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Los Aztecas en Berlín

16 de mayo de 2003

Después de Londres, Berlín será la escala de "Los Aztecas", la exposición de la Royal Academy of Arts, que ha batido récords de asistencia. Un acercamiento al mundo de una de las culturas americanas más interesantes.

La exposición está dedicada a una de la culturas más singulares de la historia mundial.

Xochipilli, el Dios de las bellas artes, las flores, el canto y la música será el primero en saludar al visitante de una de las más exitosas exposiciones de arte. Organizada por la Royal Academy of Arts, de Londres –en donde estuvo de enero a abril de 2003 y contó con 465.000 visitantes-, llega a Alemania, en donde tendrá dos estaciones: el edificio Martin Gropius en Berlín, de mayo a agosto, y el Salón de Exposiciones de la República Federal de Alemania en Bonn, de septiembre a enero de 2004.

Los objetos de la exposición

Cerca de 400 objetos ejemplificarán el mundo cotidiano y religioso de los aztecas.

Más de seis años de preparación requirió planificarla. "Los Aztecas" es el producto de una gigantesca y extensa investigación de la cultura azteca, que exalta su esplendor, variedad y sofisticación. En Londres juntó más de 380 trabajos, entre los cuales se encuentran algunos que nunca han sido vistos en México, tales como la figura de tamaño real de Mictlantecuhtli, el Señor de la Muerte. Más de 60% de los objetos fueron facilitados por el Gobierno de México. En Berlín, se adicionarán 100 objetos más, provenientes del Museo Etnológico de Berlín.

Sangre o música

"El mundo necesita sangre para moverse", titulaba el afamado diario alemán Die Welt su reseña de la exposición. Y es que muchos asocian a los aztecas con sus rituales de sacrificio humano, motivo de más para visitarla en Londres. Sin embargo, Viola König, la directora del Museo Etnológico de Berlín, quiere poner el acento en otro lado, y por eso a la entrada está sentado Xochipili.

Después, el observador es conducido, en un paseo cronólogico, por la historia de Mesoamérica, durante el cual se podrá observar una figura olmeca del siglo 8 A.C, por ejemplo. El primer salón deja claro al visitante que los aztecas eran artesanos diestros a juzgar por sus animalitos –de los cuales se vendieron 10.000 réplicas de madera en Londres-: perros, serpientes, coyotes, águilas y conejos.

Xipe Totec, el Dios rojo

Los Dioses de la Vida y la Muerte se encontrarán en dos salas separadas, aunque en la visión azteca fueran inseparables, puesto que el mismo ritual de sacrificio era para asegurar la vida sobre la tierra. "Xipe Totec, "Nuestro Señor Desollado", nos costó mucho trabajo, pues es el Dios que lleva piel humana y es el Dios de la Primavera", declara König, intentando explicar el gran esfuerzo por acercar al público europeo, de manera comprensible, conceptos que pueden resultar antitéticos e incluso repelentes. Y es que Xipe Totec, hijo de los dos primeros Dioses aztecas, y nació rojo y sin piel que cubriera su cuerpo, y por eso requiere de una piel humana para cubrirse.

La religión determinaba tanto el ámbito oficial como el privado de los aztecas. Existía un orden cósmico, al que se sometían los mismísimos dioses. Su objetivo era lograr una existencia armónica que requería de la preservación de orden divino. Para ello, los sacrificios humanos. La exposición intenta reflejar esta cosmovisión azteca, según la cual los corazones de los prisioneros de guerra eran el alimento exigido por los dioses para garantizar la existencia del mundo.

La estructura de la pirámide

El orden divino y el terrenal estaban sometidos a otras leyes.

El Templo Mayor, tal como lo encontrara Hernán Cortés en 1521, fue el modelo que siguieron los curadores de la exposición en Berlín. El arquitecto de la exposición Günter Krüger escogió el llamado Patio de Luz del edificio Martin Gropius para escenificar en algo la atmósfera de aquel templo que se erguía sobre el agua. "Hemos sólo insinuado una estructura piramidal, y sobre su plataforma dos templos: uno del Dios global de Mesoamérica – Tlaloc, el dios de la lluvia-, y otro para el dios local, el de los aztecas, Huitzilopochtli. Allí hemos colocado las grandes esculturas, de tal manera que el observador pueda imaginar cómo se veían originalmente", explica la directora del Museo.

Escritos

Si bien los españoles al llegar quedaron impresionados por la majestuosidad de la metrópolis azteca, se horrorizaron de sus ritos religiosos, sobre todo de los sacrificios humanos. En un afán misionario, todos los escritos y documentos de bibliotecas enteras fueron quemados. Es por eso que los escritos que se ven en el último salón del edificio Martin Gropius no son aztecas. Provienen de las culturas vecinas, pero dan una idea del sistema pictográfico utilizado.

A la luz de la magia

Se ha prescindido de luz natural en esta exposición. La artificial logra, según los encargados, el tinte dramático necesario para sumergir al espectador en un mundo curioso y extraño, pero también profundamente mágico.

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