La violencia racista y patriarcal se ceba contra las mujeres indígenas medioambientalistas de Centroamérica. DW habló con algunas de ellas en Bruselas. Quieren hacerse visibles ante Europa.
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"Nos sacan de nuestros territorios. Nos oponemos y nos encarcelan. Nos desgastamos pagando abogados: si no es por el bosque, es por el río,” cuenta en Bruselas Sandra Calel Camuec, lideresa maya poqomom del norte de Guatemala. Calel preside la Asociación de Vecinos de Mocohan, en Purulha (Baja Verapaz). Al igual que ella, otras lideresas de Guatemala, de Honduras, de México y de Colombia trajeron esta semana (11-15 de noviembre de 2019) a las instituciones europeas una llamada de auxilio.
Aunque el tema viene de lejos, el actual recrudecimiento de asesinatos a líderes ambientalistas en América Latina fue motivo de un reciente comunicado (07.11.2019) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Duras palabras para la Justicia
"Hay que subrayar que las mujeres indígenas que asumen liderazgo son especialmente vulnerables. A la criminalización, se suma la violencia machista y patriarcal”, explica Francisca Núñez de Brigadas de Paz Internacional, organización que apoya esta gira. Se detecta algo en común en estos conflictos: son las comunidades contra grandes proyectos de desarrollo o contra la agroindustria.
En el patrón se repite también la impunidad y, especialmente en zonas rurales, la falta de acceso a la justicia. "¿Justicia? Más bien tenemos mucho miedo a dar información; lo primero que exigen son nuestros cuerpos”, cuenta a DW Nora Ramírez, directiva del Centro Nacional de Trabajadores del Campo de Honduras.
"Sí denunciamos, pero no sirve de nada. Lo máximo que hacen es ponernos a un militar que nos siga, no que nos proteja”, continúa Ramírez y recuerda que Berta Cáceres, la lideresa hondureña asesinada en marzo de 2016, tenía un esquema de protección. "La justicia en Honduras nos lleva a la muerte”, acusa Ramírez.
"En Guatemala, la Justicia está copada por el Estado. La violencia patriarcal contra la mujer indígena es sistémica”, dice a DW Thelma Pérez, lideresa maya ch´orti y representante de la Red de Sanadoras Ancestrales de Ixmulew. Ella misma ha interpuesto en dos ocasiones denuncias por violación. Sin respuesta.
Por su parte, la lideresa hondureña acusa algo similar: "Cuando vamos a denunciar, nos acusan de haber dejado abandonados nuestros hogares. Afirman que buscamos que nos violen por andar metiéndonos en cosas que no debemos”.
Estrategias de protección
De ser así las cosas, ¿qué estrategias siguen para protegerse? "Nosotras mismas nos encargamos de nuestra protección, tenemos alguna casa de seguridad en donde podemos refugiarnos”, responde Calel.
"Asumimos nuestra autoprotección juntándonos con otras organizaciones”, añade Pérez. "También cuidamos de sanarnos física y espiritualmente con nuestros métodos de la cosmovisión maya”, puntualiza.
Con todo, el acompañamiento de la comunidad internacional –en este caso de la organización PBI- es, para las tres defensoras, vital. No obstante, "a muchas les ha tocado dejar el territorio, irse a la ciudad. Algunas al exilio. Pero tienen que dejar a los hijos y esas familias quedan desintegradas””, concluye Ramírez.
Verificación bienvenida
Las tres lideresas ven esperanzadas las posibles acciones de Europa y sus directrices para proteger a defensores de derechos humanos y a las mujeres medioambientalistas. "Por eso hemos venido hasta aquí, para pedirles que envíen una misión a ver cómo las quebradas ya no tienen agua”, pide Calel.
"Deben comprender que el militarismo en Guatemala no es sólo para controlar territorios, sino para abusar de los cuerpos de las mujeres indígenas”, denuncia Pérez.
"Querríamos que entendieran lo que significa que el 60 por ciento de nuestro territorio ancestral ha sido concesionado, que comprendieran que la lucha de las mujeres es más fuerte, porque no sólo cargamos con el trabajo comunitario, sino con la defensa de nuestras familias y del territorio. Si nos matan o nos exiliamos, ¿quién se queda a cargo de los hijos?”, concluye Ramírez.
(ms)
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Honduras, el reino de la fuerza bruta
En Honduras, entre diez y doce personas mueren a diario por causas violentas. Ese riesgo lleva a un segmento nada desdeñable de su población a huir en caravanas, con la vida por todo tesoro, hacia países menos inhóspitos
Imagen: Reuters/E. Garrido
De la fiesta, la resaca
En esta nación centroamericana, cada año suele empezar y terminar como los anteriores: con el silencio de los muertos y el llanto de los dolientes. Fuentes policiales informaron que al menos trece personas fueron asesinadas –diez de ellas con armas de fuego– durante las fiestas de Nochevieja y Año Nuevo. Las mismas celebraciones dejaron al menos veinte muertos en 2017.
