México: “La exclusión social es caldo de cultivo”
8 de enero de 2015 La opinión oficial del gobierno mexicano tras la operación terrorista que dejó doce muertos en el centro de París el miércoles 7 de enero vino de boca del canciller José Antonio Meade, quien dijo que el atentado era un acto de “intolerancia con el que nadie puede estar de acuerdo”. Meade aprovechó para recordar que México rechaza “al terrorismo en todas sus formas”.
Menos relacionados con la diplomacia y más con las labores de la prensa, los periodistas Jacobo Zabludovsky y Josetxo Zaldúa conversaron con DW sobre el tema. Difícil hacer una comparación, pero México padece sus propios problemas debido al hostigamiento que sufre la prensa. Zabludovsky señala que en su país “la prensa está enfrentando al poder de la delincuencia y del narcotráfico. Pero eso no tiene raíces de tipo religioso y eso hace toda la diferencia”. Lo sucedido en París, afirma el conocido conductor del programa “De una a tres” de Grupo Radio Centro, “es uno de los atentados más graves que yo recuerdo contra un medio de información. Es una agresión a la libertad de opinar. Y un motivo de preocupación internacional”.
Zaldúa, editor general del periódico La Jornada, dice que lo primero que pensó cuando se enteró del ataque contra Charlie Hebdo fue en la palabra “horror”. “Y hablo desde México, un país sumido en el horror y en el terror desde hace muchos años. Es impresionante que la exacerbación radical de corte religioso, o del corte que se quiera, lleve a la condición humana a hacer este tipo de atrocidades”. Zaldúa intenta buscar una explicación a lo sucedido, pero asume que es una tarea difícil de emprender.
Mea culpa occidental
“Yo entiendo, pero no comparto, tal vez por una cuestión cultural, que algunos sectores del islam se sientan ofendidos, porque sobre todo en Occidente se publican caricaturas ridiculizando a Mahoma. Yo creo que el trabajo de los caricaturistas es precisamente satirizar la política diaria y bajarle solemnidad, colocar en su justo término el asunto religioso. Cuando se mezcla la intolerancia con la religión siempre, a lo largo de la historia, ha habido catástrofes muy lamentables”.
Zaldúa piensa que esto también puede servir para reflexionar sobre el rol de las políticas de Estado occidentales de cara a otras culturas. “Tal vez estamos contribuyendo a incendiar esa barrera tan peligrosa. No olvidemos que Francia y Alemania son los países más multiétnicos de Europa. Francia es un país de puertas abiertas, pese a que se están discutiendo medidas más restrictivas para contener la llegada de inmigrantes. Los que querían ya están en Francia y están dispuestos a todo porque la exclusión social que padecen es un caldo de cultivo idóneo para que surjan este tipo de manifestaciones”.
El editor general de La Jornada coincide con Zabludovsky en que el caso mexicano es distinto porque el origen del problema no es religioso. “El periodismo en México enfrenta otro tipo de desafíos que tienen que ver con la violencia del narcotráfico, pero también con ciertas políticas sutilmente restrictivas del gobierno federal y los gobiernos estatales. Al poder político le sigue sin gustar que los periodistas seamos lo que somos, unos metiches profesionales. Si a la violencia del narco le sumamos la incapacidad oficial para resolver los crímenes, la sociedad empieza a resquebrajarse y a perder confianza en quienes los gobiernan y eso es un caldo de cultivo para la violencia también, pero no de corte religioso”.