México es el tercer país más peligroso para los periodistas en el mundo, un récord que exige solidaridad para sobrevivir. Pero todos los ciudadanos viven con la misma inseguridad que los periodistas, dice Uta Thofern.
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México es la mayor democracia de habla hispana en el mundo, un país que garantiza la libertad de prensa en su Constitución. Sin embargo, también es el país en el que, después de Afganistán y Siria, se asesinó a la mayor cantidad de periodistas en 2018, entre nueve y doce, dependiendo de la fuente.
La primera víctima de este año fue Rafael Murúa, periodista de radio del estado norteño Baja California Sur, un paraíso turístico. Murúa trató en su trabajo temas culturales, pero también de derechos humanos y protección del medioambiente. Fue encontrado muerto en una zanja el 20 de enero de 2019. Este hombre de 34 años dirigía su propia estación de radio pública. No a todos le gustaron sus reportajes. Murúa recibió amenazas y, por lo tanto, fue incluido en el programa estatal de protección para periodistas y activistas de derechos humanos. A pesar de eso, murió asesinado, como muchos otros.
El caso de Murúa ha demostrado una vez más que en México las leyes y los reglamentos no valen nada. Con demasiada frecuencia se aplica la ley del más fuerte, y quién es el más fuerte depende de las circunstancias locales. La situación puede ser más o menos estable dependiendo del cartel de la droga que se imponga y de si las autoridades locales están cooperando con uno u otro. Solo hay una cosa segura: uno no se puede fiar de nadie, ni siquiera de las fuerzas de seguridad. Este es un diagnóstico devastador para un país democrático.
La desigualdad social es la raíz del problema
Los periodistas viven en México bajo la misma inseguridad que el resto de los ciudadanos del país. Con más de 33.000 asesinatos, 2018 fue el año más sangriento de la historia del país. Esa cifra incluye a más de 130 políticos asesinados durante la campaña electoral. La violencia mortífera afecta a todos, no solo a los ricos, la gente famosa, los políticos o los periodistas de investigación. Es precisamente en las zonas rurales donde el peligro es mayor. Y no se trata de una sola organización terrorista o un solo grupo mafioso, sino de muchas facciones en guerra entre sí.
Demasiados políticos y agentes de policía prefieren estar al servicio de estos grupos en lugar de luchar contra ellos. La corrupción es, por lo tanto, el mayor problema de México, y ese problema radica en otro muy grave: la inmensa desigualdad social. La pobreza, el miedo y la falta de educación alimentan el ambiente de impunidad y, como resultado, la desconfianza en las instituciones estatales.
Se requiere solidaridad
Es una madeja difícil de desenredar. Quien se atreva a tirar de uno de los innumerables hilos dando un nombre o contando una historia, se encuentra en peligro de vida. Para los criminales detrás de estos actos, la verdad es el mayor enemigo. Por eso los periodistas se encuentran en la primera línea, por eso su tarea es tan importante, y por eso la violencia contra ellos necesita una atención especial. Su trabajo está sentando las bases para un México mejor.
Todos aquellos que se enfrentan diariamente a esta tarea que pone en peligro su vida necesitan solidaridad, tanto a nivel internacional como entre ellos mismos, dejando de lado la competencia normal en la carrera periodística y defendiéndose los unos a los otros.
(GG/CP)
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Frontera México - EE. UU.: un estado de emergencia diferente
Trump declaró una “emergencia nacional”, porque, según él, los refugiados provenientes de México son “un peligro para la seguridad de los estadounidenses”. Pero quienes viven la tragedia son los mismos refugiados.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
El río grande y salvaje
Migrantes de América Latina, el Caribe, África y Asia buscan cruzar la frontera hacia Estados Unidos. Muchos lo intentan por vía fluvial. Los mexicanos lo llaman Río Bravo, los estadounidenses Río Grande. Un río difícil de cruzar. José Martínez, de Honduras, y su hijo Ariel, de dos años, esperan ser rescatados por los guardias fronterizos de Estados Unidos.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Cruzar, ¿pero cómo?
Unos 1.700 inmigrantes que partieron en la caravana de Honduras semanas o meses atrás llegaron a la frontera durante la primera semana de febrero de 2019. Quieren ir de Piedras Negras, en México, a Eagle Pass, en Texas, Estados Unidos. Tres puentes grandes conectan las dos ciudades, pero para los refugiados sin visa, solo queda el peligroso camino a través del río.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Cesar Aguilar
A veces hay que desistir
Estos migrantes tuvieron que rendirse antes de llegar a la costa deseada de Estados Unidos. El Grupo Beta, una organización mexicana socorre a los refugiados, los ayuda a regresar al lado mexicano, cerca de Piedras Negras.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Cuando la muerte trunca los sueños
Algunas personas que no logran cruzar el río no regresan para ponerse a salvo en la rivera mexicana. La Patrulla y la Policía Fronterizas se acercan a un hombre que se ahogó en el Río Bravo.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Los guardias también salvan vidas
La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos también rescata a refugiados, a veces a familias enteras que buscan traspasar la frontera fluvial. Estas son las personas que Donald Trump dice que llevarían a Estados Unidos una presunta "invasión" de drogas, traficantes de personas y bandas criminales.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Etapa conquistada
Este hombre logró cruzar el río y sube por la orilla en el lado estadounidense, en donde el Río Bravo se convierte en Río Grande. Guardias de Estados Unidos a caballo observan la acción para luego detener a los migrantes, tan pronto como hayan escalado la ladera.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Detenidos en México
También en México los migrantes son arrestados: este joven es detenido en Piedras Negras, luego de un intento fallido de escapar a EE.UU. Aunque la cantidad de inmigrantes ilegales ha disminuido durante los últimos años: en 2000, 1.6 millones de personas fueron arrestadas en la frontera. En 2018, según la Guardia de Fronteras de Estados Unidos, los migrantes arrestados fueron 400,000.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Meros espectadores
Sobre el Río Bravo hay tres puentes y ninguno está destinado a los refugiados. Ellos solo tienen acceso al mirador. Allí pueden pensar sobre cómo cruzar el río o cómo continuar su migración. En la baranda pueden soñar en un futuro en Estados Unidos. Un sueño que para la mayoría no se hace realidad.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Ley y orden en México
Las fuerzas de seguridad mexicanas de Piedras Negras custodian un campamento que acoge a aproximadamente 1.700 migrantes que quieren solicitar asilo en Estados Unidos. La espera es larga: el Departamento de Inmigración de EE. UU. solo tramita unas 20 solicitudes por día.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Todo en vano
Se frustró el plan: solicitud rechazada. Estos solicitantes de asilo abandonan el paso de El Chaparral, en la frontera Tijuana-San Diego. Si bien el número de entradas fronterizas ilegales ha disminuido masivamente durante los últimos años, el número de solicitudes de asilo oficiales está aumentando: de 56.000 en 2017 a pasado a alrededor de 93.000, un año después.
Imagen: Reuters/S. Stapleton
¿Emergencia? ¿Qué estado de emergencia?
Las personas que hacen fila aquí en El Paso, Texas, aplauden los planes de Trump de construir un muro fronterizo. Un actor del canal de televisión "Daily Show" de Comedy Central sostiene su versión de una “cultura amable” disfrazada de muro.