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Lufthansa: Cuando el Estado sube a bordo

Henrik Böhme
26 de mayo de 2020

El coronavirus ha forzado a las aerolíneas de todo el mundo a permanecer en tierra. El gobierno alemán interviene para salvar a Lufthansa. Ojalá que solo sea por un tiempo limitado, opina Henrik Böhme.

Coronavirus - Flughafen Frankfurt am Main
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Dedert

No, el Estado no es el mejor empresario. Debe proporcionar un marco, y también las normas, dentro de los cuales la actividad empresarial debe y puede tener lugar. Sí, debería intervenir cuando las cosas se descontrolan, como se puede ver de nuevo en las fábricas de carne en Alemania. Y, por supuesto, la importancia del Estado aumenta en tiempos de crisis. Tiene que ayudar con los miles de millones que ha ganado con los ingresos fiscales.

Existe la tentación de aprovechar tal situación y fijar cosas que más tarde, cuando la crisis haya terminado, serán difíciles de cambiar. Después de la crisis financiera mundial, por ejemplo, se endurecieron con razón las reglas para los bancos. Pero había muchas cosas que no se habían pensado bien: por ejemplo, que los tipos de interés se mantuvieran en un nivel cercano a cero durante mucho tiempo. Esto ha afectado duramente a muchas instituciones financieras en Alemania. Y así es como llegamos a Lufthansa.

Cuando el modelo de negocio se rompe

La mayor aerolínea de Europa en términos de volumen de negocios está sufriendo un destino dramático como resultado de la crisis del coronavirus, que comparte con muchas otras aerolíneas de todo el mundo: su modelo de negocios se ha derrumbado de un día para otro. El 95 por ciento de sus aviones está en tierra, y en lugar de los 350.000 pasajeros diarios que suele transportar, la cifra actual es de solo 3.000.

Henrik Böhme, especialista en economía de DW.

El resultado: el capital disponible se derrite como la nieve en el sol de primavera, la aerolínea pierde un millón de euros en liquidez por hora. Eso reduce su valor de mercado en la bolsa. Lufthansa podría ser relegada de la primera liga de la Bolsa alemana, el índice de acciones Dax.

Solo dos cosas pueden ayudar en esta situación: por un lado, un inversor que quiera hacer un buen negocio. Pero este, en el peor de los casos, podría ser un inversor chino. Y por eso se prefiere la segunda opción: que el Estado alemán rescate a Lufthansa de la quiebra. Esta última solución tendría cierta tradición. Hace solo 23 años que el Gobierno alemán, como accionista, se despidió completamente de Lufthansa. Ahora, probablemente, vuelva pronto a bordo.

Una gran incertidumbre

Había llevado mucho tiempo llevar a cabo el acuerdo, y todavía sigue habiendo obstáculos. Bruselas ya levantó el dedo admonitorio y exige que Lufthansa ceda los derechos de despegue y aterrizaje en sus centros de Fráncfort y Múnich.

Será una lucha tan dura como la anterior. En las negociaciones con el Gobierno alemán, el jefe de Lufthansa, Carsten Spohr, defendió su línea roja: apoyo estatal sí, gestión estatal no. En Berlín se llegó a la conclusión que la entrada del Estado solo debería ser a fin de estabilizar a Lufthansa en estos tiempos turbulentos, de los que la aerolínea no es responsable. Y que el Estado debería retirarse rápidamente cuando haya terminado la crisis.

Sin embargo, hay aún gran incertidumbre: nadie sabe se podrá frenar efectivamente a la pandemia del coronavirus. Y, ciertamente, nadie sabe si el modelo de negocios de volar seguirá siendo tan atractivo entonces. Probablemente habrá, aparte de los estrictos controles de seguridad, también estrictos controles de higiene. En otras palabras: tiempos de espera aún más largos, colas aún más largas. Muchos viajes de negocios ya no tendrán lugar porque la gente se habrá acostumbrado a las cómodas videoconferencias y las empresas tendrán que ahorrar dinero de todos modos.

¿Salida rápida? Improbable

Todo eso también lo sabe el expiloto Carsten Spohr. Incluso el reinicio de las operaciones costará más dinero del que se gana. Spohr espera que para el año 2023 todavía haya una flota con 100 aviones menos en el aire que antes de la pandemia. Es probable que esto sea un escenario optimista.

Una retirada rápida del Estado no será posible. Y esto nos lleva de vuelta a la historia del Commerzbank. Allí también, el Gobierno alemán quiso retirarse rápidamente. Sin embargo, el precio de las acciones del banco sigue bajando, y nadie en Berlín tiene el valor de vender la participación del 15 por ciento, que traería como consecuencia enormes pérdidas.

Esto deja una cosa bien clara: el Gobierno alemán permanecerá a bordo de Lufthansa a largo plazo. No son buenas perspectivas. Pero actualmente no hay una solución mejor.

(gg/cp)

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