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“Llamadas desde Moscú”, una crítica a Cuba en la Berlinale

Camilo Toledo-Leyva
23 de febrero de 2023

Cuatro cubanos gays exiliados en Moscú llaman a sus familias en Cuba para contarles su día a día en el duro invierno ruso. Todo en medio de las provocaciones de Rusia contra Ucrania, que al final termina siendo invadida.

Hombre durmiendo sobre un sofá.
Los cuatro cubanos del documental comparten un departamento en la capital rusa.Imagen: Cuarto Oscuro Cine

Con su documental "Llamadas desde Moscú”, el director Luis Alejandro Yero pone en el reflector de la Berlinale el incesante éxodo cubano. La película, que se exhibe en la sección Forum Special del festival alemán, sigue a cuatro migrantes cubanos gays durante su exilio en Moscú.

La filmación se realizó días antes del comienzo de la invasión rusa de Ucrania, que obligó al realizador a un cambio de planes. Sobre ello y la crítica política de su cinta, DW habló con Yero.

DW: ¿Cómo surge la idea de grabar un documental sobre migrantes cubanos gays que llegan a Moscú?

Luis Alejandro Yero: En 2020, cuando el mundo se paralizó por la pandemia y después de haber estado viajando mucho, me quedé sin poder salir de La Habana. Mi familia ya no vive allá y todos mis amigos se habían ido del país en los últimos años. Ese sentimiento profundo de soledad y desarraigo me llevó a preguntarme: qué significa el hogar, cómo se construye el hogar. Esos días encontré un artículo en El País que hablaba sobre la vida de los cubanos explotados por el capitalismo ruso.

Me movió la fragilidad que todo lo que eso representa: ser migrantes, latinos, no manejar el idioma y el clima. Además de eso, el ser queer en un país como Rusia. Lo hice desde esa perspectiva porque también soy queer. Así surgió el deseo inmenso de ir hasta Moscú para grabar las historias de los migrantes cubanos. Quería entender, sobre todo, cómo logran construir un hogar o si es que logran construir uno.

Muchos se podrían imaginar que, al ser Cuba y Rusia países "amigos”, un cubano sería bien recibido por los rusos…

Mi impresión personal, después de vivir tres meses en Moscú, es que la sociedad rusa es bastante hostil con los extranjeros. Rusia es uno de los países que está menos pensado y diseñado para acoger población migrante, incluidos los cubanos. A pesar de ambos tener sistemas totalitarios y un pasado común, un cubano, por una cuestión cultural y de identidad, se siente en Rusia en las antípodas. Muchos cubanos viajan a Rusia precisamente por ese lazo político o pasado en común. Todo cubano conoce a alguien que se casó con una rusa o un ruso. Además, Rusia es uno de los pocos países que no le pide una visa a los cubanos. Muchos aprovechan eso, y justo ahora está ocurriendo el mayor éxodo de gente jóven de la historia de Cuba. Algo que es completamente grave.

Uno de los grandes problemas para los migrantes cubanos es el duro invierno ruso. Imagen: Cuarto Oscuro Cine

¿Es tu documental una crítica a la raíz del éxodo cubano, que es la crisis económica, social y política que atraviesa el país?

La película tiene una búsqueda más personal. Parte de mi experiencia y de mi dolor como cubano. Precisamente ese dolor y esa búsqueda de hogar tiene su raíz en la incapacidad de un Gobierno que ha llevado a un país a la ruina y está llevando a toda una generación a irse en estampida del país. Esto se puede ver en la película. Los cuatro chicos están en un apartamento en Moscú y no quieren regresar a Cuba. Pese a las circunstancias en las que viven, prefieren quedarse. Eso resulta muy terrible.

Tu intención era grabar un documental sobre la situación de los cubanos en Moscú. Pero, con el estallido de la invasión rusa de Ucrania, ¿de qué forma cambiaron tus planes?

Antes de que empiece el ataque ruso contra Ucrania, se escuchaba en las noticias, algo que se puede ver en la cinta, pero no le prestaba mucha atención, porque estaba bastante ocupado con la investigación de la película. Terminamos de grabar una semana antes de que Putin declarase la invasión de Ucrania.

¿Qué hicieron cuando ocurrió la invasión? ¿Tuviste miedo?

Salimos corriendo de Moscú. Fue una locura, algo muy sorprendente y un poco aterrorizante. El día de la invasión, mi productor y yo fuimos a la Plaza Roja, que estaba llena de gente y policías. Pero había un silencio y una tensión tan fuerte, que te das cuenta que está sucediendo algo muy grave teníamos que irnos ya. Un día después de llegar a Cuba, cancelaron todos los vuelos directos La Habana-Moscú. Me hubiese quedado varado en Moscú quién sabe por cuánto tiempo.

Tu documental se estrena a un año de ese suceso, ¿qué te parece que la Berlinale muestre su solidaridad con Ucrania y las protestas en Irán?

Los festivales de cine que tienen una resonancia tan grande como la Berlinale, obviamente, son plataformas muy importantes para apoyar dichas causas. A mí me gusta mucho la idea de que el arte quizá no pueda cambiar nada en el mundo, pero sí puede cambiar la forma de cómo se miran las cosas. De esta forma se crean más redes de apoyo. Por otro lado, que mi país apoye a Rusia me parece vergonzoso.

(ms)

 

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