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Los desafíos de Johannesburgo

23 de agosto de 2002

Aquéllos que estuvieron presentes en la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro, recuerdan con cierta nostalgia del ambiente entusiasta que allí imperaba; hoy el ánimo dista mucho de la euforia.

Johannesburgo, sede de la cumbre de la tierra 2002.Imagen: Illuscope

Diez años después de la cumbre de Río se reúnen en Johannesburgo cerca de 60 mil personas, entre delegados oficiales, representantes de grupos ecologistas y otras organizaciones no gubernamentales, y periodistas. Pero la esperanza que se abrigaba en Río, en cuanto a que el mundo lograra emprender una política global de desarrollo y preservación del medio ambiente, se ha atenuado.

El balance de la década pasada no es alentador. Un par de ejemplos: Prácticamente ningún estado industrializado cumple hasta la fecha con la promesa entregada en Río de destinar el 0,7% de su producto social bruto a la ayuda al desarrollo. El mayor avance se logró en cuanto a la protección del clima, con el protocolo de Kioto; sin embargo, éste no cuenta con el respaldo de Estados Unidos, país que también ha actuado como un freno en otras materias.

Deterioro ambiental y pobreza

La protección del clima es la principal bandera del proceso iniciado en Río. Pero la solución de muchos otros problemas aún no se acomete. El endeudamiento de los países en vías de desarrollo ha aumentado en un 34% desde 1992. En el plano teórico se ha comprendido hace tiempo que la devastación ecológica y la pobreza van de la mano, y que la política de ayuda al desarrollo debe coordinarse con la medioambiental. En la práctica, en cambio, muchos países están más dedicados a sus propios problemas; sobre todo Estados Unidos, preocupado ante todo de su seguridad tras los atentados del 11 de septiembre.

En opinión de Christoph Bals, del grupo ecologista Germanwatch, no es casual que con esta perspectiva estrecha se produzcan hechos como el abandono estadounidense del proceso de Kioto, o que en Dinamarca se reduzca el presupuesto para la cooperación económica y el uso de energías renovables.

Las "metas del milenio"

Pese a todo, en el año 2000 la ONU acordó en Nueva York un catálogo de "metas del milenio". Entre ellas se cuenta la reducción a la mitad de la pobreza y de las personas que no tienen acceso al agua, hasta el 2015. También figura en la lista la contención de la propagación del Sida. Tales objetivos deberían adquirir una forma más concreta en Johannesburgo.

La ministra alemana de Cooperación Económica, Heidemarie Wieczorek-Zeul, ha hecho notar que para alcanzar dichas metas se necesita crecimiento. A su juicio, el desafío será lograrlo sin incrementar el consumo energético, mediante un uso eficiente de la energía.

En síntesis, puede decirse que lo conseguido desde Río provoca bastante desencanto, especialmente entre los países más pobres. Ellos desean, ante todo, dinero. Los europeos intentan mediar, mientras Estados Unidos frena donde puede. En Johannesburgo ha de emitirse una declaración, que definirá medidas, plazos y metas concretas. Pero no bastará con proclamar un futuro mejor, como se hizo en Río hace una década.

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