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Los rehenes de Beslán y el terrorismo internacional

Emilia Rojas2 de septiembre de 2004

La guerra de nervios continúa en Osetia del Norte, donde la tensión se agudizó tras escucharse detonaciones en las cercanías de la escuela donde terroristas mantienen más de 3 centenares de rehenes.

Tensa espera frente a la escuela tomada por terroristas.Imagen: AP

La solidaridad internacional no se ha hecho esperar. El mundo entero, representado por el Consejo de Seguridad de la ONU, y múltiples gobernantes, incluido el canciller alemán, Gerhard Schröder, han manifestado su repudio por este nuevo acto de terrorismo que sacude a Rusia, exigiendo la liberación de los más de 300 rehenes, gran parte de ellos niños, en Osetia del Norte.

Las cartas de Putin

Las madres temen por sus hijos cautivos en la escuela de Beslán.Imagen: AP

Los hechos no dan pie a mucho optimismo, aunque las fuerzas de seguridad rusas hayan afirmado que de momento no pretenden atacar la escuela de Beslán para acabar con el secuestro por la fuerza. Todos saben que ello podría terminar en masacre o al menos costar la vida de algunos cautivos. Y todos conocen también la falta de escrúpulos de los extremistas que se han forjado en la fragua del conflicto de Chechenia.

Para el presidente ruso, Vladimir Putin, lo ocurrido supone ciertamente un revés: tres días después de las elecciones celebradas en Chechenia, queda en evidencia que la política de Moscú no ha surtido ningún resultado en aras de pacificar la región. La mano dura, a todas luces, no basta. Y tampoco la estrategia de poner, una vez más, a una figura afín al frente del gobierno regional de Grozny. No obstante, Putin ha jugado bien sus cartas. Esta vez incluso hay una pista que permite ligar al terrorismo caucásico con la red internacional de Al Qaeda. Y eso encaja perfectamente en el discurso del jefe del Kremlin, que desde hace tiempo viene intentando enmarcar el problema en el contexto de la lucha internacional contra los terroristas islámicos.

Causa y efecto

Pero en Moscú, al parecer, se confunde la causa con el efecto. Nadie podría descartar que los seguidores de Al Qaeda hayan encontrado en el Cáucaso terreno fértil o grupos ávidos de "apoyo" para combatir contra el poder central ruso. Pero el origen del conflicto de Chechenia se remonta mucho más atrás, a los tiempos en que ni siquiera en Washington se veía a Osama Bin Laden como un peligro.

Sea como fuere, hoy aflige al mundo la toma de rehenes en Osetia del Norte. Un hecho que ha servido para poner sordina a las críticas que se granjeó la elección presidencial chechena del fin de semana. No es de buen tono reprochar la falta de transparencia en unos comicios, o la desigualdad de oportunidades de los candidatos, cuando está en inminente peligro la vida de más de un centenar de niños. Ahora corresponde hablar de la lucha mancomunada contra el terrorismo. Un combate que probablemente será de largo aliento, como lo señaló el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, recordando que también "la guerra fría duró más de 40 años".

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