Imagen: Reuters/E. Garrido
En las manos equivocadas
A lo largo de 2018, la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (FUSINA) decomisó aproximadamente 2.400 armas de distinto calibre en territorio hondureño tras determinar que eran portadas ilegalmente. 123 de ellas, piezas de alto poder, eran utilizadas por bandas criminales. Un año antes, la cifra de armas de fuego decomisadas por tenencia ilegal fue de 3017.
Imagen: Reuters/E. Garrido
El saldo del negocio
La Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (FUSINA) sostiene que Honduras cerró 2018 con un saldo de 3.614 homicidios. Muchos de esos asesinatos son producto de la violencia asociada al narcotráfico. El año pasado, las autoridades locales decomisaron más de 8,7 toneladas de drogas y detuvieron a más de 12.000 personas, principalmente por vínculos con bandas criminales.
Imagen: Reuters/E. Garrido
Las pandillas del Triángulo Norte
Las autoridades de los tres países que conforman el Triángulo Norte de Centroamérica –Honduras, Guatemala y El Salvador– planean asestarles duros golpes a las pandillas con la operación “Escudo Regional III”, que contempla allanamientos, decomisos, capturas y acciones penales públicas contra cabecillas y miembros de grupos como la Mara Salvatrucha MS-13 y Barrio 18 (dos integrantes en la foto).
Imagen: Reuters/E. Garrido
“Escudo Regional III”
La operación “Escudo Regional III” buscará echarles el guante a bandas responsables de “una gran cantidad de delitos de asesinato, homicidio en su grado de ejecución de tentativa, robo agravado, robo de vehículo agravado, adquisición de vehículo robado, uso ilegal de armas prohibidas, porte ilegal de arma de fuego comercial y asociación ilícita”, informó el Ministerio Público hondureño.
Imagen: picture-alliance/dpa
La “mano dura” estatal
No toda la violencia prevalente en Honduras es atribuida a las bandas criminales. Según varias organizaciones no gubernamentales, el Ejecutivo de Juan Orlando Hernández viola sistemáticamente los derechos humanos de quienes lo acusan de haber cometido fraude para garantizar su reelección como presidente en los comicios de noviembre de 2017. Se habla de asesinatos (38) y persecución política (465).
Imagen: Getty Images/AFP/O. Sierra
Mujeres y niños primero
Unas 6.000 mujeres fueron asesinadas en Honduras entre 2002 y el primer semestre de 2018. Más del 90 por ciento de los casos está impune por falta de investigación, sostiene el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos de Honduras (CONADEH). Las mujeres y los niños suelen ser víctimas de las formas de violencia más disímiles: la de las bandas criminales y la ejercida por sus allegados en casa.
Imagen: Reuters/E. Garrido
Violencia de género
El CONADEH asegura que cientos de hondureñas se ven forzadas a abandonar sus hogares por amenazas de muerte, asesinatos de familiares, extorsión y por el reclutamiento forzoso de niños y adolescentes llevado a cabo por bandas criminales. Pero, además, las mujeres son vulnerables en sus propias casas y, cuando son asesinadas, los homicidas suelen dejar indicios de saña, crueldad y odio.
Imagen: Reuters/E. Garrido
La impunidad como motor
La Asociación para una Ciudadanía Participativa presentó un informe según el cual más del 90 por ciento de los asesinatos y las violaciones de los derechos humanos quedaron impunes en Honduras en 2018. A juicio de sus voceros, eso propicia la violencia al evidenciar la debilidad de las instituciones y le da impulso a la emigración masiva, por la desconfianza que inspira la Justicia local.
Imagen: Getty Images/AFP/O. Sierra
¡Adiós, Honduras!
En diciembre de 2018, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) publicaron un atlas que refleja detalladamente los ciclos migratorios en el norte de Centroamérica. Según ese mapa, el número de hondureños que abandonaron su país aumentó en un 94 por ciento entre los años 2000 y 2010. Nada apunta a que ese éxodo amaine.
Imagen: Getty Images/AFP/P. Pardo
Turismo improbable
El Gobierno de Estados Unidos les desaconseja a sus ciudadanos viajar a Honduras debido a los niveles de violencia que allí se registran. No obstante, el Ejecutivo de Donald Trump ha sido criticado por cancelar la protección migratoria especial concedida a 57.000 hondureños después de que el huracán “Mitch” devastara a su país en 1998; ellos sí que deberán regresar a esa realidad a corto plazo.