Las bases del partido ecologista Los Verdes secundaron los llamados del ministro de Relaciones Exteriores y líder natural de la colectividad, Joschka Fischer. En un congreso realizado en la ciudad de Cottbus, la gran mayoría de los delegados decidió respaldar los esfuerzos del gobierno que encabeza el canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, dirigidos a reestructurar los sistemas sociales en el país.

Capacidad reformista

El resultado final, sin embargo, no puede ocultar que dentro del partido existe también una dura controversia con respecto a los planes oficialistas. En las bases verdes se ha impuesta la convicción de que es necesario realizar cambios estructurales en Alemania, para poder seguir financiando la red de seguridad social y reducir los costos adicionales al trabajo, única forma de hacer frente al gran desafío del momento: la desocupación.

Sin embargo, muchos consideran que la "Agenda 2010" presentada por Schröder no es ecuánime, por demandar mayores sacrificios de los sectores más débiles. Por eso, en la discusión sobre diversos puntos concretos, la resistencia al paquete de medidas no pasó inadvertida. No obstante, a fin de cuentas, Los Verdes dieron su voto a favor del proyecto. Nadie podrá achacarles en lo sucesivo ser incapaces de llevar a adelante las reformas que el país necesita.

¿Vía despejada?

La coalición de gobierno, de momento, resultó fortalecida. Con la aprobación de ambos socios, Gerhard Schröder podrá poner a funcionar la maquinaria reformista. Pero ello no significa que el camino haya quedado despejado del todo. La "Agenda 2010" aún tendrá que ser discutida en el Parlamento, en varios capítulos por separado. Y no se descarta que algunos parlamentarios de los partidos gubernamentales le den la espalda, por considerarla socialmente injusta.

También desde las filas de la izquierda de la Socialdemocracia siguen escuchándose fuertes críticas al proyecto y se ha iniciado una campaña para intentar frenarlo. Hasta ahora no ha sido grande el apoyo recabado por sus promotores, de manera que no se les augura mayor éxito. Pero Schröder no puede dar aún por seguro el éxito, menos considerando que no está en absoluto garantizado que sus propuestas efectivamente consigan poner coto a la desocupación, que está poniendo en duros aprietos políticos y presupuestarios al gobierno de Berlín.