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Petición palestina

23 de septiembre de 2011

Finalmente, Mahmud Abbas presentó en las Naciones Unidas la solicitud de ingreso de los territorios palestinos en el organismo. La demanda no tiene perspectivas de éxito, pero sí posibilidades de ejercer influencia.

Palestinian President Mahmoud Abbas, left, gives a letter requesting recognition of Palestine as a state to Secretary-General Ban Ki-moon during the 66th session of the General Assembly at United Nations headquarters Friday, Sept. 23, 2011. (Foto:Seth Wenig/AP/dapd)
Mahmud Abbas entrega a Ban Ki-moon la solicitud de ingreso palestina.Imagen: dapd
“Todas las partes implicadas pueden contribuir a evitar en Nueva York una confrontación de incalculables consecuencias para la paz y la estabilidad en Oriente Próximo”, declaraba este viernes (23.09.2011) en Berlín un portavoz del Gobierno alemán. El turno de palabra del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, ante la 66ª Asamblea General de las Naciones Unidas no había llegado todavía, y en círculos diplomáticos los germanos trabajaban a contrarreloj para evitar lo que al final sucedió: que el representante palestino pidiera el reconocimiento de sus territorios como Estado de pleno derecho de la ONU.
 
Abbas hizo entrega al secretario general del organismo, Ban Ki-moon, de la carta en la que se solicita el ingreso de Palestina en la institución de acuerdo a las fronteras de 1967. Conocido el veto que le impondrá Estados Unidos, el acto era más bien simbólico, y poco después en el púlpito de oradores, el mandatario árabe se esforzó por presentarlo no como una declaración de guerra a Israel, sino como un intento de impulsar la paz. La situación actual no es aceptable, opinó Abbas. “Ha llegado el momento de decir basta, basta, basta”, añadió. Pero los suyos están dispuestos a volver a la mesa de negociaciones. “Construyamos juntos un futuro para nuestros hijos”, propuso.
 
De paz quieren hablar todos
 
El discurso de Mahmud Abbas fue el más esperado de esta Asamblea General.Imagen: dapd
“Ha llegado el momento de que mis valientes y orgullosas gentes puedan vivir como todas las demás en el mundo: dentro de su propio país”, sostuvo Abbas en su discurso. Tras 63 años de sufrimiento, “la hora de la primavera palestina y de la independencia ha llegado”, continuó. El presidente había sido recibido en el salón de plenos de las Naciones Unidas entre los pitos y los aplausos de los presentes. Abbas criticó la política de construcción de asentamientos, que calificó de obstáculo para la solución de los dos Estados. Si Israel renuncia a ella, dijo, los palestinos están abiertos al diálogo.
 
Y si se trata de hablar de paz, la mano de los israelíes está tendida, aseguró su primer ministro, Benjamín Netanyahu, poco después de la intervención de Abbas, cuando le tocó a él dirigirse a los delegados. El problema, acusó el jefe de Gobierno, es que “los palestinos quieren conseguir un Estado sin paz, y eso no es posible”. Por medio de resoluciones de organismos internacionales no se llega al entendimiento, y la pretensión de que los territorios palestinos se adhieran a la ONU “carece de base”, aseveró Netanyahu.
 
¿Qué dirán los europeos?
 
Nicolas Sarkozy presentó ante la Asamblea General un ambicioso plan para lograr la paz en Oriente Próximo.Imagen: dapd
La demanda palestina queda ahora sujeta al dictamen del Consejo de Seguridad. Al menos nueve de sus 15 miembros tendrían que votar a favor y ninguno de sus cinco representantes permanentes en contra para que saliera adelante. Ya se sabe que, si no es más, el veto de Estados Unidos la hará fracasar. La gran pregunta que por lo tanto se plantea es cómo se manifestarán los europeos y qué peso político tendrá para el futuro de Oriente Próximo esa respuesta.
 
En esta 66ª Asamblea General, que sin duda pasará a la historia como una de las más movidas, Herman van Rompuy, el presidente del Consejo de la UE, habló “en nombre de toda la Unión” y no de ningún país comunitario en concreto. Un avance para Europa, afirmó el político, que no quita que su trabajo sea “difícil”: la cuestión palestina es otro ejemplo de que en el Viejo Continente la sola voz no existe.
 
La solución de los dos Estados encuentra entre los europeos amplia aceptación, pero igual que los directos implicados ante la paz, también ellos contemplan diferentes caminos hacia el objetivo final. Siguiendo con el dinámico estilo al que tiene acostumbrados a sus colegas, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, presentó en la actual Asamblea un ambicioso plan destinado a ratificar un acuerdo de paz en el plazo de un año. El galo, como el primer ministro británico y dirigente de la que fuera potencia colonial en la zona disputada, David Cameron, se cuentan entre los que más comprensión han mostrado con la petición palestina, y los que con más vehemencia piden que se frenen los asentamientos.
 
La historia coloca a Alemania, por el contrario y como es de sobra sabido, en otra posición. Desde el principio se decantaron los germanos por apoyar a Israel en el último capítulo de esta disputa, y hasta el final esperaron que los palestinos renunciaran a la entregarle la famosa misiva a Ban Ki-moon. Ahora tendrán que dar su opinión en el Consejo, y no será sencillo.
 
Autor: Luna Bolívar
Editor: Enrique López
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