"La integración es posible si a los refugiados se les facilita aprender el idioma rápidamente y logran obtener un trabajo", dice Günter Burkhardt*, director de la ONG Pro Asyl.
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DW: ¿Qué piensa de la Ley de Integración?
Burkhardt: Que tiene serios defectos. La integración es posible si a los refugiados se les facilita aprender el idioma rápidamente y logran obtener un trabajo. Pero dicha ley prevé excluir a los solicitantes de asilo afganos, por ejemplo, con el argumento de que solo un 50% de ellos tiene la posibilidad de obtener asilo.
…o de regresar a su tierra natal.
Un absurdo, porque eso sale de la falsa suposición de que la mayoría regresará a su país. Un imposible, en vista de la destrucción y la debilidad de Afganistán.
El segundo punto importante de la crítica a dicha la ley es que haciendo hincapié en exigencias y sanciones genera la impresión de que los refugiados no se quieren integrar. Lo cierto es lo contrario: los refugiados quieren integrarse. A los cursos de idiomas disponibles se inscribe mucha más gente de lo que permite el cupo. Solo que el Estado no ha proporcionado, hasta ahora, todas las medidas necesarias para la integración.
¿No se puede evitar con esta ley la formación de guetos que impiden la integración?
Hasta ahora, todos los expertos han dicho que en Alemania no existen guetos de inmigrantes, pero la conexión con la comunidad y las familias juega un papel papel importante en la integración. Si los refugiados son aislados y no tienen acceso a puestos de trabajo, no podrán integrarse bien. Pero también tenemos el problema de la competencia con la población local en las grandes ciudades, en mercados de vivienda y de trabajo.
Ante el creciente envejecimiento de la población en Alemania es previsible que faltarán trabajadores. O sea que la tal competencia en el mercado de trabajo no se dará. Cierto es que en los centros urbanos no hay suficientes viviendas asequibles, pero no a causa de los refugiados, sino porque faltan viviendas para las personas con ingresos más bajos. La llegada de refugiados lo que ha hecho es evidenciar públicamente estas carencias.
¿Cómo se logra la integración si incluso en países con larga tradición de migrantes, como Francia y Gran Bretaña, tienen grandes problemas?
En Alemania la integración ha sido exitosa, por décadas. La integración de inmigrantes y refugiados en Alemania ha sido mucho mejor de lo que se percibe en la opinión pública. No debemos temer que las cosas salgan mal, si tomamos las medidas políticas correctas. Nuestra preocupación es que si con esta ley los refugiados son obligados a vivir aislados, a falta de oportunidades, el Estado tendrá que sostenerlos; lo que eleva los gastos y alimenta el prejuicio de que viven a nuestras expensas. Así, la integración fracasa.
Günter Burkhardt es director de la organización no gubernamental Pro Asyl.
Francia: la miseria de los refugiados kurdos
En la localidad de Grande-Synthe, cerca de Dunkerque, 2.000 refugiados kurdos aguardan una posibilidad para continuar su viaje a Gran Bretaña. El lodo y el frío agudizan su miseria. El Estado francés no interviene.
Imagen: DW/B. Riegert
Refugiados varados en Francia
Unos 2.000 hombres, mujeres y niños viven en el campamento improvisado en la localidad francesa de Grande-Synthe, cerca de Dunkerque. Allí los refugiados kurdos han construido pequeñas tiendas de campaña. Aquí documentamos sus extremas condiciones de vida.
Imagen: DW/B. Riegert
Esperando
Lizman es originario de la región del Kurdistán iraquí. “En casa hay guerra”, dice. Su meta es llegar a Inglaterra. En el campamento ha instalado un pequeño café en una barraca de madera. Este es el punto de encuentro de los jóvenes.
Imagen: DW/B. Riegert
Meta: Gran Bretaña
El iraquí Asis ha pedido prestado un martillo para repara su tienda de campaña y evitar que entren el lodo y el frío. El joven kurdo quiere atravesar el Canal de la Mancha. Para ello, tendría que pagar a un “coyote” hasta 5.000 euros. “Del otro lado todo tiene que ser mejor”, espera Asis.
Imagen: DW/B. Riegert
Una chispa de esperanza
No se sabe cuántos niños viven en el campamento en medio de la basura y el lodo. Voluntarios han recolectado peluches, y de vez en cuando los reparten en la “tienda de campaña de los niños”.
Imagen: DW/B. Riegert
Hundimiento
Esta muñeca se le cayó a un niño en el lodo. Muchas esperanzas se hunden en el campamento. En las noches el frío es inclemente y no hay luz eléctrica. Solo hay unos cuantos inodoros químicos portátiles y un par de duchas.
Imagen: DW/B. Riegert
Voluntarios de Inglaterra
Chris Bailey fue soldado en Irak. Ahora ayuda a los migrantes que quieren llegar a Inglaterra. “Las condiciones aquí son peores que algunas cosas que vi en la guerra”, dice el veterano. En el campamento, reparte cobijas y botas de hule.
Imagen: DW/B. Riegert
Bienvenidos a Francia
Denise (izq.) y Maryse ofrecen té a los migrantes y platican con ellos. Las señoras viven en una bonita casa particular enfrente del campamento: dos mundos separados por una calle. “Las autoridades no se ocupan” de los refugiados, dice Denise. Muchos de sus vecinos quieren que los migrantes desaparezcan.
Imagen: DW/B. Riegert
¿Dónde están los políticos?
Los voluntarios han bautizado los caminos lodosos con nombres de políticos europeos. La avenida “François Hollande” se llama así porque el Gobierno francés no ha mostrado ningún interés por el campamento improvisado. La Policía tampoco interviene, pese a que algunos habitantes del campamento informan de enfrentamientos violentos entre grupos de migrantes, sobre todo en las noches.
Imagen: DW/B. Riegert
Ayuda alemana
A la ciudad alemana de Múnich ya no arriban tantos refugiados. “Aquí nos necestian”, dice Sinan von Stietencorn, de la cocina popular “Volxküche München”. Junto con amigos ha viajado de Baviera al Canal de la Mancha para repartir comida a los migrantes.
Imagen: DW/B. Riegert
Auxilio
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) vacuna a los refugiados contra sarampión y gripe. La humedad, el frío y la falta de higiene afectan sobre todo a los niños. MSF construye un nuevo campamento en Grande-Synthe, puesto que el Estado pareciera no sentirse responsable. Se trata del primer campamento de la organización humanitaria en ese país de la UE.
Imagen: DW/B. Riegert
Una cueva en el infierno
Asim cuenta que huyó del Estado Islámico en Irak. En el campamento ha luchado por un lugar limpio. En su pequeña cueva incluso ofreció un té a nuestra reportera de Deutsche Welle Catherine Martens. “Todos quieren continuar su viaje”, dice Asim.
Imagen: DW/B. Riegert
Tan lejos del sueño
El puerto de Dunkerque se encuentra a diez kilómetros del campamento improvisado. No obstante, las posibilidades de los migrantes kurdos de llegar a Inglaterra son mínimas. Casi ninguno quiere solicitar asilo en Francia. ¿Pagarán a algún “coyote”? ¿Regresarán a Bélgica o Alemania? ¿O simplemente seguirán aguardando?