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Más alimentos y menos desechos

Harald Franzen (RMR/ER)23 de mayo de 2016

Un tercio del alimento que producimos en el mundo nunca llegará a nuestros platos. Estamos hablando de la llamada pérdida poscosecha. Supone un enorme derroche de recursos que podrían ayudar a eliminar el hambre.

Simbabwe Maisfeld bei Harare
Imagen: Reuters/P. Bulawayo

¿Cuántos alimentos de la cosecha terminan realmente en el plato? Cuando se trata de alimentar al mundo, normalmente se suele incrementar la producción de comida, pero se pasa por alto un factor vital: la pérdida poscosecha.

Una iniciativa de 116 millones de euros puesta este año en marcha por la Fundación Rockefeller en África pretende combatir el problema. “En África nos enfrentamos a muchos retos agrarios con respecto a la seguridad alimentaria”, dijo a DW Mamadou Biteye, director de la Fundación Rockefeller para África. “Hay una percepción general de que África está encarando un bache productivo, pero la realidad es que el continente puede alimentarse a sí mismo y produce el 100 por ciento de lo que necesita, pero el 60 por ciento de la producción se pierde”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura concluyó en un estudio de 2011 que se pierde un tercio de los alimentos producidos en todo el mundo para consumo humano, es decir, 1.300 millones de toneladas al año.

Derroche de recursos

Mientras que en los países desarrollados el peor problema asociado a las pérdidas tras la cosecha es la comida que se desecha, pero podría consumirse, en los países pobres radica en el proceso de producción. La situación es particularmente negativa si se trata de fruta y verdura. En África, la mitad de estos alimentos nunca llega al plato.

Esto genera pérdidas a lo largo de toda la cadena de valor: las plantas se dañan, se contaminan o se pierden durante el almacenamiento inmediatamente después de la cosecha, durante el procesamiento, el transporte o el posterior almacenamiento.

En los países industrializados se tiran muchos alimentosImagen: Getty Images/AFP/M. Medina

La yuca, por ejemplo, un tubérculo considerado alimento básico en muchos países en desarrollo, se echa a perder entre 24 y 72 horas después de la cosecha si no se procesa.

“Las pérdidas poscosecha han sido un problema durante décadas, pero hasta ahora no se había tomado muy en serio”, cuenta a DW Prasanta Kalita, director del Instituto ADM para la Prevención de la Pérdida Poscosecha de la Universidad estadounidense de Illinois. Su instituto lleva años investigando las pérdidas poscosecha. Pero el estudio de la FAO de 2011, que también predijo una población mundial de casi 9.500 millones de personas para 2050, fue un shock, según Kalita. De repente, las pérdidas poscosecha se convirtieron en un tema importante. “Para la supervivencia de muchas personas en África es vital reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos”, dice el científico.

Más que la seguridad alimentaria
Además hay que añadir que, en promedio, los pequeños productores en los países en vías de desarrollo pierden más del 15 por ciento de sus ingresos debido a la pérdida poscosecha. Esto afecta a la asombrosa cantidad de 500 millones de granjeros. Para muchos de ellos, el 15 por ciento de sus ingresos puede significar la diferencia entre sustentar a sus familias o pasar hambre.

Otro aspecto es el impacto que supone para el medio ambiente. “Alrededor del 25 por ciento del agua dulce mundial y una quinta parte de la tierra cultivable global se usan para productos que no se consumirán”, dice Biteye. “Tanto el agua como la tierra para el cultivo escasean en muchas partes del mundo y si utilizamos más de ambas cosas para alimentar a la creciente población, significa con frecuencia la destrucción de ecosistemas y biodiversidad en esos lugares”.

Se invierte sobre todo en productividad

La reducción de la pérdida poscosecha proporcionaría muchos beneficios. Parece más que sorprendente que no haya tenido lugar un avance exitoso para solucionar el problema. En parte se debe a que se ha puesto más atención en otros aspectos: “la mayoría de las inversiones en agricultura van dirigidas a mejorar la productividad”, dice Biteye. “Menos del 5 por ciento se invierte en evitar pérdidas poscosecha”.

Muchos factores conducen a las pérdidas poscosechaImagen: Reuters/P. Bulawayo

“Las pérdidas varían de un país a otro”, explica Kalita, “sin mencionar que varían mucho de un cultivo a otro”. Factores como la humedad, la temperatura y las plagas pueden ser también determinantes.

Los costes también son relevantes. Existen métodos innovadores de secado de alimentos o de almacenamiento en contenedores herméticos. “Pero los agricultores todavía no pueden permitírselos”, aclara Kalita. Por ello, su labor se centra en desarrollar soluciones técnicas sencillas o en optimizar los métodos de almacenamiento o secado que ya se utilizan localmente.

Evaluando la cadena de valor

Con cerca de 116 millones de euros, la iniciativa YieldWise de la Fundación Rockefeller, no es poca cosa. Pero Mamadou Biteye admite que no será suficiente para resolver el problema. En primer lugar, se examinarán en varios países africanos cuatro cosechas diferentes que sean representativas de todas las categorías de cultivos (frutas y vegetales, cereales y granos, raíces y tubérculos) y se identificarán las pérdidas a lo largo de la cadena de valor. Los agricultores también tendrán acceso a tecnologías que permitan un mejor almacenamiento y conservación de los alimentos. Asimismo, deberán reducirse las pérdidas durante el procesamiento y almacenamiento de empresas que acaparan alimentos.

“Queremos demostrar lo que puede y no puede funcionar, y creemos que otras partes, como el gobierno o el sector privado, también estarán interesadas en adoptar y aplicar las soluciones a mayor escala”, señala Biteye.

Los objetivos de YieldWise son ambiciosos: para 2030, las pérdidas mundiales poscosecha deberían reducirse a la mitad.


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