Los talibanes rechazan los negociadores nombrados por Kabul
28 de marzo de 2020
Alegan que el equipo de 21 personas, entre ellas cinco mujeres, no representa a todas las partes.
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"Solo nos sentaremos a negociar con un equipo que respete nuestros compromisos y esté constituido de acuerdo con los principios establecidos", dice el comunicado del portavoz talibán Zabihulla Mujahid. Los talibanes rechazaron así este sábado (28.03.2020) sentarse a la mesa con los miembros del equipo negociador designado por el gobierno afgano para poner fin al conflicto de 18 años que asola al país.
Tras meses de retrasos, el gobierno dio a conocer el viernes a los 21 miembros del equipo negociador, entre ellos cinco mujeres, que se iban a sentar a la mesa con los talibanes, y tratar de encarrilar el proceso de paz que lidera Estados Unidos. Pero los talibanes acusaron, en un comunicado, al gobierno afgano de no haber podido designar a un equipo "inclusivo".
"Para lograr una paz verdadera y duradera, el equipo negociador debe tener el visto bueno de todas las partes", indicó Mujahid sin especificar. La portavoz del Ministerio de Asuntos de Paz afgano, Najia Anwari, dijo que la postura de los talibanes no estaba justificada y que el equipo de negociación se constituyó tras amplias consultas con la sociedad afgana.
Según el acuerdo firmado por Estados Unidos y los talibanes en febrero, los insurgentes acordaron reanudar las negociaciones con el gobierno afgano y negociar un posible alto el fuego. A cambio, Estados Unidos y sus socios extranjeros acordaron retirarse de Afganistán en un máximo de 14 meses.
Los talibanes ya habían rechazado reunirse con la administración del presidente Ashraf Ghani, al considerarlo una marioneta estadounidense. El gobierno de Kabul anunció que su equipo negociador estaría dirigido por el exjefe de inteligencia Masoom Stanekzai, e incluye a Batur Dostum, cuyo padre Abdul Rashid Dostum, un antiguo caudillo, está acusado de violaciones de derechos humanos.
El rival político de Ghani, Abdullah Abdullah, no ha confirmado si apoyará a la delegación. Su portavoz, Fraidoon Khwazoon, dijo que aunque la lista anunciada no era definitiva y había "consideraciones que debían abordarse", no debía rechazarse de plano.
Todavía se desconoce si las esperadas negociaciones intraafganas van a empezar, pero los talibanes no solo no han ordenado el alto el fuego, sino que han intensificado sus ataques en el país. El viernes, los insurgentes atacaron varios distritos de la provincia de Badajan, donde se hicieron con el control de tres distritos y mataron al menos a 10 miembros de las fuerzas de seguridad afganas, según fuentes oficiales.
lgc (afp/reuters)
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La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
Imagen: Reuters/M. Ismail
Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
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Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
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La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
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Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
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Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
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El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
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Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.