Los latinoamericanos, vulnerables al tráfico humano
8 de enero de 2019
Según la ONU, la trata de personas es una práctica cada vez más frecuente entre los grupos armados en zonas de conflicto. Pero, ¿aplica esta descripción del fenómeno también para América Latina? Dos expertos responden.
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Según un estudio publicado este 7 de enero de 2019 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la trata de personas es una práctica cada vez más frecuente entre los grupos armados en zonas de conflicto. La misma les sirve para financiarse, mediante el sometimiento de personas a trabajos forzados o su venta como lacayos, y para atraer a reclutas, con la promesa de poner mujeres a su disposición como esclavas sexuales, por ejemplo. Pero, ¿aplica esta descripción del fenómeno sólo para lo que ocurre en varios rincones de África y Asia, o también para lo que sucede en América Latina y el Caribe? “Yo sí creo que la violencia política y la criminal juegan un papel importante en la prosperidad del tráfico humano como negocio en Latinoamérica”, dice Sebastian Huhn, del Instituto para la Investigación de la Migración y los Estudios Interculturales (IMIS), con sede en Osnabrück.
La violencia como abono del fenómeno
“Mucha gente le da la espalda a su tierra natal para escapar de una u otra forma de la violencia y, al hacerlo, queda sumida en una situación de indefensión. Quienes no son secuestrados, vendidos como esclavos u obligados a prostituirse en su propio país, corren el riesgo de serlo en otro. Puede que la prostitución forzada –sobre todo la infantil– no sea tan recurrente en Latinoamérica como en Asia, pero sí que la hay. Y eso se debe a la prevalencia de la corrupción y a la precariedad del Estado de derecho en buena parte de la región, entre otros factores. Imaginémonos una constelación concreta: si las fuerzas encargadas de hacer cumplir la ley se alían con el crimen organizado y las instituciones que fiscalizan la actuación de los órganos estatales no están en capacidad de cumplir sus funciones cabalmente o son sobornables, ¿cómo no van a tener éxito negocios ilícitos como el tráfico humano?”, plantea Huhn.
La politóloga Viviana García, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), coincide con el especialista de Osnabrück y profundiza en la materia: “Actualmente, el único conflicto armado en América Latina y el Caribe, en el sentido tradicional del término, es el que existe entre el Estado colombiano y el ELN, una organización guerrillera. Pero, desde una perspectiva más amplia, cabe decir que en el subcontinente hay numerosos focos de violencia sostenida: la practicada por el crimen organizado en México y Brasil; la de las pandillas de El Salvador, Guatemala y Honduras; la ejercida por Gobiernos en países donde la democracia está en crisis, como Nicaragua y Venezuela; y otras formas de violencia que encuentran un caldo de cultivo ideal en países como Haití, donde la institucionalidad estatal nunca ha logrado consolidarse y la intervención internacional no ha sido de gran ayuda”, explica.
Cifras espeluznantes
García agrega que, de esas circunstancias, las que no facilitan la trata de personas directamente, lo terminan haciendo indirectamente al poner en marcha grandes flujos migratorios, es decir, movilizaciones masivas de personas en condiciones de alta vulnerabilidad. “El tráfico humano en América Latina y el Caribe ha sido poco estudiado, a pesar de no ser un problema reciente. Y aún hoy, cuando está claro que el éxodo centroamericano y el éxodo venezolano no tienen nada que envidiarle al sirio, los noticieros del mundo no tienen en sus radares los procesos de explotación humana a los que están expuestos muchos migrantes al sur del Río Bravo. Muchos huyen de la violencia que plaga a sus naciones de origen sólo para toparse con otras formas de violencia en los países de tránsito y en los de destino porque los últimos también presentan condiciones estructurales reñidas con los derechos humanos”, esgrime García.
Si bien la mayoría de las víctimas del tráfico humano son obligadas a prostituirse (del 58 al 59 por ciento) o a realizar otros trabajos forzados (del 32 al 34 por ciento), la trata de personas también es parte integral de los negocios en torno a la provisión de servicios domésticos, a las adopciones ilegales y a la mendicidad impuesta, sobre todo en Sudamérica. “Los países andinos reportan una proporción particularmente grande de trata de niños”, reza un segmento del Informe Global sobre Trata de Personas 2018, elaborado por la ONUDD con base en unos 24.000 casos documentados en 2016 en 142 países. En Bolivia y Perú se detectaron más víctimas infantiles que adultos; en Ecuador, los menores representan poco menos de la mitad del total. El 82 por ciento de las víctimas registradas en Sudamérica son mujeres y su destino más común es la explotación sexual. Dos tercios de los detenidos y condenados por esta forma de esclavitud son hombres.
Aunque casi todos los países sudamericanos tienen leyes contra la trata de personas en línea con la normativa internacional, fue allí donde se detectaron alrededor de 0,7 víctimas por cada 100.000 habitantes en 2016, una cifra que está por detrás de Europa, Norteamérica y Centroamérica, pero que es similar a la de Asia.
(jov)
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El trabajo infantil, lejos de desaparecer
La tendencia es clara: el trabajo infantil disminuye en general en el mundo. Sin embargo, en algunos países la explotación infantil van en aumento. Un balance de la situación en fotos.
