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Los silenciados críticos del presidente Trump

Oliver Sallet
11 de septiembre de 2019

Con la salida de John Bolton, un belicista despiadado abandona la Casa Blanca. Podría ser una buena señal para la diplomacia, pero también era una de las últimas voces críticas en el entorno de Trump, dice Oliver Sallet.

Karikatur Trump feuert Bolton

Es una partida memorable del asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, después de un año y medio en el cargo. Conocido como un halcón, se caracterizó por su política exterior de línea dura que abiertamente exigió ataques militares y, sobre todo, se pronunció firmemente contra cualquier forma de diplomacia con adversarios políticos.

Por muy duras que fueran sus posiciones, John Bolton fue uno de los que se enfrentó al presidente Trump. Con él, otra voz crítica en el entorno de Trump es silenciada, y probalemente, como ha sucedido ya con anterioridad, será reemplazada por un simpatizante del presidente.

Cambio de ministros a velocidad récord

Por ejemplo, el ministro de Justicia, Jeff Sessions, se negó a despedir al incómodo investigador especial Robert Mueller y se declaró parcial en las investigaciones rusas. Fue presionado para retirarse y el presidente Trump lo reemplazó por el mucho más grato William Barr, cuya aventurada interpretación del informe de Mueller horrorizó a los demócratas y fortaleció la espalda de su patrón.

Oliver Sallet es corresponsal de DW en Washington.Imagen: DW

Otro caso fue la dimisión del experimentado secretario de Defensa Jim Mattis, que tiró la toalla cuando Trump anunció la retirada de las tropas estadounidenses de Siria, tomando a muchos de sus asesores por sorpresa. Mattis era considerado una de las últimas voces de la razón entre los ministros de Trump.

A John Bolton no se le puede llamar la voz de la razón. Como uno de los arquitectos de la guerra de Irak con George Bush, se le puede acusar de haber desestabilizado el Medio Oriente a largo plazo con su postura. Más recientemente, exigió en repetidas ocasiones un ataque militar contra Irán. Aunque Bolton es un detractor del multilateralismo, al igual que el presidente, con sus continuas provocaciones arruinó una de las promesas electorales centrales de Donald Trump de mantener a Estados Unidos fuera de las crisis y los conflictos internacionales.

A la altura de los talibanes

Pero Bolton también fue un fuerte crítico de los desafortunados intentos de negociación de Trump, en los que siempre trató de negociar de igual a igual con déspotas internacionales. Las infructuosas reuniones de Trump con Kim Jong Un, por ejemplo, fueron sobre todo un éxito de relaciones públicas para el dictador norcoreano. Y los talibanes también se habrían alegrado de recibir una invitación a Camp David, lo que los habría puesto en un nivel con los jefes de Estado y de gobierno internacionales.

Esto era una piedra en el zapato para John Bolton: en principio, no era partidario de usar la diplomacia con los adversarios políticos, especialmente con los talibanes islámicos radicales.

La salida de John Bolton puede ser una buena noticia para la diplomacia de Estados Unidos, y una señal de esperanza para el estancado conflicto con Irán.

Pero también muestra una vez más cómo Donald Trump trata a las voces críticas que se interponen en su camino. Aquellos que no digan lo que el presidente de los Estados Unidos quiere oír, deben marcharse.

(ee/er)

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