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La llave de la felicidad es la palabra, y no el consumo

25 de marzo de 2019

Eso sostiene la reconocida lingüista argentina Ivonne Bordelois en entrevista con DW y nos explica por qué, a pocos días de iniciarse el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española.

Ivonne Bordelois, escritora, lingüista y ensayista argentina.
Ivonne Bordelois, escritora, lingüista y ensayista argentina.Imagen: Maria Zorzon

Ivonne Bordelois es sinónimo de "palabras mayores”. Su biografía indica que es lingüista, escritora, ensayista, y que lleva una vida dedicada al estudio del idioma. Cierto es también que su nombre inspira respeto dentro y fuera del mundo académico. Y es que no solo sabe lo que dice, sino que también dice lo que piensa, sin intentar congraciarse. Ivonne Bordelois es sinónimo de "palabras mayores”, pero no por su edad: sería una impertinencia suponerlo.

Deutsche Welle: ¿Usted sostiene que "nuestro idioma está degradado, que está devaluado”?

Ivonne Bordelois: Sí, lo digo inculpando a la mediática, a lo que se escucha por televisión o a lo que se lee en los diarios, y a un cierto tipo de literatura que circula, en donde no hay ninguna noción del contacto profundo con la lengua, y se emplean los términos más vulgares, o las sintaxis más pobres y las imágenes más remanidas, cuando nuestro idioma es realmente un manantial de imaginación, de fantasía, de fuerza y vigor expresivo.

¿Y eso va más allá de la lengua? ¿Tiene que ver con una posibilidad de reflexionar?

Efectivamente. En una cultura donde se sobreestima el consumo de objetos materiales, la reflexión o la consideración de la palabra, que es lo más precioso que tenemos, va decayendo. Y por lo tanto, en vez de pensarnos a través de la comunicación verbal, tenemos nada más que la propaganda, que siempre hace deteriorar a la lengua.

¿Podríamos decir entonces que cierto deterioro del idioma es funcional al capitalismo?

De alguna manera, sí. Yo digo eso, que lo que ocurre es que mientras los objetos de consumo desaparecen, son costosos, crean problemas de competitividad, la palabra es el bien democrático por excelencia, porque es gratuita y se recrea constantemente y nos comunica a todos. Hay una especie de oposición entre el objeto de consumo y la palabra. Y lo que nos hace más felices, en realidad, es la comunicación a través de la palabra, y no la acumulación de objetos de consumo.

¿Qué tiene el español que lo hace único?

Yo creo que lo que tiene el español es su claridad, es una lengua que tiene la desventaja, frente al inglés, de ser una lengua mucho más lenta, porque tiene palabras más largas, y la velocidad es algo muy preciado en esta cultura. Pero las palabras son más sólidas, tienen más sustancia, tienen más material, tienen más letras.

¿Cómo ve la enseñanza del idioma español?

Yo creo que cuando se abandona la buena literatura y la buena poesía en los programas escolares, estamos haciendo una especie de genocidio cultural, porque los adolescentes llegan a la universidad sin una conciencia propia de todo lo que es el poderío de la lengua.

¿Qué expectativas tiene para el próximo Congreso Internacional de la Lengua?

Yo quisiera ver un poco más el tema de la situación política del español, por ejemplo en EE. UU. A mí me parece que es un tema candente, que habría que sacar a la luz para mostrar hasta qué punto la discriminación nos puede alcanzar como hispanohablantes.

El lenguaje es un lugar también de identidad; no es posible que nos arrollen en lo que es tan íntimo en nosotros como lo es el propio lenguaje. Tenemos la libertad de hablar el lenguaje donde sea, porque los lenguajes no tienen fronteras. No hay ninguna legislación que diga que uno no puede hablar un determinado idioma en un determinado lugar.

Y eso conlleva que un idioma no es superior a otro...

Exactamente. Y lo implícito y lo peligroso que uno ve aparecer, es que ya no es solamente el muro contra México, sino el muro contra la hispanidad como identidad cultural que nos están tratando de imponer.

Usted formará parte del panel "Corrección política y lengua” en el VIII Congreso de la Lengua. ¿Qué planteará allí?

El tema de la corrección política es un tema muy polémico, y muchas veces se lo ridiculiza. En realidad, es como un ensayo de mejorar la situación de discriminación de algunos grupos, cambiándoles el nombre. Nosotros antes les decíamos putos, ahora les decimos gays, que queda mucho mejor, y así sucesivamente. Claro que es una mejora un poco superficial, si se considera lo que está ocurriendo socioeconómicamente con esos grupos, pero me parece válido.

Imagen: Congreso Internacional de la Lengua Española

Pero además, yo creo que tiene que haber un derecho a sentirnos ofendidos cuando se nos quita el derecho a hablar nuestro idioma, que tiene que estar defendido no solamente por la corrección política, sino por el sentido de derecho humano en el cual está asentado.

¿Qué opina sobre el lenguaje inclusivo?

A mí me parece que el feminismo un poco ha descarrilado, en el sentido de que se trata de imponer esta historia de hablar con la "e” en vez de la "a” y la "o”. Yo creo que se ignora que esos cambios no pueden venir de arriba, porque un grupo se sienta ofendido. Los cambios fonéticos y morfológicos de las lenguas se dan, en general, espontáneamente y se van deslizando como una mancha de aceite, entonces me parece que imponer ese tipo de cambios es un poco ridículo.

Por último, ¿cómo fue estudiar con Noam Chomsky?

(Sonríe) Bueno, fue muy difícil. Llegar hasta allí fue difícil, porque es un Instituto de muchísima exigencia intelectual, y también porque en el MIT [N. de la R.: Instituto de Tecnología de Massachusetts, MIT por las iniciales de su nombre en inglés] había un criterio patriarcalista muy fuerte. Tuvimos enfrentamientos en ese sentido, pero fue muy estimulante desde el punto de vista intelectual.

(cp)

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