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La vida en Kupiansk: el miedo a una nueva ocupación rusa

Anna Pshemyska
19 de marzo de 2024

Kupiansk, en la región de Járkov, ha vivido la ocupación y la liberación. Ahora, la ciudad vuelve a estar en el punto de mira del Ejército ruso. ¿Cómo vive la gente de allí la amenaza del regreso de los rusos?

Mujer delante de una casa.
Valentina, diciendo adiós y cerrando su casa. Teme a los bombardeos y prefiere marcharse a otra ciudad más segura.Imagen: DW

Las tropas rusas ocuparon Kupiansk en los primeros días de la guerra contra Ucrania,  en febrero de 2022. Para los rusos, esta ciudad era un importante centro logístico y conexión ferroviaria.

Durante casi siete meses, tanto la ciudad como las aldeas circundantes estuvieron ocupadas por los rusos, hasta que el Ejército ucraniano las liberó en septiembre de 2022. Desde entonces, el frente de guerra está a sólo unos kilómetros de distancia. Es una de las zonas con más combates.

Además, el Ejército ucraniano tuvo que retirarse de la ciudad de Avdiivka , también en el este, por falta de municiones, por lo que Kupiansk podría volver a convertirse en un objetivo para el Ejército ruso.

Resistencia contra los ocupantes rusos

"Si vienen los rusos, huiré", dice con firmeza la doctora Tetiana Vetshir, subdirectora de un hospital en Kupiansk, que sigue funcionando a pesar de los continuos bombardeos. Tetiana siguió trabajando a pesar de la ocupación rusa en 2022. Ella y todo su equipo se negaron a colaborar con los rusos.

El jefe médico del hospital y anestesista también rechazó la "administración" rusa, asegura Vetshir. Ambos médicos fueron obligados a permanecer en el sótano. Ella no fue detenida, aunque se negó a tratar a los soldados rusos heridos y a recolectar donaciones de sangre para ellos. "Discutí con los ocupantes y rechacé todas sus órdenes. Por eso seré la primera persona a la que dispararán", afirma la médica, que teme que la ciudad sea ocupada nuevamente por tropas rusas.

Sólo una quinta parte del personal del hospital sigue trabajando. Falta personal especializado, dice Tetiana, y por miedo a los continuos bombardeos, nadie quiere trasladarse de otras partes del país a trabajar al hospital de Kupiansk.

Andrii Kuznichenko trabaja desde casa. Tiene una maleta preparada y el tanque de su coche lleno de gasolina por si llegan los rusos y tiene que huir con rapidez.Imagen: DW

Un tanque con gasolina y una maleta llena

El profesor de informática Andrii Kusnichenko tampoco abandonó Kupiansk durante la ocupación rusa. Trabaja en la escuela de oficios y también se negó a dar clases según los planes de estudios rusos.

Kuznichenko trabaja con su ordenador portátil desde casa, como el resto de los colegas de la ciudad. Sus estudiantes están repartidos por Ucrania y el mundo. En Kupiansk sólo quedan dos de sus alumnos.

"Somos ahora maestros privados", dice. Con sus pupilos se comunica por videoconferencia y redes sociales. Los estudiantes preguntan por la situación de la ciudad: "A menudo quieren saber si sus casas siguen en pie". El maestro cuenta que, hace poco, se cubrió la cabeza con su portátil, porque de repente se vio en medio de un bombardeo.

Hoy, el tanque de gasolina de su coche y su maletas están llenos por si regresaran las tropas rusas, pero por ahora piensa en quedarse en su ciudad.

Miedo a una segunda Avdivka

Quienes quieran abandonar las zonas peligrosas de la región de Járkov pueden hacerlo gratuitamente, con ayuda de voluntarios de la organización de rescate ucraniana 'Rosa en la mano'.

Valentina decidió abandonar su pueblo, Monatschinivka, al norte de Kupiansk, por los bombardeos. Se despide de su casa, bendiciéndola y con la tensión arterial por las nubes, porque está muy nerviosa. Pide que la dejen sola.

Los voluntarios recogen a Nadija a las afueras de la ciudad. Llorando, cuenta también su historia. Tiene 70 años y uno de sus dos hijos fue asesinado por las tropas rusas. El otro, Petro, está en el Ejército en la región de Zaporiyia. No es la primera vez que se muda de lugar. En otoño de 2023 se fue por los bombardeos de Petropavlivka a Kupiansk. Su hijo le dijo que se fuera: ”Mamá, vete, eso será un infierno, una segunda Avdijivka".

Ya en la ciudad de Járkov, ambas mujeres se hospedaron en una residencia y reciben dinero, comida y medicamentos. Después de todo lo que han vivido, allí creen estar más seguras.

(rmr/ms)

 

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