Difícil se perfiló desde un comienzo la reunión de la Liga Árabe, ante el conflicto militar que también divide a los miembros de esta organización. Por lo menos 12 mil personas participaron en una manifestación contra la guerra de Irak en el Cairo, a pocos kilómetros del lugar donde sesionaron los ministros de Relaciones Exteriores, luchando por encontrar una postura común.

Entre la espada y la pared

El mensaje de la calle es claro en los países árabes: la presencia de tropas estadounidenses y británicas en la región es considerada una agresión, desde mucho antes de iniciarse la actual confrontación. Especialmente conflictiva es la situación para países como Kuwait, Qatar, Bahrein, Arabia Saudita y Omán, que albergan importantes bases militares aliadas en su territorio. Porque no es ningún misterio que la solidaridad de la población con el pueblo iraquí podría volcarse fácilmente en ira contra los respectivos gobiernos, que colaboran con las fuerzas estadounidenses y británicas.

En un silencio glaciar escucharon los representantes de Kuwait y Qatar el discurso del ministro libio, Ali el Treiki, que cosechó en cambio sostenidos aplausos de otros delegado al alabar el "heroísmo iraquí" y asegurar solidaridad al pueblo de Irak. Una vez más se manifestó así la profunda brecha que separa a los países árabes, pese los esfuerzos realizados en pos de la esquiva cohesión.

Llamado a la ONU

No obstante, en el encuentro -al que no asistieron todos los ministros- se logró aprobar una declaración clara, que condena la guerra contra Irak como una agresión y violación de la Carta de las Naciones Unidas. Únicamente Kuwait se pronunció en contra del documento, que insta a los miembros de la Liga a mantenerse al margen de las operaciones militares.

Junto con exigir la inmediata retirada de las tropas estadounidenses y británicas de Irak, los ministros demandaron convocar una sesión de urgencia del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General de la ONU. Fueron palabras duras que, sin embargo, probablemente no incidirán en el curso de este conflicto, ni modificarán la situación actual. Las bases militares seguirán siendo utilizadas por los aliados, pese a la retórica política que difícilmente logrará aplacar los ánimos de la población del mundo árabe.