Visto con ojos mexicanos, fue una jornada electoral casi pacífica, el número de muertos este domingo 6 de junio se cuenta con los dedos de una mano. Primer éxito.

De 162 mil casillas habilitadas para la votación solo 30 no operaron. Es decir, el 99.91% funcionó con tranquilidad. Segundo éxito.

De los 93 millones de mexicanos que fueron llamados a renovar miles de cargos públicos: 500 legisladores de la Cámara de Diputados, 15 de 32 gobernadores, 30 congresos locales y casi 2000 ayuntamientos; hizo uso de su derecho y responsabilidad de votar más del 50 por ciento, es decir, más de 47 millones de ciudadanos.

La afluencia de los votantes a las casillas fue masiva. No sería extraño que cuando se presenten los cálculos definitivos sobre el nivel de participación registrado, se observe que son de los más altos de que se tenga memoria en una elección intermedia: una jornada ejemplar en la que ni la pandemia fue un impedimento. Tercer éxito.

El país eligió este domingo al mayor número de gobernadoras de su historia. La foto de los mandatarios, tradicionalmente hombres, al frente de uno de los cargos ejecutivos con más poder después del presidente, está a punto de cambiar para siempre. Al menos cuatro de los 15 Estados que eligieron gobernador estarán representados por una mujer. El proceso de empoderamiento femenino sigue adelante. Cuarto éxito.

Las elecciones más grandes de la historia de México son en esencia un éxito de la ciudadanía, que demuestra que vota en paz y en armonía, respetando las leyes, y envía así un mensaje fuerte en pro de la democracia y una exigencia clara al Gobierno de que garantice los derechos y la seguridad de sus habitantes.

Aún es apresurado analizar si realmente se crea un nuevo balance del poder político en México, pero para el presidente en funciones, Andrés Manuel López Obrador, AMLO, este medio tiempo no es un éxito.

Para él y su equipo es una llamada de atención. El ejemplo más claro: la votación de ayer modifica radicalmente las tendencias políticas del corazón del país: Ciudad de México, por más de 20 años una urbe gobernada por partidos de izquierda, deja de ser el reducto eterno de PRD, y hoy de Morena.

Poco a poco iremos conociendo las implicaciones del resultado electoral para la segunda mitad del sexenio del actual Gobierno, pero se puede constatar desde ya que, en la carrera a las elecciones presidenciales de 2024, los mexicanos estarán atentos a que los actores políticos cumplan su parte. Y la ciudadanía ha dejado claro que el gobierno de AMLO no tiene vía libre para reformas constitucionales a gusto.
(el)