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Los observadores de los suelos de Europa

6 de noviembre de 2012

Los suelos son sensibles a la erosión y al cambio climático. La Comisión Europea recopila datos para que las autoridades puedan proteger este recurso tan valioso.

Imagen: CC/Pflatsch

El suelo ya dejó de ser fértil, y nada puede crecer aquí. Lo único que queda son charcos de barro en el campo de papas, tierra reseca y erosionada. La gravedad de la erosión determinará si se podrá ver un sembradío verde en el futuro. Si la erosión de los suelos alcanza un nivel de una tonelada por hectárea por año, hay el riesgo de perder el terreno como tierra de labranza. Por lo tanto, se debe observar, medir y analizar el suelo; en resumen, monitorizarlo. Con la vista puesta en los suelos fértiles de Europa, en 2006 la Comisión Europea creó el European Soil Data Center (Centro Europeo de Datos sobre el Suelo) para medir la erosión, la acidificación y la contaminación por metales pesados de la tierra. Todo se estudia bajo el microscopio y se almacena en una base de datos.

Una base de datos, 73 parámetros, una gran cantidad de información

El European Soil Data Center recaba un total de 73 parámetros para medir la textura del suelo, los minerales, la porosidad y los contaminantes químicos. Estos datos dan como resultado un atlas de suelos único. Pero no es como un libro que se pueda ojear, sino más bien una tabla digital gigantesca. La oficina del científico griego Panos Panagos, director del European Soil Data Center, se encuentra en la sede del Joint Research Centre (Centro de investigación conjunta) en Ispra, Italia. “Es muy difícil cuantificar la cantidad de datos. La información obtenida de todos los observatorios ubicados a través de toda Europa llega a unos 100 gigabytes de datos”, dice. Pano Panagos es un experto en sistemas de información geográfica. En su oficina hay una computadora y un lote de libros. No se ven frascos de vidrio con muestras de tierra por ningún lado. Al experto le interesa más saber cuánta gente utiliza la base de datos y la cantidad de veces que consultan el sistema para encontrar información. “En 2011 hemos otorgado 1.400 licencias para que puedan acceder a nuestra base de datos, y se descargaron un total de 1.800 registros”, explica.

La recolección de datos no es suficiente

Hace poco, les llegó una consulta de la Comisión Europea. Ahora que las regulaciones requieren que se incremente el uso de los biocombustibles, la Comisión Europea quería saber cuáles serán las consecuencias para los suelos, ya que la labranza de la tierra debe modificarse para cubrir la creciente demanda. “Los datos acumulados en la base de datos no son suficientes para encontrar la respuesta”, sostiene Pano Panagos. Se necesitan modelos para hacer el cálculo y poder comparar el presente con el pasado y pronosticar el futuro.

Comprender la tierra: solo los que conocen el terreno pueden protegerlo.Imagen: CC/IRLI

Los políticos leen los informes anuales; los científicos hacen los cálculos

Los datos del centro han servido, por ejemplo, para demostrar cómo el cambio climático afectará la erosión de los suelos en los Alpes. Para hacer el cálculo se utilizó uno de los diez diferentes modelos estadísticos de la base de datos. Los resultados: entre 1990 y 2000, en el extremo noreste de los Alpes, las lluvias arrastraron más de 50 toneladas de tierra por hectárea al año. Si hasta el año 2100 la temperatura media global aumentara en 3,4 grados centígrados, sería posible que las laderas de los Alpes perdieran hasta dos toneladas más de tierra por año de las que pierde ahora. Si la temperatura subiera solo 2,4 grados centígrados, entonces solamente cuatro o cinco regiones pequeñas de los Alpes se verían afectadas con una erosión mayor a la que se tiene ahora. “Perder suelo significa perder la seguridad alimentaria mundial”, explica Pano Panagos. Un suelo sano nos brinda alimentos, sirve de soporte para los árboles, y genera biodiversidad.

A pesar que el centro fue creado para asesorar a los políticos de la Unión Europea, solo diez de cada 100 consultas que se hacen al sistema provienen de políticos. Y de esas, solo tres provienen de la Comisión Europea. “Los legisladores leen nuestros informes anuales, pero no los analizan ellos mismos” dice Pano Panagos. Por lo tanto, la mayoría de los usuarios de la base de datos son científicos, como es el caso de Rainer Baritz, científico de suelos del Instituto Federal Alemán de Geociencias y Recursos Naturales.

Si se le pregunta a Rainer Baritz cuál fue la última consulta que hizo a la base de datos, él nombra un largo término técnico: “Hangrutschungsempfindlichkeitsgrade”. Su significado: factor de riesgo de que en diversas regiones de Europa los suelos se deslicen por una pendiente y se pierdan. Cuanto más erosionadas estén las rocas, más pronunciadas serán las pendientes; cuanto más escasos sean los bosques, menos raíces de plantas habrá, y mayor será la “Hangrutschungsempfindlichkeit”. “Para averiguarlo, utilizamos la información disponible en la base de datos del centro, ya que muestra tanto el estado del terreno como el estado de la roca cercana a la superficie del suelo. Un mapa geológico no me hubiera proporcionado esa información“, explica Rainer Baritz.

Si el suelo no se protege del clima, la cosecha no rinde.Imagen: CC/Volker Prashun

Registros incompletos

Con todo lo valiosa que esta base de datos puede ser para científicos y políticos, todavía tiene sus problemas: los registros no siempre están actualizados, completos o correctos, y los datos recopilados por los países miembros no siempre se pueden comparar. Pano Panagos ha tratado de resolver el primer problema creando un sistema de actualización de datos aproximadamente cada cinco años. Este sistema “no solo se asegura de que los datos estén actualizados, sino que también analiza cómo el cambio climático afecta a los distintos parámetros del suelo”. El segundo problema existe porque cada estado miembro tiene su propia definición de los distintos parámetros. Cada uno utiliza diferentes instrumentos y laboratorios, y cada uno tiene una escala diferente. Pano Panagos depende de los miembros de la Unión Europea, ya que son ellos los que proporcionan los datos al European Soil Data Center. El director y sus colegas invierten mucho tiempo compatibilizando la nomenclatura, armonizando la información e ingresando la información en la base de datos.

Todo el proceso se lleva a cabo de forma digital. Solo en casos excepcionales se recurre a la recolección de muestras de los suelos. Por ejemplo, para un estudio del año 2009 se recolectaron 22.000 muestras de suelos de los 27 estados miembros de la Unión Europea, acumulando un total de 13 toneladas de material de tierra recogida. Un laboratorio en Hungría se encargó de analizar y determinar en las muestras el valor pH, los niveles de nitrógeno, fósforo, compuestos minerales y mucho más. “Todo esto no costó ni un millón de euros”, dice Pano Panagos, “y sin embargo nos ayudó a crear informes precisos y a validar nuestro modelo y calibrarlo. Gracias a ello, nuestros datos son ahora más valiosos”.

Autoras: Franziska Badenschier / CS

Editora: Lydia Aranda Barandiain

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