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Londres-Teherán: ¿es prudente ceder?

Peter Philip/mb29 de marzo de 2007

Londres ha congelado las relaciones con Irán debido a la detención de los quince militares británicos. ¿Qué sentido tiene medir fuerzas?, pregunta Peter Philipp en su comentario.

Lo que sucede en este momento entre Gran Bretaña e Irán ejemplifica el dilema ante el cual se encuentra tanto Londres como el resto de Occidente con respecto a Teherán: se moviliza la artillería pesada - en el tema del conflicto atómico- y se habla de unas sanciones que se manifiestan poco después como poco eficientes. Lo mismo sucede en el caso de los 15 marinos británicos detenidos, el primer ministro británico amenaza con tomar medidas serias, anuncia sin embargo sólo un "congelamiento" de las relaciones con Teherán, es decir, no a las visitas oficiales y no a las relaciones comerciales con Irán. Como si eso fuera una solución…

Piratería o derecho

Con toda seguridad se puede decir que es bueno que la diplomacia asistida con buques cañoneros haya pasado a la historia. Sólo los discursos de los políticos nos la recuerdan, no sus hechos. De otra manera, los hechos de Shatt-el-Arab hubiesen escalado hace rato convirtiéndose en un conflicto abierto, pues Londres cataloga el asunto de "piratería iraní" y Teherán lo entiende como una defensa legítima de sus aguas territoriales. Ninguna de las partes puede estar interesada en una escalada, menos en el terreno militar.

La diplomacia nunca está de más

Debido a eso sería mejor solucionar este caso diplomáticamente. Por supuesto que de los dichos a los hechos hay mucho trecho, pues si bien es cierto que el mismo Tony Blair se retira pronto de la escena política, ante su pueblo debe demostrar firmeza. Lo mismo sucede con el Gobierno iraní. Haya sido planificado o no, el caso les viene de perlas a los círculos políticos de Teherán: no hace mucho Londres ayudó a aprobar sanciones y ahora pueden pagarle con la misma moneda. Además, hay muchas cuentas del pasado que quedan por cobrar: la desvergonzada explotación de las reservas petrolíferas iraníes y la arrogancia casi racista hacia la población iraní.

Para calmar la tensión no sirve de nada recurrir al análisis de los datos de navegación satelital. Quien no quiere creer, no creerá tampoco con pruebas. Y en Teherán no quieren creer. A ello hay que adicionar que el dudoso valor que tienen tales límites, teniendo en cuenta las décadas de fronteras conflictivas en la región.

¿Para qué medir fuerzas?

En tal situación, poco puede hacer Londres. Quizá hubiese tenido más sentido hablar de "un lamentable error", que insistir en sus derechos. Si bien la divisa "prudente es ceder" no consta entre las estrategias de naciones con historial bélico, en este caso habría aportado mucho. Si Teherán, en ese caso, hubiese seguido con su línea dura, ahí sí que se hubiese aislado. Lamentablemente, Londres optó por echar un pulso que no puede ganar y que se lleva a cabo sobre las espaldas de 15 soldados.

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