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México: ni culpas ni culpables

Claudia Herrera Pahl (EL)14 de julio de 2015

Las noticias mexicanas que logran paso hasta las pantallas de información alemanas suelen ser coloridas, muchas veces macabras, pero coloridas. La última que ha logrado encumbrarse es la de la fuga de “El Chapo” Guzmán.

Mexiko Flucht Drogenboss Guzman
Imagen: Reuters

El peligroso barón de las drogas se escapó por segunda vez de manera espectacular. Como en un guión escrito para las pantallas de Holywood logró evadir una cárcel de alta seguridad mexicana. Nadie se dio cuenta de cuándo escapó y nadie se dio cuenta tampoco de quién cavó ni cuándo el largo túnel de kilómetro y medio por el que presuntamente salió.

Si el hombre del que estamos hablando no fuera Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del Cartel de Sinaloa, uno de los más poderosos de México y del mundo, un hombre cuyas manos están manchadas directa o indirectamente con la sangre de cientos de miles de personas víctimas del narcotráfico, su fuga podría festejarse y añadirse a la lista de hazañas “folclóricas mexicanas”.

Pero el espectacular escape, que probablemente ni siquiera es tan espectacular como lo quieren hacer creer policía y autoridades, nos recuerda una vez más lo cerca que está México de un abismo sin fondo. Una fosa oscura y hedionda de incompetencia pero sobre todo de corrupción. Basta una mirada a su interior para perder ánimo y aliento.

El que los carceleros y los responsables de la cárcel de Almoloya de Juárez no hayan sabido ni notado nada sobre los planes de fuga del „El Chapo“ Guzmán no lo creen ni las autoridades mexicanas que ya han llamado a declarar a más de 31 personas y han despedido a tres altos servidores públicos, entre ellos al director del penal Altiplano I, que según expertos cumple con estándares internacionales.

Chivos expiatorios no faltan, pero será necesario mucho más que algunos „peces chicos“, para justificar esta huida. Según medios estadounidenses el gobierno norteamericano había informado recientemente al gobierno mexicano sobre los planes de huida de este famoso y temido narcotraficante. El gobierno mexicano no tardó en desmentir haber recibido información alguna en este sentido por parte de la DEA, la Agencia Antinarcóticos estadounidense. Ahora no sólo tendrá que volver a capturar al prófugo, tendrá además que demostrar que no sabía nada de sus planes de fuga.

Mientras tanto muy lejos de México, en la elegante y pacífica ciudad de París, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, de gira oficial por Francia, habla de una „afronta para México”. Sus demandas de aclarar si hubo servidores públicos involucrados en el evento más que calmar desalientan. Nos hacen recordar promesas de investigaciones exhaustivas de otros “eventos” que aún no han sido esclarecidos: el escándalo de la Casa Blanca, el caso de Tlatlaya y el de Ayotzinapan, en donde hasta el momento no se ha determinado oficialmente ni culpas ni culpables.

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