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México busca una cura para la homofobia

Enrique Anarte
8 de junio de 2020

Dos iniciativas legales buscan prohibir las llamadas “terapias de conversión” de la homosexualidad y la transexualidad. México sigue pasos de Alemania, que acaba de convertirse en el quinto país del mundo en hacerlo.

Imagen: picture-alliance/Zuma/El Universal

Ana Laura tenía veinte años cuando fue llevada a una de las muchas clínicas de "reconversión sexual” que operan ilegalmente en México. El precio por sesión gira en torno a los 900 pesos. Durante tres semanas, la víctima fue esposada durante horas en ropa interior y besada por custodios. El objetivo era hacerle "entender” que la unión de hombre y mujer era el único camino para crear una familia. Que lo que sentía por las chicas le acarrearía el destierro divino.

El caso de Ana Laura llegó el 2015 a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. A día de hoy, las llamadas "terapias de conversión” siguen formando parte de la realidad cotidiana de incontables personas LGBTI mexicanas. Alemania se convirtió hace unas semanas en el quinto país del mundo el prohibir estas prácticas, aunque solo para menores.

Una campaña contra las "terapias de conversión" de la organización mexicana YaajImagen: Mexikanische NGO Yaaj

En América Latina las "terapias de conversión” siguen disfrutando de una gran impunidad. Ecuador las prohibió hace algunos años pero fracasó a la hora de erradicarlas. En Brasil, una jueza federal revocó la legalidad de la "cura gay”, pero el auge del ultraderechista Jair Bolsonaro ha aumentado la influencia de las iglesias evangélicas que a menudo se encuentran detrás de estas prácticas. En Chile, un proyecto de ley busca plantar cara a esta asignatura pendiente. Mientras tanto, en Colombia se calcula que una de cada tres personas LGBTI acude a estas autodenominadas "terapias”.

"La homosexualidad no es una enfermedad. La homofobia sí”. La frase forma parte de una de las secuencias más virales de Paulina de la Mora, la querida protagonista de la telenovela de Netflix La casa de las flores, que también puso el foco en el infierno que atraviesan quienes son sometidos a estas prácticas. El Senado mexicano tramita una prohibición de las llamadas "terapias de conversión” que, si pasa también el filtro de la Cámara Baja, podría ver la luz antes de final de año. Por su parte, la Ciudad de México está trabajando en su propia prohibición. Los textos legislativos todavía no son definitivos, pero podrían imponer importantes multas y varios años de cárcel.

El capítulo mexicano de la organización LGBTI internacional It Gets Better es una de las voces más firmes contra estas prácticas. Su director ejecutivo, Alex Orué, dice a DW que muchos de los profesionales de salud mental en México son muy conservadores. Hace 30 años, el 17 de mazo de 1990, la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Pero muchos psicólogos y psiquiatras continúan ejerciendo con esa convicción.

En nombre de Dios

Orué pone el ejemplo del peso que tiene la Red Anáhuac, propiedad de los Legionarios de Cristo, en la educación privada de México. "Está documentado que en sus universidades enseñan que es posible cambiar la orientación sexual y la identidad de género”, apunta Orué. Otras veces, estas "terapias” se camuflan en centros de rehabilitación de alcoholismo y drogadicción.

"En la mayoría de los casos, estos centros están vinculados con iglesias cristianas”, añade el activista. Las víctimas son en su mayoría jóvenes de familias conservadoras. En el caso de comunidades religiosas, la presión no solo viene del núcleo familiar, sino que es todo el entorno, desde los padres hasta la escuela e incluso el vecindario.

VenSer es uno de estos centros de "profesionales en el área de la psicología” que ofrece "desarrollar” la heterosexualidad. En su pagina web afirma que "la atracción homosexual es totalmente reversible”. No hay referencias a investigaciones científicas en sus mensajes, que sin embargo están plagados de referencias a la Biblia y a presuntos valores cristianos. Irónicamente, la supuesta clínica se anuncia bajo el lema de que "nadie te puede obligar a vivir con lo que no pediste”.

Luis Perelman, presidente de la asociación de educación en sexualidad El armario abierto, dice a DW que uno de los principales problemas a la hora de enfrentar esta realidad es que los impulsores son las propias familias: "Es importante entender que no es gente externa quien te quiere llevar a la terapia de conversión. Es gente cercana, gente querida”. No se trata de agresiones o experiencias discriminatorias a manos de terceros. "Y es muz difícil denunciar a tu familia, o a miembros de tu comunidad”. Por eso cree que "el cambio cultural es fundamental”, más allá de la prohibición de estas prácticas.

Privación de agua y violaciones correctivas

Orué denuncia que en los centros de "reconversión” se llevan a cabo "prácticas muy similares a la tortura donde les privan del sueño, del alimento, de agua y de su libertad”. En el caso de las mujeres lesbianas o bisexuales, también están expuestas a las llamadas "violaciones correctivas”. El activista se muestra especialmente preocupado por la vulnerabilidad del colectivo transgénero, que a menudo paga el precio de su mayor visibilidad. "Para las personas trans no hay medias tintas”, lamenta Orué, "o viven su identidad o no la viven”.

¿Verá la luz en México la prohibición de estas prácticas? Desde It Gets Better se muestran especialmente preocupados por el auge de los grupos ultraconservadores, un fenómeno al que también han asistido otros muchos países latinoamericanos. Pero también por el amplio abanico ideológico de la coalición del presidente AMLO. "Esto ha impedido que las iniciativas avancen más rápido”, opina el activista Orué. Pese a ello, se declara optimista. Cree que México está preparado para encontrar la cura de una homofobia profundamente arraigada pese a los discursos que se amparan en la libertad religiosa: "Los derechos humanos no están a debate”.

(jov)

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