A primera vista, uno podría confundirse y no entender por qué los nacionalistas de línea dura del partido Alternativa para Alemania (AfD) son tan amables con el presidente ruso Vladímir Putin, considerando que este partido de derecha populista tiende a culpar a los extranjeros por todo lo malo.

Pero cuando miras más de cerca, empiezas a darte cuenta que los nacionalistas de línea dura, a diferencia de los patriotas rectos, siempre han estado en buenos términos con otros compañeros de línea dura que se encuentran en el extranjero. Siempre se han unido en su disgusto o incluso en el odio total hacia la democracia, el Estado de derecho y el entendimiento entre los pueblos. Y, más recientemente, respecto de la democracia occidental.

Provocación deliberada

Al igual que en años anteriores, un miembro de AfD ha asistido a la conferencia económica anual que se celebra en la península de Crimea, anexada por Rusia. Aunque oficialmente está allí por negocios privados, esta visita es una provocación deliberada a Ucrania y señala conscientemente el apoyo a la política estatal oficial de Rusia hacia su vecino occidental.

De hecho, existen estrechos vínculos entre los populistas de extrema derecha alemanes y las figuras afines en la península de Crimea, en Moscú y en partes del este de Ucrania bajo el control de los separatistas prorrusos. Además, AfD ha estado cortejando abiertamente y con éxito a los alemanes nacidos en Rusia.

Los estrechos vínculos entre los políticos rusos y los populistas de extrema derecha alemanes se basan en parte en el absurdo temor de que el mundo judeocristiano europeo se encuentra bajo sitio porque los demócratas débiles no lo han defendido, y que ahora los inmigrantes del sur están invadiendo el continente. Los extremistas rusos y alemanes están unidos en su odio a la globalización, al progreso social, al reconocimiento y protección de las minorías. Odian a la Unión Europea y le dan la bienvenida al "brexit" como el principio del fin del bloque; también afirman que el cambio climático es un invento de científicos con el cerebro lavado y denuncian a los medios como fábricas de mentiras.

En vista de esto, lo único que pueden hacer las democracias occidentales es mantener la calma y confiar en que la gran mayoría de las personas en Europa rechaza las posiciones de estos populistas que llaman a esta desagradable alianza que pretende dañar la democracia occidental.

(mn/eal)

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