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"México no es un Estado fallido"

Jan D. Walter (EL/CP)27 de mayo de 2015

Bandas de narcotraficantes se han enfrascado en un conflicto sangriento, y el Estado apenas puede reaccionar. El surgimiento de cárteles ambiciosos agudiza el conflicto, dice el politólogo alemán Günther Maihold.

Imagen: Reuters/E. Garrido

Deutsche Welle: La semana pasada, 40 personas resultaron muertas en lo que las autoridades afirman que fue un enfrentamiento con narcotraficantes. A principios de mayo, miembros de ese mismo grupo derribaron un helicóptero militar. ¿Se trata de una nueva escalación, o de la rutina en el marco de la “guerra contra las drogas”?

Günther Maihold: Recientemente, las fuerzas del Estado han combatido con mayor fuerza al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Pero los combates del pasado fin de semana no tuvieron lugar en la mayor zona de acción del CJNG –Jalisco- sino en el vecino estado de Michoacán. Se produjo el llamado “efecto cucaracha”: la banda se ve acorralada en su propio territorio y busca cobrar presencia como fuerza dominante en una zona cercana y menos controlada.

El periódico El País calificó al CJNG como “el cártel más peligroso de México” ¿Cómo puede medirse la peligrosidad?

Principalmente se contempla el número de asesinatos. Según este indicador, el Cártel del Golfo, en Tamaulipas, aún sería el más peligroso, seguido por Los Zetas y el CJNG. Éste busca desde hace tiempo expandir su influencia a los estados vecinos de Michoacán y Guerrero, donde se enfrentan a los Guerreros Unidos.

El politólogo alemán Günther MaiholdImagen: SWP

¿Son los nuevos cárteles más brutales que los ya establecidos?

Yo lo diría así: mientras menos cárteles haya en una región, más alta es la posibilidad de que exista un pacto entre ellos. Pero su número ha aumentado. Ello ha intensificado la competencia. Actualmente, 14 cárteles se disputan el control de zonas de influencia, rutas y pasos fronterizos de la droga que va hacia Estados Unidos.

Aparentemente, el Estado es incapaz de proteger a los ciudadanos, y por ello se han formado “autodefensas”. ¿Por qué las desarma el gobierno en vez de apoyar a estas fuerzas?

Tales autodefensas representan a los intereses más diversos: de la economía privada, civiles, pero también atraen a personas que desde hace tiempo participan en acciones violentas y desean posicionarse mejor. Por ejemplo, el CJNG presuntamente apoyó en Michoacán a una milicia que combatía a los Caballeros Templarios. Pese a todo, el gobierno federal intenta despenalizar a estas unidades armadas para legalizarlas en la forma de “Guardias rurales”.

Parece como si en México rigiera el principio de "todos-contra-todos". ¿Puede hablarse de que hay una guerra civil en ese país?

No, el término es incorrecto. En primer lugar, no es que todos luchen contra todos, sino que coaliciones específicas combaten a otras. Pero sobre todo no hay guerra civil porque los cárteles –al contrario de lo que sucede con las guerrillas- no se oponen al orden fundamental del Estado. Los cárteles no luchan por proyectos políticos, ni siquiera por un cambio de gobierno.

¿Qué tan presente está esta violencia en la capital mexicana, donde usted vive y trabaja?

No está presente. La “guerra contra las drogas” es un problema territorial en algunos estados específicos. Pero ni siquiera en éstos puede hablarse de que no es posible salir a la calle. Se producen olas de violencia, más que un peligro permanente. Además, el Estado no ha desaparecido. Hay un sistema educativo, un sistema de salud, se pagan las jubilaciones. Por eso opino que el discurso sobre un presunto “Estado fallido” es demasiado corto de miras. Aún cuando en algunas zonas la función del Estado en materia de seguridad ha sido abolida, para mí México no es de ninguna manera un Estado fallido.

Entrevista por Jan D. Walter

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