"Día del escritor encarcelado" por la libertad de expresión
15 de noviembre de 2015 La lista es larga: 904 autores de casi cien países están en la llamada "Lista de casos" de la asociación mundial de escritores PEN Club International. Amnistía Internacional y Reporteros sin Fronteras colaboran en su elaboración. La lista enumera, sin ánimo de exhaustividad, cómo fueron arrestados y asesinados en los últimos meses o desaparecieron sin dejar rastro escritores, autores y periodistas. Su delito desde la perspectiva de quienes detentan el poder: defender o los derechos humanos o verdades incómodas.
Duro castigo por criticar al islam
Entre ellos siempre hay casos más llamativos, que acaparan titulares internacionales y protestas. Como el del bloguero saudí Raif Badawi, condenado en 2014 a diez años de prisión, una multa equivalente a 195.000 euros y a 1.000 latigazos. Además, no podrá viajar ni participar en medios de comunicación durante diez años tras su liberación, prevista para 2023. Todo por criticar en su blog al gobierno y, supuestamente, ofender al islam.
PEN Internacional ha pedido inmediatamente la cancelación de la condena contra Badawi. Su rama alemana le ha nombrado miembro honorario y pidió al gobierno alemán que interceda por el bloguero. Él tiene ahora 31 años y ya ha tenido que soportar 50 latigazos, antes de que se suspendiera la ejecución de esta pena por la creciente presión internacional y ante el temor a que no sobreviviera. El Parlamento Europeo concedió a Raif Badawi el Premio Sájarov de Derechos Humanos por haber hecho campaña en Arabia Saudí por la libertad de expresión.
Presión internacional
No es la primera advertencia de este tipo a los regímenes autoritarios. Ya en 2006 el escritor turco Orhan Pamuk, luchador incansable por los derechos humanos, recibió el Premio Nobel de Literatura. Y el escritor chino Liu Xiaobo, el Nobel de la Paz en 2010. Un año antes había sido detenido por "subversión del poder del Estado" y condenado a once años de prisión por haber suscrito el manifiesto de los derechos civiles en el Día Internacional de los Derechos Humanos. Para el presidente del Centro PEN de Alemania, Josef Haslinger, está claro: "Si la señora Merkel viaja a China, puede estar segura de que recibirá al menos un encargo nuestro: el de interceder por Liu Xiaobo".
La mayoría de nombres en la "Lista de casos" son, sin embargo, desconocidos para el público en general. Ahí comienza el trabajo de PEN (abreviatura de 'poetas, ensayistas, novelistas'), fundada en 1921 en Londres para apelar por la paz y la comprensión internacional. Hoy en día PEN Club cuenta con sucursales en casi todos los países. En 1960, se puso en marcha el comité Escritores en Prisión, según se lee en sus estatutos "en respuesta al inquietante aumento del número de países que tratan de silenciar a los escritores mediante la represión".
Escribiendo en el exilio
Desde principios de octubre, el escritor camerunés Enoh Meyomesse disfruta en Darmstadt de la beca 'Escritores en el exilio', que PEN concede anualmente. En abril fue liberado de la cárcel en su país gracias a la presión de este y otros grupos internacionales. El gobierno en Yaundé lo había acusado de intento de golpe de estado, posesión ilegal de armas y hurto. La verdadera razón es que en 2011 Meyomesse retó como candidato presidencial al presidente Paul Biya, que gobierna el país desde hace tres décadas. Ese año fue condenado a 15 años de prisión.
"No voy a dar aquí detalles de la tortura -dice en entrevista con DW- pero era horrible". "Todo: la mucha gente en un espacio cerrado, la poca y mala comida, la violencia de los internos". Nunca perdió la esperanza, sin embargo. "Yo sabía que sería liberado, porque PEN y otros han escrito sobre mí". Además, destaca que le enviaron un ordenador portátil para poder escribir. "Escribiendo podía olvidarme de en dónde estaba".
"Hay que destacar esta importante función que los colegas de profesión no deben olvidar: a pesar de la distancia, de las piedras en el camino, estamos aquí, nos ocupamos de sus casos, estamos tratando de trabajar para ustedes", dice Sascha Feuchert, Vice-Presidente del PEN Club alemán e integrante del comité Escritores en Prisión. Esta es la mejor arma que tiene PEN, indicar a los poderosos "que esa gente significa algo para nosotros, que son importantes, que no nos olvidamos de sus casos".
"No podemos permanecer en silencio"
PEN lanza campañas o lecturas públicas de escritores perseguidos y nombra miembros honorarios para llamar la atención sobre sus casos. Cada año, cinco historias individuales se destacan, incluso con nombres prácticamente desconocidos. Además, recurre a canales diplomáticos, a embajadas o, incluso, directamente a los presidentes.
"Hay casos como Raif Badawi, en los que tenemos mucho éxito porque hemos sido capaces de generar una gran cantidad de atención junto con otras organizaciones de derechos humanos", dice Feuchert. "Con otros, por desgracia, no obtenemos tan buenos resultados... pienso por ejemplo en el caso del poeta Muhammad al-Ajami en Qatar, que fue condenado por sólo un poema a cadena perpetua primero y, luego, a 15 años de prisión. No hemos conseguido nada: no hemos conseguido contactar con él ni una sola vez".
La tarea del comité es una tarea sin fin, digna de Sísifo. "Pero no podemos callarnos y no lo hacemos", afirma Sascha Feuchert. El compromiso aquí no se limita sólo a los sospechosos habituales, como China, Turquía, Irak, Arabia Saudí y otros Estados autoritarios. Incluso países occidentales comprometidos con la democracia como Estados Unidos, requieren la atención del PEN Club. El comité escribió protestando al gobierno estadounidense, por ejemplo, por el caso del denunciante Edward Snowden o de la NSA. "Y cuando hace eso PEN Internacional, que reúne a todos los grandes nombres de la literatura actual, se le escucha".