Los haitianos son mano de obra barata y sin derechos en República Dominicana. Su país sigue destruido desde el terremoto del 2010. La crisis socio-económica y política es candente. Sus causas son sumamente profundas.
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Para los haitianos que estén en condición irregular en República Dominicana no habrá vacunas contra el COVID-19. El problema es que en el pequeño estado insular caribeño viven centenares de miles de haitianos, la mayoría de ellos sin documentación regular.
Una frontera de apenas 376 kilómetros divide la isla La Española, de poco más de 76.000 kilómetros cuadrados, de norte a sur. Y separa a sus poblaciones: la de un país turístico -que aunque de economía frágil acaricia la renta media- de la del país más pobre del hemisferio.
Algunos datos
Mientras Santo Domingo tiene una renta per cápita anual (datos de 2018) de unos 7.000 euros, Puerto Príncipe registra 735 euros; a los aproximadamente 2000 euros que gasta República Dominicana en salud se oponen los 71 de Haití; en educación, la diferencia en el gasto público es de 181 a 20 euros per cápita.
¿Se debe a las consecuencias del terremoto que en 2010 hizo desplomar el 60% de la infraestructura médica de la que fue "la perla de las Antillas”? ¿A los 316 mil muertos y a las 1,5 millones de personas sin hogar? Sí, el terremoto -que impactó también a República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, Bahamas y Jamaica- aportó a la desolación actual. Pero, en realidad, no es toda su causa.
"En 2010, todo el mundo habló de Haití. Eran las víctimas de siempre, las condenadas a un destino maldito”, explica a DW Fréderic Thomas, investigador del Centre Tricontinental,un think tank belga con sede en Lovaina-La-Nueva.
"Se invisibilizó a los haitianos, las raíces sociales, políticas e históricas de la catástrofe que no fue tanto el sismo, sino la falta de urbanismo, de acceso a alimento, de políticas públicas de salud”, agrega el especialista.
Los millonarios fondos de la asistencia humanitaria internacional se destinaron a paliar lo urgente y a construir algunas casas. "Los haitianos nunca estuvieron en primera línea”, acota.
¿Es en este contexto que hay que entender la emigración ilegal hacia República Dominicana? No solamente. "En un principio, fue un acuerdo entre gobiernos, bajo Francois Duvalier. Haití alquilaba mano de obra a República Dominicana”, informa Thomas. Los ingresos iban a su bolsillo; para Santo Domingo era ventajoso contar con mano de obra barata. Cuando la dinastía Duvalier acabó, los haitianos comenzaron a ir a República Dominicana como obreros, sin derechos, para estancias de algunos meses. Esto sigue vigente; en la actualidad, en la frontera, se exige tasas para su ingreso. Pero "legales” no son.
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Un racismo profundo
"El factor agravante es el racismo”, dice el especialista. "Mientras que en República Dominicana se sienten latinos, en Haití son negros”, subraya. Las estructuras profundas hay que buscarlas en la época colonial. Por otro lado, a República Dominicana le conviene la mano de obra barata y la falta de control”, afirma, puntualizando que los haitianos nacidos en territorio dominicano no tienen derecho a la nacionalidad.
Cabe recordar que la isla comparte una convulsa historia, en la cual fue botín de guerra de los poderes coloniales.
Con todo, "hasta la década de los 70 del siglo XX, Haití y República Dominicana estaban económicamente al mismo nivel. Pero en Haití la dictadura se prolongó, dependía del café cuyo precio se desplomó y optó por depender mucho de Estados Unidos. República Dominicana optó por otra estrategia. Pero no es que no sea frágil, es que Haití se está hundiendo”, subraya Fréderic Thomas.
La última ola de protestas, el hartazgo de la población y la exigencia de nuevas elecciones y cambios constitucionales son, políticamente, el efecto más reciente ¿Cabe esperar después de una nueva contienda electoral un enfoque que traiga un poco más de justicia social a los haitianos?
Fréderic Thomas no oculta su escepticismo: "Si bien, desde hace unos dos años, hay un sentimiento de hartazgo por la corrupción ética y económica, entre la clase política y económica dominante y el resto de los haitianos hay una asimetría muy grande. A los primeros les interesa dominar, no hay un proyecto nacional”. En cuanto a un apoyo sustancial que pueda venir de República Dominicana en tiempos de crisis con pandemia o sin ella, ¿hay alguna esperanza? "No creo, el racismo es un consenso fácil”, concluye Thomas.
