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Los animales y su “sexto sentido”

José Ospina Valencia7 de enero de 2005

El tsunami en Asia dejó tras sí una estela de muertes humanas. Los animales empero, parecen haber presentido la catástrofe de forma misteriosa y se pusieron a salvo. ¿Poseen los animales un “sexto sentido?”.

Celebración del Día del Elefante en Tailandia.Imagen: AP


Cuando las aguas que arrasaron el Parque Nacional de Yala en Sri Lanka retornaron al mar, dejaron al descubierto que habían muerto 200 personas y ningún animal. Y eso que las violentas olas arrasaron todo lo que había 3 kilómetros adentro. Increíble pero cierto. “En un territorio lleno de cocodrilos, jabalíes, búfalos, monos, leopardos, liebres y 200 elefantes no falleció ni siquiera un conejo”, dijo a la prensa H. D. Ratnayake, subdirector de la Oficina de Protección de la Naturaleza de Sri Lanka.

”Los presentimientos de los animales no son despreciados por la ciencia”, dice el profesor de química física, Helmut Tributsch, de la Universidad Libre de Berlín, “sólo que el fenómeno no ha podido ser estudiado a cabalidad.“ Tributsch se ocupa desde hace 30 años del tema. “En 1976, tras un terremoto en Italia, los campesinos me preguntaban, cómo era posible que los animales lograran ponerse a salvo”, comenta el científico alemán.

La liebre como amiga del hombre.Imagen: dpa

Alexander von Humboldt y los pájaros locos

Gansos salvajesImagen: Bilderbox

Pero ya el romano Plinio el Mayor interpretaba la inquietud de los pájaros como señales de un seísmo. “Alexander von Humboldt reportó en 1797 que los animales se enloquecieron poco antes de que la tierra temblara en Cumana, Venezuela”, recuerda Tributsch.

Los animales más mencionados en los relatos como “poseedores de un sexto sentido” son ratones, serpientes o murciélagos. Pero también de los peces, reses y equinos se creen que pueden “predecir terremotos”. “Las estadísticas indican que este fenómeno se presenta unas 20 horas antes de un movimiento telúrico de 6,5 según la escala de Richter”, dice Tributsch, quien confirma que “entre más se acerca el temblor, más claros son los cambios de conducta en los animales”.

Relámpagos, ondas, aerosoles y serotonina

Hoy los científicos no niegan que el fenómeno exista, lo que no saben es qué sucede en los animales. Una de las teorías afirma que antes y después de seísmos la atmósfera se recarga hasta producir, en algunos casos, relámpagos, como lo reportan científicos en la revista Seismological Research Letters de octubre de 2003. En 1968 el geólogo japonés Yutaka Yasui presentó fotos que mostraban un cielo cubierto de rayas rojas y azules aparecidas durante una serie de temblores en la región de Matsushiro. Lo que de acuerdo a Tributsch, sí está “bien documentado”, es que partículas voladoras con carga positiva, los llamados aerosoles, estimulan en el cerebro la producción de serotonina. Dicho agente provoca ansiedad y angustia.

Relámpagos y rayos.Imagen: AP

Pero esto no puede haber sido lo único que previno a los animales en Sri Lanka. El maremoto tuvo lugar 40 kilómetros adentro de la corteza terrestre y el tsunami llegó horas después a las costas de la isla. “Probablemente los animales son capaces de percibir las vibraciones y ecos cuando las ondas de choque se disparan sobre el suelo marino”, cree Tributsch, pues “el eco se propaga a través de roca mucho más rápidamente que las olas marinas”.

Las culebras no sólo muerden, alarman

Una de pitón de 14.85 metros de longitud en Curugsewu, isla de Java, Indonesia.Imagen: AP

En territorios expuestos a alta actividad sísmica los habitantes siempre han utilizado animales como “alarma sísmica”. Las observaciones de colonos de la ciudad china de Haicheng en los años 60 y 70 del siglo pasado, de que las serpientes estaban abandonando sus invernaderos intempestivamente, llevó a las autoridades a evacuar la ciudad. Pocos días más tarde un terremoto de 7,3 puntos de intensidad arrasó la ciudad. “Sólo” 4 personas murieron. Las prevenciones tomadas, gracias a la “extraña” conducta de los animales, es confirmada por Naciones Unidas.

Pero los animales no siempre “funcionan” como alarma. Algunos expertos creen que ello se debe a que la lluvia podría impedirles la percepción de ecos, ondas o aerosoles en la atmósfera. Aún no se sabe si esto fue lo que sucedió en el año 79 en Pompeya, cuando la erupción del Vesubio también mató al escritor, científico y oficial Plinio el Mayor.