Los jóvenes españoles, muy afectados por el coronavirus
Jan-Philipp Scholz
5 de julio de 2020
La crisis generada por la pandemia está golpeando fuertemente a los jóvenes en España. En los centros vacacionales del sur de ese país, un inusual programa de trabajo los está ayudando, al menos durante el verano.
Publicidad
Pablo García tiene suerte. Le van a pagan durante todo el verano por estar en la playa. Desde las 9 hasta las 15 horas, él y su colega Laura Moreno patrullan un tramo de playa de casi dos kilómetros en Torrox, una pequeña ciudad a media hora en auto de Málaga.
"Nuestro trabajo es asegurarnos de que todos los bañistas cumplan con las nuevas medidas de higiene. Las más importante son las reglas de distanciamiento. Dos metros deben mantenerse libres entre las familias y también debe haber varios metros de espacio frente al agua, para que quienes pasean no se interpongan en el camino de los demás", explicó el hombre de 32 de años.
Alguacil de playas: Un trabajo muy competitivo
Casi 90.000 españoles postularon a los 3.000 puestos disponibles para alguacil de playas, como algunos lugareños le llaman a la actividad. La mayoría de los postulantes eran personas jóvenes. se trata de una labor físicamente agotadora bajo el calor del sol del sur de España.
Por otro lado, en promedio, también son los jóvenes españoles los más afectados por las consecuencias económicas del coronavirus. Más de un millón de personas en España ha perdido su trabajo debido a la pandemia, y cerca de la mitad de ellos son menores de 35 años de edad.
El programa de alguacil de playa fue inventado por el gobierno regional de Andalucía. Los responsables esperan matar dos pájaros de un tiro, explicó a DW Ana Celia González, jefa de la autoridad de protección civil de Málaga. "El objetivo principal es, por supuesto, prevenir los contagios y garantizar la seguridad de los visitantes de la playa". Pero también se busca promover las "maravillosas playas de la región" y así ayudar a la industria turística local a volver a ponerse en pie.
Desde finales de junio, se ha permitido a los ciudadanos de la Unión Europea (UE) volver a entrar en España, pero la esperada ola de turistas no ha llegado aún. Pablo García patrulla tranquilamente entre los cafés de la playa desierta y las tumbonas vacías. Solo unos pocos pensionados españoles llegaron esta mañana. Muchos tienen un segundo hogar en Torrox y pasan todo el verano aquí.
Apenas saliendo de una crisis, empieza ya la otra
Pablo García no sabe aún qué hará cuando el verano termine, y con eso su contrato como alguacil de playa. Después de un largo período de sequía profesional, el graduado en administración de empresas finalmente logró encontrar una nueva esperanza. Cuando se tituló en economía en 2018, no pudo encontrar un trabajo a pesar de meses de búsqueda. Aunque España se estaba recuperando lentamente de los duros años de la crisis financiera y la recesión, las consecuencias se seguían sintiendo, especialmente en la generación más joven.
"Hubo algunas ofertas de trabajo, pero la competencia fue feroz y las condiciones, por lo tanto, miserables", recordó García. En el punto más álgido de la crisis financiera, el desempleo juvenil en España superó el 50 por ciento. Cuando las cosas empezaron lentamente a mejorar, muchos empleadores se aprovecharon de la desesperación de los jóvenes y elaboraron los llamados "contratos basura", como son nombrados por los españoles. Estos son a corto plazo, con poca seguridad social y bajos salarios. Según un estudio del CaixaBank español, el año pasado la renta media de los profesionales menores de 30 años fue de solo 930 euros netos.
Una tabla de salvación, solo por el verano
"Todos mis planes se derrumbaron", narró García sobre las primeras semanas de la crisis del coronavirus, que empezó en marzo. Primero llegó la noticia de que su antiguo jefe no podía pagarle, por lo que tuvo que pedir el fondo de emergencia del Gobierno, equivalente a 500 euros al mes. "La cantidad era, por supuesto, demasiado baja para pagar todos los gastos. Sobre todo porque mi compañera, con la que comparto apartamento, perdió su trabajo casi al mismo tiempo", aifrmó el joven español.
La oferta de trabajo como alguacil de playa fue una salvación en tiempos de necesidad. Sin embargo, asegura que no es tan agradable pasar todo el día en la playa como algunos imaginan. Con aproximadamente 1.500 euros netos, el trabajo se paga muy por encima de la media para los estándares españoles. El joven trata de ahorrar, porque tras el verano vendrá la incertidumbre. Los expertos estiman que la economía española se contraerá un 13 por ciento este año. (ju/dz)
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas. Síganos enFacebook | Twitter | YouTube|
Mallorca, el paraíso vacacional de los alemanes
Incluso en época de coronavirus, Mallorca sigue siendo uno de los principales destinos turísticos de Europa. A los alemanes este lugar les resulta especialmente atractivo. ¿Por qué?
