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Llamando a la puerta europea: ¿quién ayuda al Congo?

Luna Bolívar Manaut6 de marzo de 2006

Por primera vez en su historia la República Democrática del Congo se enfrenta a unas elecciones que pretenden ser libres pero claman ayuda internacional. Poco tienen los congoleses para ofrecer a cambio, y Europa duda.

El equilibrio es frágil y el camino hacia la normalidad peligroso en la RDC.Imagen: AP


La tragedia de la República Democrática del Congo se asemeja demasiado a la de sus vecinos africanos. Por falta de originalidad, la comunidad internacional le niega el interés. Las guerras, la corrupción política, las milicias, los "niños soldado", las caravanas de refugiados, el hambre, el miedo y la miseria: todas estas tristes historias ya se han oído en occidente. Si fueron contadas sobre el Congo o Ruanda, es lo de menos.

No se espera que se alcancen grandes decisiones en Innsbruck, en el sur de Alemania, donde entre hoy y mañana los ministros de Defensa de la Unión Europea han de debatir quiénes y con qué medios atenderán la llamada de Naciones Unidas para proteger los ya aplazados comicios de junio.

La República Democrática del Congo es una patata caliente con la que nadie quiere quemarse, y aún así, más tarde o más temprano, a Europa no le quedará otro remedio demostrar si se toma realmente en serio su papel en la política internacional, aun cuando los intereses económicos no están de por medio.

En qué consistiría el apoyo

Joseph Kabila heredó el poder de su padre. Las elecciones han de darle un tinte democrático a su gobierno.Imagen: AP

Desde 1999 la ONU mantiene estacionado en el Congo el mayor contingente de cascos azules del mundo. En total, 18.600 soldados velan por que se cumpla el alto en un país de la extensión de Europa del Este. Naciones Unidas ha solicitado ahora a la UE que colabore con otros 800 soldados, cuya misión sería garantizar la seguridad en caso de que el candidato en el poder perdiese los comicios.

Ese candidato se llama Joseph Kabila y ocupa el gobierno desde 2001, después de que su padre falleciese en un intento de golpe de Estado organizado por milicias rebeldes. Las elecciones son para Kabila una especie de referéndum, y Naciones Unidas teme que los antiguos jefes milicianos con los que comparte el poder, que siguen controlando diversos grupos armados en el país, no estén dispuestos a aceptar pacíficamente una posible derrota.

Dónde están las reticencias europeas

La República Democrática del Congo está lejos de ser un país pacificado. Muchos refugiados aún no han podido regresar.Imagen: AP

Más allá de la dudosa cuestión de si 800 soldados adicionales pueden garantizar la seguridad de un país de casi 60 millones de habitantes en el que reina el caos, los europeos no se muestran muy eufóricos con su labor africana. Gran presión se ejerce sobre Alemania, que es vista como la indicada para coordinar la misión. En Postdam, ciudad pegada a Berlín, se ubicaría el cuartel general de las tropas europeas.

Los alemanes, por su parte, no quieren ni oír hablar de funciones directivas. En Alemania la opinión pública siempre muy reticente al envío de soldados al extranjero, y los altos mandos militares preferirían hacerse cargo del aeropuerto de Kinshasa, la capital congolesa, un lugar cómodamente poco peligroso y que facilita la retirada.

Muchos en Europa proponen desplazar una fuerza multinacional cuya coordinación se lleve a cabo conjuntamente, de manera que ningún miembro tenga que cargar solo con la responsabilidad. El problema es que el recurso a fuerzas multinacionales se está abandonando por falta de efectividad. La misión en el Congo requiere grandes labores logísticas y de protección de los propios soldados, así como un plan efectivo de abandono del país en caso de que fuera necesario, y sobre todo, una buena dirección de operaciones.

Quién es la República Democrática del Congo

Fue la pasión expansionista del rey belga Leopoldo II por tierras congolesas la que llevó al Congreso de Berlín, en el que se procedió al reparto del continente africano entre las potencias europeas durante el último tercio del siglo XIX. Hasta 1960 Bélgica no se retiró del país centroafricano, al que le concedió la independencia sin renunciar a mover los hilos desde la sombra.

Patrice E. Lumumba fue el primer presidente del Congo y Joseph Mobutu, apoyado por Estados Unidos y Bélgica, el primero en dar un golpe de Estado e instaurar una de las dictaduras más terroríficas de un continente famoso por los desmanes de su clase política. Entre 1971 y 1997 el país se llamó Zaire. En 1997 Mobutu fue derrocado por Laurent-Désiré Kabila, el padre del actual Kabila, y nació la República Democrática del Congo (que no debe confundirse con la pequeña República del Congo). En la guerra civil que sucedió al cambio de poder, entre 1998 y 2003, se calculan que murieron más de tres millones de personas.

Este cruento pasado sirve para comprender la importancia del débil alto el fuego alcanzado, que sigue sin llegar a la zona sur y oeste del país, y de las primeras elecciones democráticas tras 46 años de independencia. También explica el miedo de Naciones Unidas a que estalle un nuevo conflicto y los temores de los países europeos a verse envueltos en él. A lo que no da respuesta es a la indiferencia con la que mira el mundo.

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