Haití, entre el caos y los intentos de resurgir
Tras el devastador terremoto de Haití en enero de 2010, las donaciones fluyeron en miles de millones. Diez años después, la pobreza y la corrupción dominan los titulares del Estado caribeño. Pero hay esperanza de cambio.
12 de enero de 2010, poco antes de las 5 de la tarde: La tierra tiembla en el pequeño país que comparte la isla con República Dominicana. Intesidad de 7.0 en la escala de Richter. En algunos lugares se derrumbó el 90% de los edificios. Al menos 200.000 personas mueren y más de un millón se quedan sin hogar. Con 6.600 millones de dólares, los daños superan el producto interno bruto del país.
Imagen: AP
Catástrofe en el país de las crisis
Enero de 2011: Cruces en una fosa común cerca de la capital Puerto Príncipe. El terremoto golpeó a un país ya de por sí en crisis: en 2010, Haití era -y sigue siendo- el país más pobre del hemisferio occidental, sufriendo de sobrepoblación y corrupción. Los desastres naturales no son raros. Una epidemia de cólera que siguió al terremoto mató a miles de personas más.
Imagen: A.Shelley/Getty Images
Solidaridad global
Un momento de diversión en un campamento para víctimas del terremoto, construido en 2010 con la ayuda de la ONU, ONGs y particulares: el dinero fluyó desde todo el mundo para la reconstrucción. A nivel local, muchas organizaciones de ayuda han hecho un trabajo eficaz, construyendo casas, por ejemplo, dice a DW Bert Hoffmann, politólogo del Instituto Leibniz de Estudios Globales (GIGA).
Imagen: AP
Ayuda que destruye
Las donaciones de alimentos de Estados Unidos ayudaron a los afectados a corto plazo, explica Hoffmann. "Pero a largo plazo, el arroz gratis de EE.UU. ha llevado a los productores de arroz de Haití a una masiva bancarrota. Este tipo de ayuda no ha creado estructuras sostenibles para el país y ha aumentado la dependencia".
Imagen: AP
La crisis después de la crisis
Esperando trabajo: diez años después del terremoto, la calidad de vida de la mayoría de los haitianos ha empeorado. Más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza de 2 dólares estadounidenses al día. Según la ONG alemana “Welthungerhilfe”, el 35% depende de las donaciones de alimentos. La ONG Médicos sin Fronteras demanda una atención médica básica adecuada.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/R. Blackwell
Protestas mortales
El desempleo masivo, la inflación, el crimen y el nepotismo han llevado a los haitianos a las calles durante el último año y medio, como aquí en noviembre de 2019, donde los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes cobraron muchas vidas. "El peligro de una guerra civil está creciendo en Haití", advierte Pirmin Spiegel, director general de Misereor, una organización alemana.
Imagen: imago images/Agencia EFE/J. M. Herve
El presidente Moïse no quiere irse
Jovenel Moïse (centro), ocupa el cargo desde febrero de 2017. Entre otras cosas, se le acusa de haber malversado miles de millones de un fondo de solidaridad venezolano. Pero él se niega a renunciar. Cuando el parlamento se reúna de nuevo este 13 de enero, el mandato de la mayoría de los miembros habrá expirado, y Moïse podría teóricamente gobernar por decreto.
La oposición está fragmentada, pero los activistas quieren seguir luchando por el cambio. "Necesitamos un gobierno que responda a nuestras necesidades", dice Rese Domini (foto), de 31 años, de la organización MONEGAF. La activista Velina Charlier, de 39 años, le dijo a DW en diciembre que pidió "la renuncia de Moïse, un proceso anticorrupción y un cambio radical del sistema".
Imagen: Reuters/V. Baeriswyl
"Europa calla "
Mientras tanto, las organizaciones de ayuda humanitaria hacen un llamamiento a la comunidad internacional para que actúe. La ayuda alimentaria debe dar prioridad a los productos locales "para impulsar la economía nacional", declaró Welthungerhilfe en noviembre. Alemania y la Unión Europea también deben trabajar por un cambio político en Haití, exigió el director de Misereor.
Diciembre 2019, Puerto Príncipe: Dos amigos en la playa. La crisis actual no debe ocultar el hecho de que hay "muchas estructuras familiares y locales en Haití que funcionan", dice el politólogo Hoffmann. El Estado caribeño no es "un infierno en la tierra". Es un país muy pobre, pero generalmente pacífico y con una gran cultura. (jov/eal)