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Más vale tarde que nunca

3 de marzo de 2003

Con la destrucción de cohetes y el anuncio de pruebas sobre la eliminación de armas químicas y biológicas, Irak ha emprendido la cooperación activa que exigían los inspectores de la ONU. ¿Una oportunidad para la paz?

Restos de cabezales de cohetes iraquíes, cerca de Aziziyah, al sur de Bagdad.Imagen: AP

Si el objetivo de la presión internacional y el despliegue militar estadounidense era conseguir el desarme de Irak, la estrategia está surtiendo efecto: Bagdad prosigue con la destrucción de cohetes Al Samud-2, con un alcance superior a los 150 kilómetros permitidos por la ONU, y hasta sorprendió al mundo con el anuncio de que había "encontrado" súbitamente algunas bombas del tipo R-400, 8 de ellas intactas, con elementos tóxicos como Botulin, Aflatoxin y esporas de ántrax. Más aún: desde la capital iraquí se anuncia que se entregará en una semana un nuevo informe sobre la suerte que corrieron las partidas de gas neurotóxico VX y bacilos de ántrax, cuya destrucción aún no ha sido debidamente verificada.

Mucho que aclarar

Todo esto pone en evidencia que, efectivamente, quedan mucho puntos por aclarar en cuanto al verdadero potencial de armas de destrucción masiva que posee Irak. El gobierno de Washington ha de sentirse satisfecho de que el propio régimen de Saddam Hussein se desdiga sus afirmaciones previas, en cuanto a que el país ya había cumplido todas sus obligaciones con la comunidad internacional.

Pero esto no altera el fondo del asunto. Las opciones siguen siendo las mismas: una operación militar como la que preconiza Washington, en un intento de legitimar la peligrosa doctrina de los ataques preventivos; o la utilización efectiva de los instrumentos disponibles en el catálogo del derecho internacional, como las sanciones económicas y las inspecciones de armas.

Cuestión de objetivos

No en vano, tanto el presidente francés, Jacques Chirac, como el gobierno alemán, han aprovechado el momento para volver a demandar de Irak mayor cooperación con la ONU. También para París y Berlín resulta evidente que Saddam Hussein sólo responde cuando ya no le queda más cuerda que estirar; no obstante, lo importante es que responda, a juicio de los países que intentan evitar el estallido de la guerra. Siguiendo esta lógica, dado que los resultados de las inspecciones comienzan a ser concretos y perceptibles, lo sensato sería seguir adelante con ellas.

Irak, en todo caso, está dando señas de tomar la situación en serio y hace ahora lo posible por demostrar que se somete plenamente a los dictados del Consejo de Seguridad. ¿Buenas noticias para quienes apuestan a favor de la paz? En principio sí, siempre y cuando las amenazas bélicas obedezcan efectivamente al objetivo de despojar a Bagdad de las armas de exterminio masivo que aún pueda poseer. Esa es la meta declarada de la ONU, pero no es la que se deriva necesariamente del abanico de argumentos esgrimidos por la Casa Blanca a favor de una intervención militar.

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