Liberan a exprimera dama de Honduras acusada por corrupción
24 de julio de 2020
En marzo pasado la Corte Suprema de Honduras anuló la sentencia de 58 años de prisión impuesta a la exprimera dama Rosa Elena de Lobo.
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La ex primera dama de Honduras Rosa Elena Bonilla de Lobo fue liberada este jueves (23.07.2020), después que la Corte Suprema anulara el juicio en el que había sido condenada a 58 años de cárcel por apropiación de fondos públicos, pero tendrá que someterse a otro proceso, informaron fuentes judiciales.
La esposa del expresidente Porfirio Lobo, que dirigió el país entre 2010 y 2014, salió de la cárcel de mujeres de Támara, 20 milómetros al norte de la capital, donde estaba presa desde que fue capturada en su residencia el 28 de febrero del 2018.
Bonilla fue acusada originalmente por la fiscalía de violación a los deberes de los funcionarios y lavado de activos, por el supuesto desvío de 12 millones de lempiras (unos 500.000 dólares) de fondos públicos del despacho de la primera dama a cuentas personales.
La Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia anuló la sentencia el pasado 4 de diciembre porque dice que "ella no es funcionaria, ni lavó activos", explicó Deisy Banegas, la apoderada legal de Bonilla.
Nuevo juicio
Los cinco jueces de la Sala resolvieron por unanimidad revocar "la medida de prisión preventiva" dictada contra Bonilla, anota el documento del fallo.
El Poder Judicial debe nombrar ahora otro tribunal para que comience de nuevo el juicio, indicó Banegas.
El 5 de septiembre del 2019, la ex primera dama, de 53 años, había sido sentenciada a 58 años de cárcel por los delitos de "apropiación indebida de fondos públicos" y "fraude", aunque la fiscalía del Ministerio Público la había acusado también de "lavado de activos".
Según Banegas, la Sala de lo Penal concluyó que la fiscalía no había podido probar el desvío de los fondos porque cuando Bonilla entregó el cargo, el 27 de enero del 2014, liquidó siete millones de lempiras y entregó la liquidación a la casa presidencial, junto a los otros cinco millones.
Los fondos fueron donados por el gobierno de Taiwán para proyectos sociales.
mg (afp, La Tribuna, El Heraldo)
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Honduras: coronavirus y el infierno de las cárceles
En las cárceles de Honduras los reclusos temen contagiarse con el coronavirus. La distancia social es imposible en las celdas abarrotadas. Esto también aumenta la tensión mental de quienes están privados de su libertad.
Imagen: Reuters/A. Latif
Cuando el sol se pone...
Para Yerbin Israel Estrada (centro) la peor parte del día es cuando el sol se pone. Entonces cientos de reclusos de la prisión de La Esperanza, en Honduras, tienen que abandonar el pequeño patio y volver a sus estrechas celdas. "Es entonces cuando comienza realmente el infierno", dice el joven de 26 años, que cumple una condena de seis años por posesión de marihuana.
Imagen: Reuters/A. Latif
Una apremiante estrechez
Como muchos otros reclusos, Estrada está alojado en una celda completamente superpoblada. En algunas celdas viven hasta 130 personas juntas en un espacio muy reducido y comparten camas. Por la noche, dice Estrada, oye los quejidos de sus vecinos y las ratas que corren por la celda.
Imagen: Reuters/A. Latif
La ley de la calle
Las condiciones en esa cárcel son devastadoras. Hay espacio para 70 personas, pero, de hecho, hay más de 450 delincuentes encarcelados allí. Las quejas son inútiles: porque el lema es: 'Mirar, escuchar, callar'. Ese es también el lema de las pandillas en América Central. Estrada dice: "La única forma de salir de aquí es mantener la cabeza agachada".
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Prohibidas las visitas
El único alivio para los reclusos hasta ahora han sido los días en los que sus esposas y familias los visitaban. Con la llegada del coronavirus a Honduras, las autoridades prohibieron las visitas. Y como, de todos modos, las tarifas de las llamadas telefónicas son inasequibles y solo hay tres teléfonos funcionando, los reclusos están ahora prácticamente aislados del mundo exterior.
Imagen: Reuters/A. Latif
Alto riesgo de infección
Según la Universidad Johns Hopkins, actualmente hay unos 3700 contagiados de coronavirus y más de 170 muertos en Honduras. El gobierno informa de cifras más bajas y habla de 2.000 personas infectadas. Pero los expertos creen que el número es mayor, porque no se hacen suficientes test en el país. Muchos reclusos temen infectarse en la cárcel.
Imagen: Reuters/A. Latif
Sin esperanza
Además de los riesgos para la salud que plantea el hacinamiento, la pandemia ha supuesto una carga psicológica para los ocupantes. "Prohibir las visitas es lo peor que puede pasar Es lo que necesitan, porque les da esperanza", dice a DW Jacinto Hernández, psicólogo de la prisión La Esperanza.
Imagen: Reuters/A. Latif
Consecuencias fatales
Hasta ahora ha habido pocas infecciones de coronavirus en las 29 cárceles del país. Pero si la COVID-19 se propagara masivamente dentro de una prisión, las consecuencias podrían ser desastrosas. Las penitenciarías en Honduras no permiten mantener distancia social. 22.000 personas se encuentran encerradas en edificios que, en realidad, solo tienen capacidad para 10.000 reclusos.