Imagen: picture-alliance/NurPhoto/M. Alam
Asia: disminución del trabajo infantil
Estos niños trabajan en una fábrica de ladrillos en Narayangani, Bangladesh, por apenas dos dólares por día. Si bien el número de niños que trabajan disminuyó en la región de Asia Pacífico, más de un 7 por ciento de todos los niños que viven allí se ven obligados a ganar dinero. Son más de 62 millones de niños en total.
Imagen: picture-alliance/NurPhoto/M. Alam
Myanmar quiere proteger mejor a los niños
También las niñas deben realizar tareas muy duras, como esta, de Myanmar. Ese país elevó la edad mínima para el trabajo infantil en fábricas y comercios a 14 años y prohibió los empleos de tiempo completo a niños por debajo de los 16 años. Además, el gobierno debate una ley que prohibiría a menores llevar a cabo tareas pelgrosas.
Imagen: picture-alliance/NurPhoto/T. Chowdhury
Trabajo infantil: aún lejos de ser erradicado
Se considera trabajo infantil a aquellas actividades que son peligrosas para los niños, perjudican su desarrollo o impiden que asistan a la escuela. Es decir: les roban su infancia. En todo el mundo, el trabajo infantil está disminuyendo. Pero el objetivo de erradicarlo por completo hasta 2025 parece aún inalcanzable.
África. uno de cada cinco ñiños debe trabajar
La mayoría de niñas y niños que tienen que trabajar viven en África. En total, son 72 millones. En los países al sur del Sahara, el trabajo realizado por menores de edad incluso ha aumentado. Cuando los adultos ya no pueden sembrar los campos debido a catástrofes naturales, guerras y desplazamientos internos, son los niños los que traen el dinero a casa.
Imagen: Getty Images/AFP/I. Sanogo
Coser en lugar de ir a la escuela
En todo el mundo hay 60 millones de personas que huyen de las guerras y del hambre. La mitad de los refugiados son niños y adolescentes. Como este niño refugiado sirio, que escapó a Turquía. Cuanto más se prolonga su estadía, mayor es la posibilidad de que tengan que trabajar en lugar de ir a la escuela. Sin educación, generaciones enteras están amenazadas por la pobreza, advierte UNICEF.
Imagen: Getty Images/C. McGrath
Agricultura infantil
Casi un 70 por ciento de los niños trabajan en la agricultura. En general, casi un 67 por ciento de los menores que trabajan lo hacen participando del negocio familiar, casi siempre, en la agricultura. Como aquí, en la recolección de flores de loto, en Bangladesh.
Imagen: DW/Muhammad Mostafigur Rahman
Cosecha de algodón en Egipto
En todo el mundo, casi la mitad de todos los niños trabajadores tienen entre 5 y 11 años. La mayoría de ellos se desempeña en la agricultura. Según expertos, el trabajo se desplazará sin embargo cada vez más del campo hacia las ciudades, donde también trabajarán cada vez más menores.
Imagen: picture alliance/NurPhoto/H. Elsherif
Trabajos peligrosos para los adolescentes
La industria y la construcción están interesados en el trabajo de adolescentes de 15 hasta 17 años. Por eso, en esos sectores de la economía, la mayoría de los que realizan tareas peligrosas, como estos dos jóvenes en Indonesia, tienen esas edades.
Imagen: picture alliance/M. Norz
La seguridad y la salud deben ser prioridad
Como los menores de edad sufren más accidentes que los adultos, más experimentados, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pone el foco en la seguridad y la salud de los menores en el Día Contra el Trabajo Infantil. Como aquí, en una mina de Bolivia, los niños a menudo son los que hacen las tareas más arriesgadas.
Imagen: Aizar Raldes/AFP/Getty Images
Las peores formas de explotación infantil
Según UNICEF, los que hacen los peores trabajos son los niños-soldados, los niños que entregan drogas, así como los que realizan trabajos forzados y otras tareas que dañan y hasta destruyen la salud, la seguridad y la psiquis de los menores de edad.
Imagen: Getty Images/AFP/S. Glinski
Trabajo doméstico, una zona gris
Especialmente las niñas trabajan a menudo en tareas domésticas. La mayoría de esos trabajos son mantenidos en secreto. Se estima que, en todo el mundo, cerca de 15 millones de niños y adolescentes se desempeñan en la limpieza, cocina, lavado de ropa y otras tareas en hogares privados. Algunos incluso viven en situaciones de esclavitud.
Imagen: picture-alliance/Godong
Sindicato infantil en Bolivia
Desde 2014, Bolivia cuenta con una ley que permite, en casos excepcionales, trabajar ya a los niños de 10 años. Es una ley polémica, pero los mismos niños la exigieron. Se unieron en un sindicato, la Unión de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (UNATSBO), que también representa a los limpiabotas, como este niño de La Paz.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/J. Karita
La pobreza fomenta el trabajo infantil
Cuanto menor es el ingreso promedio per cápita de un país, mayor es la cantidad de niños que trabajan. Si bien muchos tratan de asistir a clases, nunca tienen tiempo para estudiar. Las ofertas educativas para los niños deberían ir acordes con la lucha contra la pobreza, que es la causa por la cual tienen que salir a trabajar. En la foto, una escuela en Afganistán para niños que vivían en la calle.