sanitario similar al español, un sistema nacional de salud que cambió hace relativamente poco. Eso influye en el número de donaciones. Cuando cambió la ley, en principio descendió el número. Pero Uruguay es un país pequeño, con una buena organización, y eso ha hecho que se convierta en líder de la región.

Autora: María Santacecilia (ERS)

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