Imagen: picture-alliance/dpa/T. Reiner
No puede haber mejores vacaciones que éstas
Quinientos kilómetros de costa, bahías apacibles como Cala Formentor (en la foto) y temperaturas cálidas incluso en otoño, hacen de la mayor de las Baleares un lugar ideal para pasar las vacaciones. Viajeros solitarios, grupales o celebridades, para todos hay espacio en Mallorca. Y está al alcance de la mano a buen precio: desde Frankfurt se llega a esta isla en solo dos horas y media.
Imagen: picture-alliance/imageBROKER/D. Schoenen
Cómo comenzó todo
En 1833, se estableció un servicio regular de ferry entre Barcelona y Mallorca. Pero fueron unos amantes los que hicieron de la isla un destino apetecido. La escritora George Sand y el pianista Frédéric Chopin pasaron el invierno de 1838/1839 en un monasterio de Valldemossa (en la foto). La novela "Spiridión" fue escrita allí y su descripción de la isla desencadenó el primer boom turístico.
Los primeros turistas de comienzos del siglo XX llegaban principalmente de España y Reino Unido, buscando naturaleza y romance. La mayoría de las playas de Mallorca siguen sin ser explotadas a cabalidad, como estas de Calvià y Alcúdia (en la foto). En 1935, el clima templado atrajo a 50.000 turistas, en 1950, ya eran 100.000 y, en 1960, llegaron al millón.
Imagen: picture-alliance/dpa/N. Schmidt
Auge de vacaciones junto al mar
En la década de 1960, el turismo empezó a crecer velozmente. A lo largo de la costa aparecieron hoteles y pioneros de la venta de viajes, como Neckermann y Dr. Tigges, que invirtieron con prontitud. Los alemanes querían vacaciones asequibles y tranquilas, que es lo que obtuvieron en Mallorca. El pequeño pueblo de El Arenal, a 20 kilómetros de la capital, Palma, pronto se volvió irreconocible.
Imagen: picture-alliance/dpa/C. Margais
La zona de fiestas
A comienzos de los 80, El Arenal era el centro de reunión de los veraneantes. Además de alemanes, británicos y escandinavos llegaban al lugar a celebrar fiestas. El "Ballermann 6" rápidamente se volvió un punto de encuentro para las orgías alcohólicas. La palabra es una alteración alemana de "Balnearia", nombre de los puestos de playa, que se instalan cada 500 metros y están numerados del 1 al 15.
Imagen: picture-alliance/dpa/H. Ossinger
Palma: cultura con playas
La catedral es uno de los puntos de referencia de la capital de la isla, Palma, y también uno de sus lugares más visitados. Hasta la crisis del coronavirus, los 400.000 habitantes de la ciudad luchaban contra el exceso de turistas. Esto, por los cruceros que atracan y llenan las calles del casco antiguo con miles de visitantes. En 2019, más de 7 millones de personas pasaron una noche en Mallorca.
Imagen: picture-alliance/ZB/J. Kalaene
El espectacular almendro en flor
La primavera y la temporada baja comienza en Mallorca con el florecimiento de los almendros. Los primeros turistas disfrutan de una atmósfera aún plácida en la isla, donde pueden gozar a sus anchas de pintorescas localidades y villas del interior, además de variada naturaleza. Más de un tercio de la isla son zonas naturales protegidas.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Wittek
El llamado de la montaña
Aquellos que aman los desafíos deportivos se dirigen sin titubear a las montañas Tramuntana, donde las alturas -que suelen superar 1.000 metros- cubren amplias zonas del norte y este de la isla. Los ciclistas de montaña pueden encontrar senderos impresionantes, como el de Cap Formentor. Los excursionistas pueden tomar el tramo GR 221 y los ciclistas de carrera, los serpenteantes pasos montañosos.
En el agua se pueden vivir grandes experiencias. Al menos en Mallorca. Aquellos que no se pueden permitir el lujo de un yate, al menos podrán disfrutar de la belleza de puertos pesqueros como Cala Figuera, Porto Colom o Port Sollér. Antiguamente, a través del puerto de Sóller, las naranjas cultivadas en las montañas mallorquinas eran enviadas a Francia.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Tack
Las fincas, una alternativa a los hoteles abarrotados
Los que deseen escapar del ajetreo y el bullicio de las playas pueden encontrar espacio en una finca, que suelen contar con todas las comodidades del caso. Acá, la relajación está garantizada. No importa si eres amante del sol, de las fiestas, buscador de paz o un vacaconista hiperactivo. En Mallorca hay espacio para todos. Cuatro millones de alemanes al año no pueden estar tan equivocados.(dz/vt)