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Ludwig van Beethoven

Izaskun García17 de abril de 2007

Ludwig van Beethoven, precursor del romanticismo en la música clásica y de obras maestras como la IX Sinfonía, dio rienda suelta a su genio aún aquejado de una sordera total.

Ludwig van BeethovenImagen: dpa

Ludwig van Beethoven nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770 en el seno de una familia humilde y destrozada. Su padre, tenor de la iglesia y alcohólico, forzó a su hijo, con claras aptitudes musicales, a convertirse en un prodigio, en un nuevo Mozart, a base de castigos y maltratos. A raíz de tal situación, Beethoven se entrenó sobremanera al piano y fue a la edad de siete años cuando ofreció su primer concierto, en Colonia.

Ascenso al éxito

La casa en la que nació el compositor, en Bonn.Imagen: dpa

Gracias a las influencias de su maestro, Gottlob Neefe, en 1784 Beethoven entró a trabajar como músico en la corte del elector de Colonia, Maximilian Franz, que se convertiría en su mecenas.

En 1787, Beethoven se trasladó a Viena, capital cultural y musical de la Europa de la época, donde recibiría lecciones del mismo Mozart. Sin embargo, la repentina muerte de su madre por tuberculosis le obligó a regresar a Bonn y cuidar de sus dos hermanos.

Cinco años más tarde volvería a recibir ayuda económica de Franz para regresar a Viena y proseguir con sus estudios. Esta vez las clases llegaron de artistas como Haydn, Salieri, Albrechtsberger... En pocos meses se convertiría en el músico favorito en los círculos vieneses.

Genio sordo, genio prolífico

En 1795 ofreció su primer concierto de obras propias y cinco años después presentaría su Primera Sinfonía. La Heroica, la tercera, se estrenó en 1805 y a finales de ese mismo año presentó también la ópera Fidelio, con muy poco éxito (aunque después de arreglarla en 1814 tuvo mucha mejor suerte).

Estatua en memoria de Beethoven en Bonn.Imagen: DW/Max Marenbach

En 1808 Beethoven compuso la Quinta y Sexta Sinfonías. El motivo de este arranque compositivo es que desde 1796 estaba empezando a padecer sordera, lo que, en lugar de desmotivarle, le empujó a componer más y más rápido.

Hacia 1809 Beethoven barajó la posibilidad de marcharse de Viena. Sin embargo, conocidos suyos de la alta aristocracia lograron retenerle mediante el pago de una pensión anual de 4.000 florines, con los que pudo llevar una vida desahogada y establecerse como el primer músico independiente de la historia, escribiendo música tanto por encargo como por voluntad propia. La victoria de Wellington y su Séptima Sinfonía datan de 1813 y la octava de un año más tarde.

Partitura de Beethoven.Imagen: AP

Pero tras la muerte de uno de sus benefactores y la bancarrota de otro, Beethoven se vio sumido en dificultades económicas que, junto con la muerte de su hermano Karl en 1815, y la obligada tutela de su sobrino, acabaron por arruinarle la vida al compositor, pero no la vena productiva.

Entre 1823 y 1824 no sólo terminó la Missa Solemnis, sino también la Novena Sinfonía, La coral, que se estrenó el siete de mayo del año siguiente y cuya Oda a la alegría, escrita por Schiller, fue elegida en 1985 como el himno oficial de la Unión Europea.

El ocaso

Beethoven pasó los últimos años de su vida completamente sordo (se comunicaba con sus amigos a través de los "cuadernos de conversación") y aquejado de hidropesía, acumulación excesiva de líquido seroso en el cuerpo. Pero no solo. Murió el 26 de marzo de 1827 y su entierro fue multitudinario, con unos 30.000 asistentes.

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