Un informe de 2015 del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMC) asegura que el 44 por ciento de las empresas del país reconoció haber pagado un soborno. El SNA nace para luchar contra esta práctica.
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La promulgación de siete leyes por parte del presidente de México, Enrique Peña Nieto, puso en marcha el lunes (18.07.2016) el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Este proyecto, presentado como el resultado del esfuerzo y la participación de la sociedad civil para tratar de recuperar la confianza de los ciudadanos en el Gobierno, establece la creación de la Fiscalía Especializada en Delitos de Corrupción, otorga a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) mayor capacidad para investigar a entidades públicas y personas que reciban fondos públicos, y, además, clarifica el tipo de conductas que pueden desembocar en responsabilidades administrativas y penales.
“El SNA nació de los ciudadanos, será presidido por los ciudadanos y servirá a los ciudadanos” a través de instituciones “fuertes y autónomas que perseguirán el cáncer social de la corrupción”, dijo el presidente Peña Nieto en el Palacio Nacional, sede del Ejecutivo.
El organismo anticorrupción lo integran siete instituciones: la ASF, el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, la Secretaría de la Función Pública, la Fiscalía Anticorrupción, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), el Consejo de la Judicatura y el Comité Ciudadano, éste último formado por cinco ciudadanos que serán elegidos por una Comisión de Selección y tendrán que ser ratificados por el Senado, y que serán los encargados de presidir el Comité Coordinador del Sistema.
Exigencia social
El SNA es la instancia que se encargará de coordinar a las autoridades de todos los organismos del gobierno. Algo que seguro resultará complicado teniendo en cuenta que, en 2015, México ocupó el puesto 95º -de 167 de países- en el índice de percepción de la corrupción que publica anualmente la ONG Transparencia Internacional. Esta lista mide, en una escala de cero (muy corrupto) a cien (ausencia de corrupción), el nivel de corrupción en el sector público de un país utilizando 13 encuestas independientes realizadas a empresas y expertos.
Mientras que los países nórdicos –Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega-, Singapur y Nueva Zelanda llevan años copando los primeros puestos de la relación, otros como Somalia, Myanmar y Afganistán son habitualmente reconocidos como los países más corruptos del mundo. México, por su parte, lleva varios años en torno al puesto 100 de la lista, en la cual llegó a ocupar el puesto 106 en 2013. En los últimos años su nota no superó el 35.
A pesar de que no es ni mucho menos el país más corrupto de América Latina –República Dominicana es el 103º; Ecuador, 110º; Honduras, 112º; Guatemala, 124º; Nicaragua, 133º; Paraguay, 134º o Venezuela, 160º-, el director de Transparencia Mexicana, Eduardo Bohórquez, cree que es “indispensable” que el sistema ayude a las empresas que “son extorsionadas cotidianamente por el crimen organizado y funcionarios deshonestos”. En entrevista con DW, Bohórquez aseguró que el SNA “es una reacción a una exigencia social ante los hábitos y conductas de la clase política y el empresariado”. El director de la filial mexicana de Transparencia Internacional reconoció que el SNA es el fruto de “un intenso proceso legislativo con muchas resistencias y tensiones”.
Proyecto a largo plazo
Marco Fernández, investigador asociado del centro de análisis de políticas públicas México Evalúa, no cree que la aprobación del SNA sea una maniobra política del Gobierno. “Si lo creyera no habría participado ni habría hecho el esfuerzo de intentar cambiar las leyes para combatir la corrupción”.
A pesar de que el plan ha sido aprobado a nivel federal, ahora tendrá que implementarse en cada uno de los 32 estados del país. Según Fernández, a partir de este momento “el desafío es, por un lado, que los Estados adapten sus marcos jurídicos a los sistemas estatales para combatir eficazmente la corrupción y, por otro, que las leyes aprobadas sean letra viva y no se queden en diseños jurídicos sin resultados reales”.
Algo que, a ojos de los expertos, podría llevar más de diez años. Las leyes “van a costar dinero, sí, pero va a costar más dinero la corrupción”, dijo Margarita Zavala, ex primera dama de México durante la presidencia de Felipe Calderón y aspirante a la candidatura del PAN en 2018.
Cuauhtémoc, embajador de los mares
En 2016, el Año Dual México-Alemania, el buque escuela Cuauhtémoc visita los puertos de Hamburgo y Bremerhaven con miras a estrechar aún más los lazos binacionales. Su meta: hacerlos tan fuertes como un nudo marinero.
Imagen: DW/E. Romero
Emisario mexicano
El ARM Cuauhtémoc BE-01, el buque escuela de la Escuela Naval Militar de México, llegó este viernes (17.6.2016) a la ciudad hanseática de Hamburgo. El velero permanecerá anclado en su puerto hasta el 22 de junio para luego partir hacia Bremerhaven. Esta visita tiene lugar en el marco del programa de actividades y ceremonias concebido para celebrar el Año Dual México-Alemania.
