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México: aquí la muerte ya no es noticia

Mónica Vázquez Ruiz
30 de octubre de 2020

Así se sobrevive en uno de los lugares más violentos del mundo.

Mexiko | Militärfahrzeug in Celaya
Imagen: Mónica Vázquez Ruiz/DW

"Solo se matan entre ellos”, es la frase más común entre las personas al hablar de la violencia. Por el contrario, las cifras y los testimonios muestran que los homicidios van más allá de los grupos delictivos. Se prevé que este año sea el más violento en la historia de México desde la época de la revolución.

La ciudad de Celaya, ubicada en el centro del país, es considerada uno de los lugares más peligrosos del mundo. En los últimos meses, la disputa entre los carteles de la droga por el territorio la ha convertido en la ciudad más violenta para las familias en México. En Celaya, Guanajuato, los homicidios no dan tregua y cada vez son más frecuentes las masacres, fosas clandestinas, vehículos y comercios incendiados, personas decapitadas y desaparecidas. Lo sorprendente es que esto no altera la vida diaria de sus habitantes, ya que realizan sus actividades como si no pasara nada. "La gente pierde la sensibilidad y la sociedad apaga sus sistemas emocionales para sobrevivir. Es un mecanismo de defensa pensar que eso solo pasa entre los malos y a nosotros no nos tocan. Así se justifica todo lo terrible que se está viviendo”, comenta a DW Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología, en la UNAM.

La impunidad en la vida diaria

Al área de Celaya se le conoce como la Joya Económica del Bajío por la presencia de parques industriales y armadoras que han impulsado el trabajo en la zona. "La violencia es parte de la sociedad y no surge solo de la pobreza. En las zonas fronterizas hay dinero y también son violentas. Lo que genera la violencia es la desigualdad, esto es el resultado de una narco economía mundial: unos cuantos tienen recursos y los demás viven en la precariedad. La violencia comienza a nivel estructural con desigualdad económica, de participación política, y entre hombres y mujeres”, dice a DW Alfonso Hernández, antropólogo y fundador de la Escuela de Paz Tepito.

La impunidad, el abandono del Estado y los patrones culturales generan zonas de violencia donde las comunidades crean sus propias leyes. "Cada ciudad tiene un barrio bravo y a veces se expande entre los habitantes. Estos son símbolos de abandono donde la violencia es válida, incluso se ve como algo que te hace bien y te beneficia. La figura del abusivo se enaltece y la sociedad lo normaliza”, agrega Hernández.

Celaya es una de las ciudades más peligrosas del mundo y la gente sigue con sus actividades sin temor a la muerte. Imagen: Mónica Vázquez Ruiz/DW

A la gente no le turba presenciar un asalto o tener militares afuera de su casa. Cada día la sociedad presta menos atención al número de masacres, muertes diarias y a la guerra entre los narcotraficantes. "Incluso cuando detuvieron al criminal La Barbie, se puso de moda la playera que ese día llevaba puesta. Ser poderoso es una aspiración sin importar el costo. Si vas a un bar, ves gente actuando como narco aunque no lo sea. Es un tema de aspiración social que se glorifica en todos los niveles. Se le da más poder al dinero y se hace de lado la integridad moral”, agrega Feggy Ostrosky, autora del libro "Mentes asesinas: La violencia en tu cerebro".

"Queremos sanar su dolor”

Aunque en el país son escasos los apoyos que se otorgan desde el gobierno para romper con la inercia de violencia, algunas instituciones y personas de la sociedad civil desarrollan programas para generar otras alternativas de vida. "Desde el laboratorio generamos herramientas emocionales y de sobrevivencia para la gente que vive en ambientes hostiles. Hacemos estudios de resonancia magnética y pruebas psicológicas a niños que han sufrido estrés, así entendemos cómo procesan las emociones. Los ayudamos con terapias individuales y monitoreamos los casos. Así desarrollamos mejores programas de intervención social”, dice la Dra. Feggy Ostrosky.

El diálogo, la convivencia y la cooperación comunitaria son las principales apuestas para regenerar el tejido social. Al respecto, Alfonso Hernández comenta, "se debe motivar a los jóvenes a hacer algo por su comunidad  y que aprendan a ver el dinero como un recurso y no como un fin. Muchos han sufrido y queremos sanar su dolor. Con talleres artísticos les presentamos otras opciones de vida y les mostramos a los niños que otros mundos, más allá de la violencia, sí son posibles”.

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