Imagen: SEMAR
Espíritu marinero
“El barco zarpó de Acapulco, nuestra base en México, el pasado 12 de marzo”, cuenta el capitán Pedro Mata Cervantes, comandante del Cuauhtémoc. “Este tipo de viajes nos permite fortalecer no solamente el espíritu marinero de nuestros cadetes, sino también el de nuestros invitados. Justo ahora nos acompañan oficiales de la marina británica y de las armadas de varios países sudamericanos”, agrega.
Imagen: SEMAR
Periplo atlántico
Antes de echar el ancla a orillas del río Elba, el Cuauhtémoc hizo paradas en los puertos de Balboa, Panamá; Cartagena de Indias, Colombia; La Habana, Cuba; Baltimore, Estados Unidos; y Halifax, Canadá. Tras cruzar el Atlántico, la primera ciudad que visitó el buque escuela fue la capital británica, Londres. “Después de Alemania, pasaremos por otros cuatro países europeos”, adelanta su comandante.
Imagen: DW/E. Romero
Misión formativa
La actual gira formativa del buque escuela, bautizada “Ibero-Atlántico 2016”, durará un total de 205 días. No todo el mundo está hecho para pasar semanas en altamar, pero los 252 hombres y mujeres que tripulan el Cuauhtémoc exhibieron más entusiasmo que fatiga al atracar en el décimo muelle de Landungsbrücke, el más grande y emblemático de los desembarcaderos en el puerto de Hamburgo.
Imagen: DW/E. Romero
Misión diplomática
“El motivo principal para hacernos a la mar es el adiestramiento de los futuros oficiales de la Armada de México. Pero también vamos a aprovechar este viaje para reunirnos con las autoridades navales alemanas, con la dirigencia política en los ayuntamientos de Hamburgo y Bremerhaven, y con los representantes diplomáticos de México en Alemania”, dice el capitán Mata Cervantes.
Imagen: DW/E. Romero
Nave engalanada
La primera personalidad en subir a bordo del buque escuela fue la embajadora de México en Berlín, Patricia Espinosa. Esta imagen muestra a los cadetes del Cuauhtémoc engalanando la nave para recibir a la diplomática. En primer plano, el emblema de la embarcación, diseñado por algunos de sus antiguos tripulantes. Sobre él se posa protectora el águila del escudo nacional mexicano.
Imagen: DW/E. Romero
Bremerhaven, por primera vez
“Aunque esta es la sexta vez que visitamos puertos alemanes y la segunda que venimos a Hamburgo –la primera fue en 1985–, nunca antes hemos estado en Bremerhaven; esta será nuestra primera visita”, señala el comandante del Cuauhtémoc. Flensburgo, Rostock, Travemünde y Wilhelmshaven son localidades germanas que los tripulantes del buque conocieron al asistir a competencias de navegación a vela.
Imagen: DW/E. Romero
Hanseática bienvenida
Aunque el Cuauhtémoc atracó en Hamburgo en un día de semana, cuando la mayoría de sus habitantes trabajan, su arribo atrajo a numerosos curiosos y amantes de la navegación. En esta ciudad abundan los aficionados a la náutica. Y NDR, la televisora pública del norte de Alemania, lo sabe. De ahí que sus cámaras hayan subido a la cubierta del buque escuela para capturar impresiones a bordo.
Imagen: DW/E. Romero
33 vueltas al mundo
Los Astilleros y Talleres Celaya, asentados en la ciudad española de Bilbao, comenzaron a construir el ARM Cuauhtémoc BE-01 el 24 de julio de 1981 y se lo entregaron a la Armada de México justo un año después. En las últimas tres décadas, el buque ha dado 33 vueltas al mundo y sus instructores han formado a 31 promociones de oficiales de la Escuela Naval Militar.
Imagen: DW/E. Romero
De buque a buque
Algunos entusiastas de los veleros dicen que la construcción del Cuauhtémoc es muy similar a la del barco escuela alemán Gorch Fock. Pero, apartando esa coincidencia, no existe nexo alguno “de buque a buque”, aclara el capitán Mata Cervantes. “Los vínculos se desarrollan a nivel institucional y las visitas mutuas o los intercambios de tripulantes se dan durante las competiciones náuticas”, acota.
Imagen: DW/E. Romero
Fortaleciendo vínculos
“Al buque escuela Cuauhtémoc se le conoció desde el principio como ‘El embajador y caballero de los mares’ porque desde entonces se preveía que, donde quiera que estuviera de visita, tendría la misión de respaldar la labor de nuestros representantes diplomáticos y robustecer los vínculos de México con los países anfitriones, con sus Marinas y con sus habitantes”, explica el capitán Mata Cervantes.
Imagen: DW/E. Romero
Símbolo de la mexicanidad
El emperador Cuauhtémoc, mascarón de proa de este velero, es descrito por la Secretaría de Marina de México como “el crisol en que fueron vertidos valor, sacrificio, tenacidad y estoicismo para entregarse a su causa (…) en aquellos días aciagos en los que nuestra tierra se convirtió en el lugar del choque de dos culturas y dos continentes”. El buque regresa a su base en Acapulco el 3 de octubre.